JUEVES Ť 11 Ť ENERO Ť 2001

Ť El bandolero, el pocho y la raza, nuevo libro del investigador

Maciel: las industrias fílmicas de México y EU abordan con prejuicios a los chicanos

Ť La ''tercera alternativa'' se encuentra en las películas de esa comunidad, asevera

MIRYAM AUDIFFRED

Muchos son los mexicanos que año con año salen del país en busca de ''progreso". Se van al otro lado y así -ha escrito el cronista Carlos Monsiváis- se mudan de tiempo histórico, se amargan en dos idiomas. Se vuelven personajes de película junto con sus descendientes para ser, de acuerdo con el investigador David R. Maciel, el blanco del menosprecio. Su libro El bandolero, el pocho y la raza. Imágenes cinematográficas del chicano -presentado la noche del martes en el Centro Cultural Arnaldo Orfila de Siglo XXI Editores, por Busi Cortés, Alejandro Pelayo, Gustavo García y el autor- así lo demuestra.

Y es que para Maciel, también autor de Cultura al otro lado de la frontera, el chicano no ha sido representado adecuadamente por la cinematografía de México y Estados Unidos, pues -sostiene- ''en ambas industrias imperan serios prejuicios y hasta cierta discriminación".

Redivivos, ''los rasgos de Lombroso''

De hecho, fue el cansancio de observar representaciones denigrantes de la comunidad chicana en las cintas hollywoodenses lo que, hace 15 años, impulsó a este investigador ''mexicano-americano'' a caminar por los senderos del cine nacional.

''Esperaba descubrir en estos filmes temas interesantes y fieles a la realidad chicana. Creí que se trataría de películas realizadas por directores más informados acerca de nuestra historia, sociedad y cultura. Mi sorpresa fue mayúscula cuando descubrí que las producciones fílmicas de México eran, en su gran mayoría, tan pobres como las de Estados Unidos."

De acuerdo con el director de la Facultad de Estudios Chicanos de la Universidad Estatal de California y miembro de El Colegio de la Frontera Norte, las imágenes negativas del chicano en el cine estadunidense se remontan al origen de la industria cinematográfica, registrado a chicano-2 principios del siglo XX. ''Tienen una base histórica vinculada con la subordinación económica y política de que fue objeto la población del 'México perdido' después del triunfo de Estados Unidos en la guerra de 1846-1848", aclara.

Además, asegura que la industria de Hollywood ha producido un cine de género que tiende a crear villanos. Lo aclara Monsiváis en el prólogo de este nuevo libro: ''Para los norteamericanos no hay south of the border la categoría de vecinos. Sólo hay asaltantes, mendigos, personal de servicio, recuerdos vivientes de lo que sucede cuando un pueblo se envuelve en su inepta y sangrienta tradición para mejor morir o matar.

''El mexicano, genéricamente llamado Pancho -continúa el autor de Días de guardar- es el traidor repugnante, el chiste ambulante, el bandido de rasgos 'lombrosianos'."

Alejandro Galindo y el dedo en la llaga

Para escribir este libro, Maciel analizó cerca de 300 cintas como Alambrista, Espaldas mojadas, Seguín, La sal de la tierra, Raíces de sangre, El Norte y The Ballad of Gregorio Cortez que, entre otras cosas, le demostraron que en el cine mexicano también predominan sentimientos de hostilidad hacia quienes se establecen del otro lado. ''Desconociendo los esfuerzos que buena parte de la comunidad chicana realizaba y realiza para preservar su cultura, los filmes hechos en México utilizan el concepto de 'pocho' para decir que estas personas le dieron la espalda a su país".

Así, decepcionado por un lado y adolorido por el otro, el investigador no duda en señalar que la ''tercera alternativa", la más afortunada, se encuentra en el cine chicano que es, hasta la fecha, ''el único en lograr una caracterización visual más exacta de la comunidad de que forma parte". De hecho surgió en el contexto del Movimiento Chicano que, en los años sesenta, hizo del cine un arte comprometido con la realidad social.

Segundo título de la colección El México de afuera, El bandolero, el pocho y la raza... resume, en opinión del crítico Gustavo García, ''la historia de dos vergüenzas". Pero también es el reflejo de un país -México- que no ha sabido dignificar a sus habitantes en sus producciones cinematográficas. ''Fueron pocos los que, como Alejandro Galindo, pusieron el dedo en la llaga con una sabiduría enorme", concluye.