INDUSTRIA MEDIA VERSUS GRAN CAPITAL
A juzgar por las declaraciones de Raúl Picard del
Prado, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Transformación
(Canacintra), organi-zación que agrupa a los industriales pequeños
y medianos, la política que éstos reclaman se diferencia
enormemente tanto de la del capital financiero (bancos nacionales y extranjeros)
como de la de la gran industria exportadora (buena parte de ella propiedad
de transnacionales).
El fondo del problema consiste en la importancia relativa
que los sectores antagónicos otorgan al mercado interno y en la
política monetarista del gobierno, la cual hace hincapié
en el aumento de la recaudación impositiva a cualquier costo y privilegia
al sector financiero y exportador. En la que pasa a ser la crítica
más dura efectuada por un sector empresarial, tradicionalmente complaciente,
a la política del gobierno de Vicente Fox, el dirigente de Canacintra
dice que es intolerable que, mientras el sector industrial debe enfrentar
sin defensas la competencia de los productos extranjeros, deba en cambio
pagar en condiciones de monopolio el combustible que utiliza para producir,
pues Pemex, para contribuir a elevar la recaudación impositiva ?ya
que es el principal contribuyente estatal?, vende el gas natural a un precio
tal que amenaza llevar a la quiebra a decenas de industrias que utilizan
ese insumo y provocar así la pérdida de medio millón
de empleos.
Como recuerda el presidente de los industriales medianos,
el sector que él dirige genera 80 por ciento del ingreso nacional.
Por lo tanto, reducir su capacidad de sobrevivencia y dar un nuevo golpe
al consumo popular con el IVA en alimentos y medicinas, y con la caída
del empleo industrial, significa debilitar aún más la estructura
económica nacional. En efecto, en el sector exportador, cuyo dinamismo
tanto pregonaba el gobierno de Zedillo, hasta 80 por ciento de las exportaciones
dependen de 340 empresas, algunas de las cuales pueden retirarse en cualquier
momento y, además, aportan poquísimo al país tanto
en lo que se refiere a la cantidad de mano de obra empleada como a los
insumos que aquí compran.
Picard del Prado sostiene, además, que desde el
punto de vista de la política económica no hay diferencia
entre este gobierno y los de los sexenios anteriores, y agrega que dicha
política "causará un grave daño a la nación",
es inmediatista y carece de proyecciones para el futuro.
Si se tiene en cuenta efectivamente que el enfriamiento
de la economía de Estados Unidos podría traer aparejada una
menor producción para exportar hacia ese mercado en contracción,
así como un menor ingreso en los rubros petróleo y envío
de dinero de nuestros connacionales en el país del norte, es evidente
la necesidad de no lesionar ni el poder adquisitivo de las mayorías
ni las fuentes de empleo ni el mercado interno que deriva de ambas. Reforzar
el mercado interno --o sea, combatir las causas de la pobreza, dinamizar
los sectores rurales, defender la pequeña y media industrias y el
pequeño comercio modernizándolos y capitalizándolos,
para defender el empleo-- es infinitamente más prioritario que asegurar
altos intereses y altas ganancias a un puñado de especuladores bancarios
y de posibles grandes inversionistas. |