DOMINGO Ť 14 Ť ENERO Ť 2001

Ť Asiste a toma de posesión del nuevo rector del recinto

Reaparece Schulenburg en la Basílica y honra a la Virgen

Ť Descarta ratificar dudas sobre la existencia de Juan Diego
 

ALMA E. MUÑOZ

Ignorado por la jerarquía católica, Guillermo Schulenburg presenció la toma de posesión de Diego Monroy Ponce como rector de la Basílica de Guadalupe. En su calidad de ex abad rindió honores a la Virgen y a Juan Diego, iconos cuya existencia histórica pone en duda.

monroy-shulemburgDespués de su renuncia ?en 1996? y en abierta oposición a la creencia de las apariciones de la Patrona mexicana al indígena en el Cerro del Tepeyac, el último abad del principal recinto guadalupano de Latinoamérica participó ?desde el Altar Mayor junto con el cardenal Norberto Rivera, obispos y el cabildo Colegial de Guadalupe? en una ceremonia donde se percibió confianza en la próxima canonización del beato Juan Diego.

Rivera Carrera, arzobispo primado del DF, pidió "coherencia" en el trabajo pastoral y reconocer en el beato al prototipo de apóstol porque "por medio de él la Iglesia llama a los creyentes de este continente a la reimplantación de los valores del Evangelio". La administración del recinto que ayer tomó posesión se comprometió a reforzar e impulsar el milagro y Diego Monroy, como rector por cinco años, juró enaltecer a ambas figuras como "una verdad comprobada", incluso apoyada por el Vaticano.

El cardenal señaló que "el amor a María está en la base de la historia cristiana de México y en él se apoya la evangelización de todo el continente americano". Y le dejó en claro al nuevo rector que debe "empeñarse en actuar siempre en estrecha relación y comunión conmigo, y deberás mantenerme informado de los asuntos de mayor interés".

Schulenburg ni aceptó ni desmintió continuar con sus protestas antiaparicionistas. Se concretó, en entrevista, al final de la ceremonia, a explicar que se dedica a dar consultas, escribir, a recibir invitaciones a matrimonios, a conferencias. Sin perder la sonrisa se limitó a decir: "No hay ninguna declaración qué hacer" respecto a su cuestionamientos sobre la existencia de Juan Diego, duda manifiestada desde 1978 cuando el entonces arzobispo primado de la ciudad de México, Ernesto Corripio Ahumada, impulsó por primera vez la beatificación del indígena.

En la ceremonia, el cardenal Rivera convocó a los religiosos presentes a tener "mayor apertura para que su testimonio evangélico fecunde a toda la comunidad eclesial y muestre que la gran pluralidad de carismas no se opone a la gran unidad en la pastoral de conjunto".

A los laicos los exhortó a "aumentar su amor por la Iglesia que estamos construyendo porque el rebaño requiere ser transformado desde dentro. Asumamos que este proceso es una transformación dolorosa, pero con un potencial muy grande para que aparezca como signo de salvación en cualquier lugar".

Para el rector interino Antonio Macedo Tenllado, cuya gestión inició a partir de la salida de Schulenburg, hubo palabras de agradecimiento y un breve homenaje, pero para el ex abad no hubo mención alguna a pesar de formar parte del cuerpo de religiosos colocado en el Altar Mayor.

La liturgia se efectuó en el atrio de la Basílica y no el interior del templo como habitualmente se realiza. En el lugar se congregaron cientos de personas. Algunas de ellas participaron previamente en la peregrinación anual de la Arquidiócesis, encabezadas por Rivera Carrera.