JUEVES Ť 11 Ť ENERO Ť 2001

Ť Se estrena el 19 de enero Letras prohibidas

Llevan a la pantalla grande el erotismo y la irreverencia del Marqués de Sade

ARTURO CRUZ BARCENAS

En medio de una abundante información erótica en Internet, en revistas y videos, e inclusive en diarios, el próximo 19 de enero se estrenará la película Letras prohibidas: la leyenda del Marqués de Sade, dirigida por Philip Kaufman (Los elegidos, La insoportable levedad del ser, Henry y June), con guión de Doug Wright.
letras prohibidas
El morbo siempre ha perseguido a la obra del Marqués y más de un lector se ha dado de topes con sus escritos, cuya estructura literaria ha sido reducida al esquematismo de un rollito y un palito. Justine o Juliete, dos de sus principales obras, fueron incomprendidas y satanizadas por la moral de su tiempo, condenadas por la ley, hasta llevarlo al encierro.

Incorruptible en su vocación literaria, inclaudicable, Sade enfrentó en vida el poder de la Iglesia, cuyas jerarquías criticó el Marqués. Si alguien ha padecido de la censura, ese es el artífice del sadismo, autor dificilísimo de leer, entender y comprender. En sus obras se aprehende y aprende la historia desde el tema de la sexualidad, del eros y su contraparte. Sus personajes son ambivalentes, como todos nosotros; en la balanza de cada espíritu y materia ?el mismo personaje (actuado por Geoffrey Rush) lo dice en la cinta? es difícil hallar si alguien es bueno o malo, feo o bonito.

Al leer a Sade siempre se tiene el ruido de la calentura, de la cachondería. Radicalizó la óptica y la historia de la humanidad desde el terreno del deseo; se burló del Dios cristiano y a Jesús le llamó secuaz, acompañado por 12 cómplices, a quienes señaló como los hurtadores del cuerpo, para generar la idea del milagro de la resurrección, idea angular para los cimientos de la fe.

Así como Hegel y Marx se preguntaron qué sería de la religión sin los milagros, el Marqués lleva al extremo la ironía. Si no hubiera Dios, todo estaría permitido, se ha dicho, y Sade lleva tal planteamiento al plano literario en la figura del libertino, quien con apetito sexual insaciable, provocará las desventuras de la virtud.

Muchos esperaban ver en Letras prohibidas al Marqués desde el espejo de una gringadera hollywoodense. No hubo tal. La trama se sostiene y el lector de Sade verá a éste  desde la leyenda. La historia tiene sus rigores. A final de cuentas el arte es una realidad diferente a la realidad.

A Michael Caine le queda al dedillo el papel de prefecto-doctor-autoridad-pene chico con amante joven, pero no ciega y mucho menos tonta. No menos adecuada es la actuación de Kate Winslet, quien interpreta a la inocente y virgen lavandera Madeleine.

Para muchos lo escrito por Sade huele a mierda. Tienen razón. Pero mejor vean el descenlace de la película.