Ex comandante guerrillero Antonio Navarro Wolff
La "ecuación" del Plan Colombia
mezcló la lucha antidrogas con la contrainsurgencia
Diversos sectores de la sociedad colombiana realizan una amplia campaña destinada a cambiar la "ecuación" del Plan Colombia, que "mezcló la lucha antidrogas con la contrainsurgencia", por "paz y solución pacífica en el tema de los cultivos ilícitos de coca", sostiene el ex comandante guerrillero colombiano Antonio Navarro Wolff.
En entrevista con La Jornada, el ahora senador independiente refiere que a partir de este lunes organizaciones no gubernamentales, sociales, sindicatos y movimientos políticos independientes buscarán la manera de salvar posiciones para que no se acabe el frágil proceso de paz, con actividades que van desde una cumbre por la paz, marchas y hasta promocionales en televisión.
El ex dirigente del otrora insurgente Movimiento 19 de Abril (M-19) realiza esta semana una visita a México, durante la que se ha entrevistado con altos funcionarios del gobierno mexicano, el Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, así como representantes de Amnistía Internacional, otras organizaciones de derechos humanos y la COPPAL como parte de las acciones para integrar un frente latinoamericano que se sume a estos esfuerzos.
Navarro Wolff destaca que al concebirse el Plan Colombia en 1998, "era una especie de Plan Marshall, de inversiones para las regiones más pobres del país, y donde había presencia guerrillera era una especie como de acompañamiento de inversiones al proceso de paz, y donde había cultivos ilícitos en esas regiones, y entonces había programas de desarrollo alternativo".
Pero esta "primera versión" del Plan Colombia, aprobada por el Congreso colombiano, se modificó en julio pasado, cuando el Congreso de Estados Unidos sanciona la ley 106 mil 246, en la que se "mezcló antinarcóticos y contrainsurgencia", añade el también ex ministro colombiano de Salud.
Al describir el contexto en el que se incorporó al Plan Colombia el componente de contrainsurgente, Navarro Wolff destaca que entre 1995 y 1998, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la insurgencia más importante del país sudamericano, tuvo una serie de victorias militares consecutivas, al grado que "quien hubiera sido miembro de las FARC hubiera estado convencido de que iba a ganar la guerra. Entonces, en ese momento, empezó a meterse Estados Unidos".
Advierte que el proceso de paz "pende de un hilo", ya que el próximo día 31 vence el plazo para que el gobierno del presidente Andrés Pastrana decida si prorroga o no la zona de despeje en una región de más de 41 mil kilómetros cuadrados del sur de Colombia, situación a la que se aunan los "dos meses, dos meses largos" que las FARC han suspendido el proceso negociador, "con el argumento de que el gobierno tiene que hacer esfuerzos más eficaces contra el paramilitarismo".
Sin embargo, califica como positivo el acuerdo del gobierno con la segunda guerrilla del país, el Ejército de Liberación Nacional, para establecer un esquema de paz. Precisamente, ambas partes se reunieron en La Habana este lunes, junto con representantes del denominado "grupo de países amigos" para evaluar, entre otros puntos, el mecanismo para desmilitarizar una zona del norte del país, a fin de celebrar allí una Convención por la Paz
Para este hombre que dejó las armas hace poco más de una década, la "segunda versión del Plan Colombia" se encontró con los campesinos del sureño departamento de Putumayo, dispuestos a erradicar sus cultivos de hoja de coca. "En la medida en que ese Plan Colombia gringo-colombiano o colombo-americano, mejor dicho, llega al terreno y se encuentra con la decisón de la gente del Putumayo de no coca, no fumigación, empieza a abrirse una tercera vía que todavía es muy inestable".
Con todo, agrega, en diciembre pasado se firmó un acuerdo para la erradicación voluntaria de mil 500 hectáreas de cocales en Putumuayo, y para el lunes 15 está prevista la firma de acuerdos por otras 3 mil 500 hectáreas.
Pero un programa de erradicación voluntaria de cultivos de hoja de coca conlleva retos técnicos y económicos enormes, y "no hay proyectos alternativos suficientemente serios que remplacen a la coca". Las FARC no se han opuesto a esta iniciativa, e incluso Estados Unidos, que anteriormente no apoyaba programas de erradicación de cultivos en zonas de presencia guerrillera, tampoco la ha rechazado, indica.
El también integrante del movimiento independiente Vía Alterna expone durante la entrevista, que "comienza a abrirse paso la idea de otros componentes de una tercera o cuarta versión del Plan Colombia", en la que sería fundamental una reforma agraria en el centro del país, donde "sí hay tierras, donde sí hay infraestructura, donde sí hay mercados cercanos".
Esta propuesta para cambiar la "ecuación" del Plan Colombia, plantea Navarro Wolff, debe "ser objeto también de la mesa de negociación con las FARC", pero además debe considerar una redefinición de las relaciones con la comunidad internacional. No se trata, explica, de una "especie de limosna", sino de pedir nuevas relaciones comerciales en las que haya "corresponsabilidad" entre países consumidores y productores de drogas ilícitas.
Estos temas que nutren el debate sobre las implicaciones
del Plan Colombia, deben incluirse en la agenda de paz, considera Navarro
Wolff, pero subraya que se requiere un "diseño temático de
la paz... necesitamos que la agenda sea diseñada de modo que produzca
resultados".
EN UNA GUERRA, NADIE GANA
Interrogado sobre si es posible la paz, Navarro Wolff responde que "es inexorable, por un sola cuestión: nadie gana la guerra", pero hace énfasis en que si bien "hay que salvar el proceso de pacificación, no se salva por la simple voluntad de salvarlo".
Las FARC "tienen una fuerza armada sin antecentedes ?cuando nosotros firmamos los acuerdos de paz en Colombia había nueve mil guerrilleros, y dejamos la armas la mitad?, hoy hay 20 mil guerrilleros, o sea que de los 4 mil 500 que había en esa época se triplicaron por cinco en diez años", comenta el ex comandante del M-19, organización que se desmovilizó en 1990.
Tras mencionar que en los últimos dos años el ejército colombiano rediseñó su estrategia de operaciones y logró "balancearse" nuevamente, no sin ayuda de Washington, se refiere a otro de los actores del conflicto armado: el "desborde del paramilitarismo", que considera "no tiene antendecentes en América Latina".
Descarta tajante la posibilidad de que se pueda establecer negociación alguna con las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), comandadas por Carlos Castaño, y con una fuerza de entre 7 mil u 8 mil hombres. "No hay nada que hablar con Castaño. Al menos por ahora no podemos hacer un acuerdo sobre nada, porque la estructura de Castaño, voy a decir algo que suena duro, pero es verdad, es la de un asesino en serie.
"Los paramilitares no hacen más que matar gente, están hechos para eso, matar gente desarmada, no combatir a la guerrilla, sino para combatir a lo que ellos llaman guerrilleros desarmados, y quiénes son los guerrilleros desarmados, pues los campesinos, los dirigentes populares, los dirigentes sociales, esos son los guerrilleros desarmados", concluye, tras subrayar que cuando aún no habían transcurrido diez días del año 2001, los paramilitares habían perpetrado ya diez masacres.
Los paramilitares están hechos para asesinar a gente desarmada, no combaten a la guerrilla, asegura, por lo que descarta tajante una posible negociación con las Autodefensas Unidas de Colombia, comandadas por Carlos Castaño.
Asimismo, advierte que el proceso de pacificación en el país sudamericano "pende de un hilo" y califica como positiva la negociación que el gobierno del presidente Andrés Pastrana ha entablado con el ELN.