Ť Se cumplen 27 años de la muerte del escritor
La poesía, único lenguaje de la juventud, decía Novo
Ť ''La leyenda permanece'',
escribe Monsiváis en su nuevo libro
CESAR GÜEMES
Hace exactamente 27 años, un 13 de enero como hoy, Salvador Novo Espino cruzó la meta de la existencia para internarse en el ancho margen de su propia leyenda.
Su fallecimiento, ocurrido ese día de 1974, hace decir a Carlos Monsiváis en su reciente libro Salvador Novo, lo marginal en el centro (Era):
''La leyenda permanece, la obra se recobra con amplitud y los lectores acuden con placer renovado o inaugural al gran escritor que se extravió en la respetabilidad y renovó su vigencia por el placer de la escritura."
Huir por la puerta de los libros
Setenta años casi precisos le tomó a Novo fundarse como una urbe dentro de otra, que de cualquier forma era la suya. Así lo recuerda él en un ejercicio de tercera persona y de esta manera lo cita Monsiváis:
''Nacido en la ciudad de México en 1904, hijo único de Andrés Novo Blanco, español, y de Amelia Espino, mexicana, desde muy niño se aficionó a lo que entonces pasaba por poesía. Esta inclinación receptiva pudo bien nutrirse en los modelos académicos que fueron el alimento y la norma del adolescente que de los seis a los doce años, en Torreón, huía por la puerta de los libros a una realidad revolucionaria que rodeaba su soledad sin juegos ni amigos. (Después) me reintegré a un México que habría de revelarme a Darío y a su modernismo que arrollara a mis viejos pequeños dioses."
Salvador Novo, lo marginal en el centro es la necesaria biografía sobre un autobiógrafo puesto que, como dice el ensayista: ''La intimidad de un autor está siempre a la disposición de sus lectores". Esto es, aclara Carlos Monsiváis:
''Novo sí dispone de un biógrafo a la medida de su ofensa a las buenas costumbres: él mismo. En artículos, crónicas, poemas y memorias, no deja casi nada al azar, revela la parte oculta de su vida, hace suyos y consigna los juicios negativos sobre su persona física, y exhibe a fondo los datos relevantes y los irrelevantes de su vida cotidiana. Una de sus hazañas está (obviamente) a la vista: nunca, ni por un minuto, conoce el significado de 'estar en el clóset' y no sólo en el sentido sexual."
El volumen, dado a conocer por Era con motivo de sus 40 años de vida editorial, contiene 14 capítulos, una entrada ''A manera de pórtico", una entrevista con el propio Novo a modo de apéndice y un colofón.
Amistad que envanece
Recordar al creador de esa delicia titulada In pipiltzintzin (los niñitos) o La guerra de las gordas a través de sus palabras dichas, no escritas, mediante la naturalidad de la entrevista, es algo que consiguió Monsiváis, auxiliado por Nancy Cárdenas, el 7 de septiembre de 1967. Vale escuchar, leyendo lo que no fue escrito, parte de lo que escribe Monsiváis de aquello que fue dicho:
''C.M.: Recordemos a Virginia Woolf: Desdichada profesión ésta donde uno para subsistir depende tan esencialmente del halago. ¿Cómo valora usted la capacidad literaria de Salvador Novo? ¿Cuál es el monto de su vanidad?
''S.N.: Bueno, yo creo que ésta es evidente y que es la vanidad que conlleva pues está nacida del cotejo sincero de lo que uno produce con lo que producen los demás. Y reforzada por la generosa estimación que a uno le profesan y que a los otros escatiman, y la publicidad que uno no procura, pero que acepta muy contento, pues viene a ser como una tercera ratificación de que esta vanidad está fundada. Luego cuando uno se enfrenta a monstruos como Carlos Monsiváis, tan destructores, encuentra que no es todavía objeto de sus ataques o sus sátiras sino de su amistad, pues uno la estima y se envanece todavía más.
''C.M.: El Novo de Nuevo amor, de ''Never ever clever", el Novo de ''Tú, yo mismo, seco como un viento derrotado", el gran poeta del naufragio amoroso, permaneció en silencio (en lo que a poesía se refiere) durante muchos años. ¿Considera usted una flagrante traición a la poesía?
''S.N.: No, yo pienso que en poesía, a diferencia de todo lo demás que uno pueda escribir, no puede nadie sentarse a decir 'yo voy a escribir un poema ahora'. En eso sí creo que hay inspiración y un momento de fulguración interna para decidirlo a uno a escribir un poema. Yo no he traicionado a la poesía. Quizás la poesía me haya traicionado a mí. Eso, en la medida en que sigo creyendo que la poesía es el lenguaje de la juventud que no encuentra ni puede encontrar ni debe encontrar otro para expresarse que la poesía, con sus acompañantes del amor, de la emoción, de la comunicación apasionada con el mundo o con las gentes. Cuando eso empieza a ser grotesco, cuando lo va abandonando a uno esta juventud que es la dueña de la poesía, pues uno con pudor y con recato va dejando de hacer poesía, porque la poesía lo va dejando. Pero yo creo que no la he traicionado, porque he seguido escribiendo y se lo puedo demostrar más adelante si me hacen preguntas."
Conocer tu nombre y repetirlo
Hacia el cierre del libro, escribe Carlos Monsiváis: ''El 13 de enero de 1974 muere Salvador Novo. Se vela el cuerpo en el Zócalo, en el Departamento del Distrito Federal, y la presencia relevante es María Félix. Se le entierra en el Panteón Jardín, ante un cortejo de actores, familiares, amigos, funcionarios, gente del pueblo (aquella no adscrita a ninguno de los sectores anteriores)".
Salvador Novo, a 27 años de su muerte, al inicio de Florido laude (1945): ''Lo menos que yo puedo/ para darte las gracias porque existes/ es conocer tu nombre y repetirlo".
(Con motivo del 27 aniversario luctuoso de Salvador Novo, hoy se efectuará Saboreando memorias de Novo, acto en homenaje al escritor. La cita es a las 13:30 horas en la Casa de la Cultura Jesús Reyes Heroles, en Francisco Sosa 202, Coyoacán.)