LUNES Ť 15 Ť ENERO Ť 2001

Ť Santos jugó con miedo ante 90 mil aficionados en el Azteca

Debut de ensueño de Zamorano; anotó 3 goles y América ganó 5-1

Ť Cientos de seguidores de las Aguilas cometieron desmanes por no poder ingresar al estadio

Ť El Bam Bam fue vitoreado desde su aparición en el duelo y despedido con aplausos

MARLENE A. SANTOS

Unas 90 mil almas de corazón amarillo se entregaron al delantero chileno Iván Zamorano, a quien despidieron entre aplausos y bajo el grito de "Oeee, oeeee, oeeeeee, Bam-bam, Bam-Bam..".

Y es que el nuevo jugador de las Aguilas tuvo un debut de ensueño en el futbol mexicano, al anotar 3 goles para la victoria por 5-1 del América sobre el Santos, equipo que fue mera comparsa para la fiesta que se vivió en el estadio Azteca.

La brillante actuación de Iván hizo vibrar a la afición americanista quien ayer, más que nunca, le colgó la etiqueta de mesías.

Sin embargo, lo cierto es que no tuvieron rival enfrente, pues los de Torreón fueron un remedo de equipo cuyos jugadores parecieron sufrir pánico escénico en el atiborrado e imponente coloso de Santa Ursula y dieron toda clase de libertades a los pupilos de Alfio Basile.
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La celebración fue redonda para Aguilas, pues apenas al minuto 2 Braulio Luna aprovechó un excelente centro de Pável Pardo para conectar el balón con la cabeza y vencer al portero Adrián Martínez.

Cinco minutos, después el mismo Braulio centró desde la izquierda y Zamorano remató con la parte interna del pie derecho para fusilar de nuevo a Martínez (2-0).

Funcionó la cábala de Aguilas

A los 28 de acción, Pável repitió su certero envío desde la derecha y Zamorano estuvo ahí para cabecear hacia la izquierda del atribulado portero Martínez, quien nada pudo hacer.

Pardo avanzó libremente sin que su rival se ocupara de él y al minuto 32, el ariete chileno marcó su tercer tanto de la tarde tras nuevo centro de Pável, para establecer el 4-0.

La cábala para Aguilas, consistente en volver a usar el uniforme amarillo, funcionó. Para el complemento, el ritmo del juego decayó, América todavía anotó el quinto tanto, tras un saque de banda cobrado por Frankie Oviedo hacia Fabián Estay. Este le devolvió el balón y el colombiano aprovechó una rendija entre el portero y el poste izquierdo para incrustar su riflazo al minuto 49.

Enseguida, las Aguilas se conformaron, Basile hizo cambios de refresco y al 79 sacó al nuevo héroe, Zamorano, quien fue aclamado largamente.

Al minuto 86 Jared Borgetti anotó el tanto para evitar la blanqueada, pero fue un gol que nadie festejó.

Luego del silbatazo final decretado por Gilberto Alcalá, las numerosas porras ensordecieron el camino de Zamorano hacia el vestidor con gritos de "¡chileno, chileno!", mientras éste las saludaba con el puño en alto.

Dentro del estadio el festejo fue literalmente en circuito cerrado, estuvo plagado de cantos y euforia.

Sin embargo, afuera, cientos de aficionados cometieron desmanes, enojados y desesperados porque no alcanzaron boletos que media hora antes del partido se cotizaban hasta en seiscientos pesos.

Varios jóvenes quemaron banderas y amenazaban con atracar puestos de dulces y de artículos deportivos cuando ya se había iniciado el partido que sólo pudieron escuchar por radio  .