LUNES Ť 15 Ť ENERO Ť 2001
Ť De letras y otras historias es uno de los volúmenes
Azuela se acercó al fin de su vida y regresó con libros
Ť Es un primer experimento y casi una aventura en el campo de la crítica literaria y el ensayo histórico, expresa
CESAR GÜEMES
No tiene ningún inconveniente en contarlo: a pie, solo, se acercó al fin de la vida y regresó con varios libros bajo el brazo.
Arturo Azuela, con el nuevo título en su bibliografía, viene a inaugurar una modalidad en la medicina alternativa: el ejercicio literario como método de sanación. De letras y otras historias (De 1986 al 2000), publicado por el Seminario de Cultura Mexicana, su más reciente trabajo ya en librerías, es uno de los volúmenes que se trajo de ese otro lado. En él recupera escritos realizados para conferencias internacionales, aniversarios y ponencias relacionadas todas con su postura como lector.
-En De letras y otras historias hay un discurso interno que poco tiene que ver con el momento en que los textos fueron hechos o incluso con sus temas. Es una voluntad de estilo, si está usted de acuerdo.
-O una voluntad de vida. El libro es fruto de la oscuridad en que estaba viviendo. Tengo muchos escritos inéditos y ante la presión de los médicos y del estado de salud en el que me encontraba, pensé que mucho de eso que tenía se iba a perder. Quise hacer un trabajo de limpia sobre mis textos ensayísticos, además de otros apartados. Hablo de hace un año, cuando estaba yo en el momento más alto de las radiaciones, la quimioterapia y con un muy bajo porcentaje de vida futura.
"Entonces mi tarea entre un tratamiento y otro era releer los textos, cachondearlos, sensualizarlos. Debo decir que luego de la catarsis, de las dudas y las angustias cuando uno se enfrenta a una enfermedad poderosa, viene una etapa como de valemadrismo: puede que me salve o no, así que dejo los textos que tengo listos y vámonos."
-Diga cómo se fue descubriendo a sí mismo. Finalmente, aunque inéditos, no son ensayos de muy reciente factura los que recoge.
-Creo que guardan una postura interesante, sobre todo para una edición no venal. Para mí es un primer experimento y casi una aventura en el campo de la crítica literaria y del ensayo histórico. Me descubro lejano y cercano, por el periodo en que me dedico a revisarlo.
-Parece una labor terapéutica, ahora que lo dice.
-Lo fue. Me ayudó a vencer al padecimiento. También a esa etapa pertenece un libro con 25 semblanzas literarias que aparecerá ya pronto. Y luego ya vendrá una nueva novela, de la cual espero recibir en breve las pruebas con las correcciones que le hice. Ahora, la parte de auxilio que me brindó este trabajo se expresa en un proceso interior de catarsis a partir de cada texto que corregía: eliminé resentimientos, rencores, malos recuerdos. Eran trabajos que habitaban en el sueño de los justos y que sólo podía emplear si me solicitaban una conferencia específica, como el que se refiere a la novela de la Revolución posterior a 1940.
-ƑLos retrabajó con cierto ánimo de despedida?
-En un principio sí, tenía que sacar todo esto. Pero conforme me fui mejorando, cambió el punto de vista. Vamos a decir que me vi entre la más cruenta posibilidad y la esperanza de bienestar. Fue la etapa en que viajé a Barcelona a una intervención. Después de que desapareció la angustia y cuando aumentó mi optimismo, al regresar a México, fuera ya del túnel, tuve otra idea y un ritmo de escritura y revisión distinto.
-La novela venía desde antes y no atravesó por ese proceso, entonces.
-Sí, aunque lo primero que hice cuando me dieron noticia de la enfermedad fue retrabajar el manuscrito porque para mí era lo más urgente. Hoy me encuentro con la posibilidad de publicar primero los ensayos y dejar la novela para el transcurso de este 2001. Además de que la obra necesita un poco de perspectiva. Estaba muy inmerso y muy metido en el proceso de curación como para tener la objetividad necesaria.
-Escribir o corregir en una situación extrema como esta por la que usted pasó debió requerirle valor, Arturo.
-Siempre he sido muy optimista e incluso a veces medio soñador. Entendí que lo que me había pasado no era producto de ningún desorden físico, así que de alguna manera el afán de vivir y el trabajo al que me sometí por voluntad propia vino en mi auxilio. La parte más grave de todo esto es la camada de cancerosos donde lo meten a uno, el que no está mal del hígado lo está de la piel o del cuello o del páncreas. Uno convive con personas que se deprimen o que le mientan la madre a la vida. Hice amigos ahí de los cuales varios se fueron del mundo. Creo que el afán de vivir que tengo desde hace muchos años, así sea algo ingenuo, me funciona. Por otro lado, me ocupé mucho de estudiar la medicina cuántica, porque no todo era meramente fe en la existencia.
(De letras y otras historias se presentará este miércoles a las 19:30 horas en el auditorio del Seminario de Cultura Mexicana -Presidente Masaryk 526, Polanco-, con los comentarios de Angelina Muñiz-Huberman y Sergio Nudelstejer.)