Lunes en la Ciencia, 15 de enero del 2001
Frédéric Thalasso
Uso de los biocatalizadores para mejorar el nivel de vida
Los grandes problemas se resuelven empezando por los
pequeños. Las enzimas -que actúan como un
catalizador biológico, es decir, transformando una sustancia en
otra dentro de las células de un organismo- pueden ser una
solución a problemas importantes de nuestro país, como
la diversificación de las aplicaciones de azúcar de
caña, el cuidado del medio ambiente, la generación de
nuevos antibióticos, e incluso, incidir en que tengamos
tortillas mejor conservadas y leche sin lactosa para una mejor
digestión.
Estas aplicaciones del conocimiento sólo son algunos de los principales beneficios de las líneas de trabajo que Agustín López Munguía Canales y su equipo de trabajo desarrollan a través del diseño, producción y uso de enzimas como biocatalizadores para mejorar la eficiencia de algunos procesos biológicos que se pueden utilizar en las industrias.
Investigador del Instituto de Biotecnología de la UNAM, López Munguía, de nacionalidad mexicana, pero nacido en Boston, EU, en 1951, empezó su trabajo en el estudio de una enzima que a partir de la sacarosa -azúcar de caña- producía biopolímeros como la dextrana. Después, el investigador se adentró en saber cómo producir la enzima, conocer sus características y cómo poder aplicarlas, de tal manera que pudo usar la enzima para elaborar alimentos de tipo prebiótico, es decir, que benefician la flora intestinal y, por tanto, son promotores de una buena salud.
Lo curioso, explica el investigador, es que la dextrana es un gran problema en los ingenios de azúcar, porque forma una especie de lodo en el jugo de caña que tapa las tuberías. Sin embargo, si se toma la bacteria que produce la contaminación y se trabaja biotecnológicamente, se pueden eliminar de donde no se desean -empleando por ejemplo enzimas dextranasas, en las que también trabaja López Munguía- y producirlas de manera controlada para beneficio de diversas industrias.
"Uno de los grandes problemas de la industria azucarera es la falta de diversificación, debido a la ausencia de tecnología y de apoyo para hacerlo. Por ejemplo, en Cuba se le ha apostado a diversificar las aplicaciones de la sacarosa, alimentación animal, la producción de alcohol, de alimentos y de levadura, tan sólo por mencionar algunos ejemplos, mientras que en México esta industria depende básicamente de la aplicación del azúcar como endulzante.
Agustín López, quien cursó la
carrera de ingeniería química en la UNAM, posteriormente
obtuvo una maestría en ingeniería bioquímica en
la Universidad de Birmingham, Inglaterra, y un doctorado en la misma
área en el Instituto Nacional de Ciencias Aplicadas de
Toulouse, Francia, también ha incidido en el diseño de
biocatalizadores para que las enzimas puedan ser utilizadas a escala
industrial y en el diseño de procesos enzimáticos para
la fabricación de nuevos productos de origen biológicos
con reducción de costos en la producción y con mayores
rendimientos.
Por ejemplo, el doctor López Munguía desarrolló un proceso a partir de enzimas para la extracción de aceite de coco y de colorantes de la flor de cempazuchitl, sin el uso de solventes o extractores mecánicos. Asimismo, trabajó en un proceso que permite hidrolizar la penicilina para generar nuevos antibióticos -penicilinas semisintéticas- de mayor espectro de acción. Pero en ese caso "nos cansamos de tocar puertas en las industrias, e incluso, los que colaboramos en el proyecto tratamos de formar una microempresa para mostrar que el trabajo era viable. Sin embargo, después de muchos esfuerzos el proyecto no funcionó".
Un proceso que sí fue exitoso es el uso de enzimas para la hidrólisis de la lactosa para producir leche deslactosada, pero "como tampoco hubo interés de la industria, la doctora Casas, investigadora que trabajaba en el proyecto, renunció a la UNAM y creó su propia empresa de este tipo de leche con el doctor Díaz Castañeda, quien también dejó la investigación".
La biocatálisis en general, explica el investigador, quien acaba de recibir el Premio Universidad Nacional 2000, en el área de innovación tecnológica y diseño industrial, va a transformar buena parte de la industria químico-biológica de este país, donde está incluida no sólo la alimentación, sino particularmente la industria química.
El doctor López, quien también trabaja en la divulgación de la ciencia, ha escrito libros como: La Biotecnología (Tercer Milenio, Conaculta) y Alimentos: del tianguis al supermercado, (ADN/Conaculta), concluye: "la solución a los grandes retos que enfrentamos en este nuevo siglo requiere de mucha conciencia, pero también de mucha ciencia y en particular de la biotecnología". (Mirna Servín)