Los ultraconservadores dejan la entidad en manos de liberales
Nuevas generaciones de menonitas chihuahuenses, mercado
cautivo para el uso de drogas y alcohol
MIROSLAVA BREACH VELDUCEA CORRESPONSAL
Cuauhtemoc, Chih. Durante los últimos diez años, los jóvenes menonitas de Chihuahua se convirtieron en un atractivo mercado para la venta y consumo de alcohol y drogas y muchos de ellos empezaron a involucrase activamente en el tráfico de enervantes hacia Estados Unidos y Canadá.
Primero, el desprendimiento de los grupos ultraconservadores que emigraron de Cuauhtémoc a otros estados o al extranjero, dejando en la región a los liberales; luego, el relajamiento de la disciplina que trajo la comodidad del progreso a la que se adaptaron y, finalmente, la crisis económica de 1995, serían algunas de las causas de este comportamiento.
Esta situación podría trastocar la base productiva y social del grupo, integrado por unas 50 mil personas que habitan 200 campos agrícolas de la región, pues aunque entre ellos todavía no se presentan casos de violencia, inseguridad y delincuencia, esporádicamente alguno es encarcelado por homicidio, lesiones o robo.
Desde su llegada a México en 1922, los menonitas que habitan los campos agrícolas del noroeste chihuahuense formaron comunidades cerradas, prácticamente aisladas de la sociedad. Autónomos para la libertad de cultos y enseñanza, constituyeron un grupo étnico en el mapa pluricultural del estado.
A diferencia de los tarahumaras, los menonitas conforman uno de los núcleos sociales con mayor nivel de vida en el estado, debido al éxito de los proyectos agroindustriales que han desarrollado.
Las primeras generaciones menonitas mantuvieron un férreo control sobre la organización social, familiar y personal, guiados por preceptos bíblicos: ultraconservadores en su conducta social, escrupulosamente honrados y siempre temerosos de Dios. Tenían prohibido entre sus hijos el consumo de alcohol y las drogas ni siquiera eran conocidas.
Pero para las recientes generaciones de menonitas chihuahuenses, esos códigos son asunto pasado. Acostumbrados al trabajo productivo desde niños, la mayoría de ellos a los 15 o 17 años cuenta con suficiente dinero para adquirir sus propias cosas. Antes eran herramientas e implementos de labranza. Ahora gastan en diversión, alcohol, tabaco y drogas.
El pastor Guillermo Wall Wall, ministro de la Iglesia bautista en la sección municipal de Alvaro Obregón, uno de los principales asientos menonitas del noroeste chihuahuense, sostiene que el auge de las adicciones entre los jóvenes podría trastocar la base de la organización social y económica de la comunidad, integrada por casi 50 mil miembros que habitan 200 campos agrícolas de la región.
Observa dos vertientes del fenómeno: 1) La drogadicción; el uso de cocaína y mariguana que empezó a generalizarse entre los jóvenes a finales de los 80 y principios de los 90, cuando se dio el último desprendimiento de los grupos ultraconservadores que decidieron emigrar a otros estados o al extranjero, dejando el sitio a los liberales. Quienes permanecieron se adaptaron al bienestar del progreso. Electrificaron los campos, tecnificaron sus cultivos, levantaron negocios propios. Poco a poco relajaron la disciplina para con los hijos.
2) El narcotráfico, propiciado por algunos miembros de la comunidad que vieron en esa actividad ilícita un medio para conservar su nivel de vida tras la crisis económica de 1994, que ocasionó la migración de la mitad de las familias hacia Canadá, ante la imposibilidad de pagar sus créditos bancarios y la falta de mercado para sus productos.
Wall admite que entre los miembros de su grey no hay aún conciencia plena del problema que enfrentan. Desconocen que violencia, inseguridad y delincuencia son efectos del consumo de drogas. Son esporádicos los casos en que alguno es encarcelado.
"Creo que es cuestión de tiempo para que la violencia surja en la comunidad. Muchos ya no quieren sembrar porque se gana poco", dice el religioso, a cuyos servicios han dejado de asistir la mitad de los feligreses, precisamente por haberlos reconvenido en público al caer presas del alcohol y las drogas o por hacer a un lado la ética del trabajo para dedicarse al narco.
De garantía al descrédito total
Humberto Ramos, diputado local del PAN y originario de Cuauhtémoc, advirtió desde hace cinco años el problema. Ubica la crisis de 1995 como detonante del narcotráfico entre los menonitas.
Desde entonces muchos prefirieron invertir en la compra de droga para comerciar internamente. Otros, se organizaron para trasegar droga por la frontera. Escudados en su doble nacionalidad, pasaban hacia Estados Unidos y Canadá con sus vehículos casi sin ser revisados.
Entre la lista de levantados por el cártel del narcotráfico de Amado Carrillo Fuentes en Ciudad Juárez, se encuentran los hermanos Isaac y Jacobo Peters, desaparecidos en la frontera llevando droga.
En las cárceles de Ciudad Juárez, Chihuahua, El Paso, Texas, y Las Cruces, Nuevo México, creció notablemente la cifra de menonitas detenidos por narcos.
Abraham Simmens, líder del campo 102, admite que por la participación de algunos en el narcotráfico, los miembros de su raza han perdido el prestigio. "Antes ser menonita de Cuauhtémoc era garantía en la frontera, ahora el descrédito es total. A quienes van de aquí los agentes los someten a revisiones cuidadosas".
Tema casi secreto
Se habla de un grupo de traficantes denominado el cártel de Mennon, en memoria del reformador holandés del siglo xvi que fundó la secta.
El tema es casi secreto. Ni la Subprocuraduría General de Justicia en Cuauhtémoc ni la Policía Judicial Federal tienen datos precisos sobre la drogadicción y el narcotráfico en la región.
Según el diputado Ramos, "es indudable" que existe compra de autoridades: "En los campos menonitas la Policía Judicial tiene un historial negro de abusos y extorsión. Los extorsionaban cuando no tenían nada que ocultar, con mayor razón ahora".
No es extraño que a lo largo de la calzada de 40 kilómetros que une la ciudad de Cuauhtémoc con la población de Alvaro Obregón, y a cuyos costados se levantan las fincas de los campos, negocios y agroindustrias menonitas, se conozcan los nombres de los "agricultores" que a pesar de los problemas por los que atraviesan para comercializar sus cosechas, edifican mansiones y equipan sus tierras con tecnología de punta, en contraste con la austeridad y las dificultades que padece el grueso de los seguidores de Mennon Simonis.
"Mucho se ha devaluado en la vida de la comunidad menonita y eso es peligroso. Una sociedad es tan fuerte como sus familias y no puede haber fortaleza cuando se cae en el vicio o se pierden los valores para traficar drogas", advierte Guillermo Wall.