SEMANA POLITICA
EN ESTADOS UNIDOS
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Ť Dos designados al gabinete por Bush provocan polémica
Ť Gale Norton y John Ashcroft defienden la "causa sureña"
Washington, 13 de enero. El presidente electo George W. Bush, ¿es militante de ultraderecha o un títere de los republicanos pro empresariales moderados cuyo único propósito es instalar un gobierno pragmático que defienda sus intereses, reduzca sus impuestos y que consolide a un partido político que ha sufrido divisiones graves en los últimos años? Esta pregunta circuló por esta capital la última semana, y encontró diversas respuestas en los nombramientos del gabinete y otros al-tos funcionarios, que parecían dar pruebas a ambas caracterizaciones.
Esta semana, dos designados al nuevo gabinete por Bush reconocieron haber he-cho en el pasado declaraciones en favor de la "causa" de los estados sureños derrotados durante la sangrienta guerra civil (en la década de 1860), que concluyó con la abolición de la esclavitud.
Gale Norton, nombrada por Bush como su propia secretaria del Interior, ha sugerido que "perdimos demasiado" cuando los estados sureños que defendían la institución de la esclavitud fueron derrotados. "Perdimos la idea de que los estados deben defendernos ante un gobierno federal que gana demasiado control sobre nuestras vi-das", declaró.
En un discurso que ofreció en 1996 di-vulgado por sus opositores, Norton afirmó que la esclavitud fue "una mala idea", pero agregó que los soldados del ejército del sur tenían el derecho y estaban en lo correcto de luchar para defender sus posiciones ante la intrusión del gobierno federal.
En aquel discurso, pronunciado cuando Norton era la procuradora general de Colorado, agregó que comprendía a los defensores de la esclavitud, ya que hoy día también se oponía a las imposiciones del go-bierno federal sobre los estados, tal como la obligación de limitar la contaminación ambiental dentro de sus entidades o las re-gulaciones como accesos especiales a edificios para los discapacitados.
Norton seguramente enfrentará muchas interrogantes sobre todos estos comentarios cuando ella y los otros nombrados al gabinete se presenten --empezando la semana entrante-- ante audiencias públicas del Se-nado, el cual tiene que ratificarlos
Otra figura controvertida que también se-rá interrogada por sus posiciones es John Ashcroft, designado como próximo procurador general. En declaraciones esta semana, Ashcroft reconoció que en una entrevista con una revista, publicada en 1998, de-fendió a los generales que luchaban en de-fensa de la causa del sur en la guerra civil, y que se comprometió a "hacer más" para defender esta historia honorable.
Ashcroft también fue criticado por haber aceptado un diploma honorario de la Universidad Bob Jones, una institución cristiana que hasta muy recientemente prohibía parejas interraciales y caracterizó a la Iglesia católica como "un culto".
Todo mundo entiende que Ashcroft es un ultraconservador --la organización ultraderechista John Birch Society le ha otorgado una calificación más alta que al senador Jesse Helms a su pureza conservadora--. Pero aun los conservadores aquí se sorprendieron cuando reconoció esta semana que en el pasado se había reunido con el líder de la agrupación ultraderechista Consejo de Ciudadanos Conservadores, la cual se opone al matrimonio entre razas y a la inmigración de personas que no sean blancas a Estados Unidos, y argumentó que en general la gente de raza negra es genéticamente inferior en inteligencia a los blancos.
También se reveló que existen vínculos entre Ashcroft y la organización Dueños de Armas de América, la cual propone, como solución a todos los casos recientes de ma-tanzas por armas de fuego en varias preparatorias de este país, permitir que todos los estudiantes porten armas.
Las posiciones extremistas de estos de-signados sí sorprendieron a varios comentaristas que estaban seguros de que este próximo gobierno sería, más o menos, algo como Bush II, un segundo acto del gobierno pragmático, pro empresarial del padre de Bush. Esto aún podría ser el caso, y re-presentantes del sector privado y sus cabildistas todavía están confiados en que el presidente electo se enfocará en la agenda empresarial en este país.
El presidente de la Liga Americana de Cabilderos, Jim Albertine, recientemente comentó al diario The Boston Globe que sus miembros "están contentos, ciertamente", por la elección de Bush y creen que es-to llevará a la eliminación o debilitamiento de regulaciones gubernamentales sobre el sector privado que ellos consideran innecesarias. "Tenemos por primera vez en 50 años un gobierno republicano", comentó Albertine en referencia al hecho de que la presidencia y ambas cámaras del Congreso ahora estarán controladas por el Partido Republicano, a pesar de que el margen de la mayoría es pequeño.
Los grupos empresariales están promoviendo la desregulación del sector energético, la apertura de los bosques nacionales a la exploración de petróleo, y varios comentaron al diario Wall Street Journal esta se-mana que esperan ver reformas que limiten las actividades de los sindicatos, tanto en la sindicalización de las empresas como en el ámbito político.
Un número notable de los designados al gabinete de Bush son políticos que han go-zado de la generosidad de las industrias e intereses que ahora supuestamente van a regular, según un sondeo del Boston Globe. El designado como secretario de Energía, el ex senador Spencer Abraham, recibió más donaciones de la industria energética que cualquier otro colega.
El designado como secretario de Salud y Servicios Humanos, el gobernador de Wisconsin Tommy Thompson, recibió más de 277 mil dólares en contribuciones políticas de la industria de salud en 1998, y el nuevo secretario de Transporte, el ex diputado fe-deral Norman Mineta, fue el que más fondos recibió de la industria del transporte en el Congreso.
El nuevo secretario de Comercio es un ex ejecutivo de empresas petroleras, y el nue-vo jefe del gabinete es un ex cabildista de la industria automotriz. Como resultado, el Globe concluyó que "el gabinete de Bush tiene la intención de evaluar y posiblemente eliminar muchas regulaciones, afectando a los negocios que fueron puestos en efecto durante los años de Clinton".
Con todo esto, es posible que las ideas extremistas de figuras como Norton y Ashcroft ocupen la atención de los medios du-rante las próximas semanas, pero todo indica que para el próximo gobierno el corazón del asunto es asegurar la promoción de po-líticas pro empresariales. Como siempre, "el negocio de América es el negocio".