SABADO Ť 13 Ť ENERO Ť 2001

Ť La institución, expulsada por el Ejército en 1995

Manejaría de nuevo el CICR hospital en Guadalupe Tepeyac

Ť Todo está listo para la entrega, dice personal médico Ť No queremos promesas sino hechos, responden indígenas

HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO

Viejo Guadalupe Tepeyac, Chis. 12 de enero. Trabajadores del hospital IMSS-Solidaridad en Guadalupe Tepeyac han asegurado a los indígenas que recurren a sus servicios que todo está listo, o casi, para entregar las instalaciones del nosocomio al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

Por su parte, los pobladores originales, que siguen en el exilio, dicen que no creen en nada. "Si no vemos hechos, nada sirve lo que quieran que pensemos", dijo en La Realidad uno de ellos, mientras se aprestaba a participar en la marcha que hoy se realizó en San Cristóbal de las Casas.

Como se recordará, este hospital fue administrado por el CICR durante un año, al inicio del conflicto chiapaneco. Cuando el EZLN liberó al general Absalón Castellanos Domínguez, en febrero de 1994, abriendo paso a los diálogos de la Catedral de San Cristóbal, el Comité Internacional de la Cruz Roja se instaló aquí. Cuando el Ejército Mexicano ocupó el poblado durante la ofensiva militar del 9 de febero de 1995, los habitantes de Guadalupe zapatistas4 Tepeyac huyeron a la montaña para iniciar un exilio de ya casi seis años. Al día siguiente, la Cruz Roja fue expulsada por los soldados, sin que la institución denunciara el hecho ni defendiera su posición neutral en la zona de conflicto.

Desde entonces este pueblo es un fantasma, y el hospital una extraña ínsula institucional al fondo de la selva; en sus extremos hay dos bases de operaciones del Ejército Mexicano. Los cafetales y milpas del ejido son una tristeza, devastados, vueltos monte. Tomará seis años recuperar estas tierras para el cultivo de café, dicen sus propietarios.

Los indicios en la región son contradictorios. Cuando este enviado fue detenido en el puesto de revisión de Amparo Aguatinta, pregunté al oficial a cargo: "ƑNo dijo el presidente Fox que se debían levantar todos los retenes?".

"A mí no me dijo nada", replicó el militar y procedió al interrogatorio acostumbrado.

Hasta no ver

Hace poco vino "gente del gobierno" para anunciar que se vaciarán las instalaciones del hospital, o parte de ellas, así como las bodegas y la farmacia. El propio personal médico notificó estos días que se interrumpirán las consultas médicas; las cirugías programadas la semana pasada fueron suspendidas hasta nuevo aviso.

Indígenas de las comunidades circundantes de El Carmen y La Realidad refieren también que a principios de la semana hubo gran inquietud en el cuartel del Aguascalientes original, (destruido por el Ejército hace seis años) y la colonia militar a las orillas del poblado en ruinas. Que incluso en las afueras de esta última se formó una valla de 60 escudos antimotines para repeler una presunta protesta de las bases de apoyo zapatistas y miembros de la sociedad civil que vendrían a desalojarlos "a garrotazos", según los propios soldados. Estos advirtieron a la gente que transita por el camino que no se acercara, pues instalaron una cerca electrificada.

En todo el perímetro de la colonia castrense han aparecido, por decenas, letreros amarillos con letras rojas donde se lee: "Peligro. Alta Tensión". Dicen indígenas que por el lado de los cafetales y veredas de monte se colocaron anuncios similares.

En las afueras del Aguascalientes de La Realidad, campesinos comentaron a La Jornada que la preocupación de los soldados podría deberse a los preparativos de la marcha zapatista que la madrugada de hoy salió rumbo a la ciudad de Jovel.

Los militares habrían interpretado la congregación de bases de apoyo como una movilización similar a la de Jolnachjoj este año nuevo. "Pero no estamos nosotros pensando en eso", dijo un indígenas.

Guadalupe Tepeyac parece hoy doblemente desierto. Sin pobladores desde principios de 1995, por primera ocasión los cientos de soldados aquí destacados resultan invisibles. No se ve, en efecto, ningún uniformado. El cuartel da la impresión de encontrarse vacío: no circula un alma por sus calles asfaltadas y camellones, las garitas se ven desiertas y no hay vehículos ni tanquetas al otro lado del camuflaje de hoja seca de plátano. Un hombre joven, vestido de civil y con aspecto militar, sentado en el piso contra el muro de piedra, parece no hacer nada, con una hoja de papel y una pluma en las manos.

Los enfermos y sus familiares, de distintos puntos de la región, deambulan por la escalinata y los estacionamientos del que en 1994 los zapatistas tepeyaqueros bautizaron Hospital General Emiliano Zapata-Che Guevara. En 1995, después de la expulsión de la Cruz Roja Internacional, aquí funcionaron las primeras oficinas del EjércitoMexicano, mientras las tropas acampaban en tierras de la comunidad. Así han permanecido un sexenio entero.

Los servicios del hospital funcionan aún, pero los usuarios externan desconcierto ante la información y los rumores. Por su parte, gente de Guadalupe Tepeyac se muestra desconfiada: "Hasta no ver, no nos creemos nada", como comentó una mujer de dicha comunidad tojolabal al pie del camión de redilas pronto a partir en la madrugada.