MIERCOLES Ť 10Ť ENERO Ť 2001
William Maples, pionero de la antropología forense
Desentrañador de osamentas
Durante siglos, los restos de un hombre que llevó una vida tranquila y estudiosa fueron confundidos en Perú con los del sanguinario conquistador Francisco Pizarro. Quien sacó a la luz este error fue también el hombre a quien se atribuye haber acelerado por un disgusto la muerte de un funcionario del Pentágono, pues lo acusó de entregar restos imposibles de identificar a familiares de soldados estadunidenses desaparecidos en Vietnam, y malversar fondos para la recuperación de militares perdidos en acción.
Los muertos sí cuentan historias son las memorias de William R. Maples, uno de los pioneros de la antropología forense, nacido en 1937, quien afirma que esta ciencia se fue gestando en las guerras mundiales, ante la necesidad de identificar a personas muertas en el extranjero, y creció de la mano de las investigaciones policiales.
Maples explica la diferencia entre los patólogos forenses, especializados en determinar causas de muerte, y los antropólogos forenses, más enfocados a la identificación de restos.
Varios capítulos de las memorias de Maples están dedicados a las osamentas célebres que le ha tocado examinar, como los restos del Hombre Elefante, John Merrick, y los del presidente estadunidense Zachary Taylor -uno de los generales que tomaron parte en la invasión estadunidense de 1847 a México-, quien murió repentinamente en 1850 con síntomas que, según algunos historiadores, eran de envenenamiento por arsénico. El forense determinó que el presidente murió de cólera, pues sus huesos no presentaban el sedimento de ese veneno.
Otra leyenda que el científico ha contribuido a destruir es la de la supuesta salvación de Anastasia, hija del zar Nicolás II. Tras el análisis de las osamentas del zar, su familia y sus criados, determinó que si bien los restos de Anastasia no han aparecido, es improbable que alguien escapara de la saña de los bolcheviques.
En 1961 Maples fue llamado a Perú, pues en una excavación en la catedral de Lima fue encontrada una caja que según un letrero puesto en el exterior contenía los restos de Pizarro, siendo que los supuestos restos del conquistador reposaban en la catedral desde siglos antes. Descubrió, en los huesos recién encontrados, huellas de la muerte violenta que según historiadores sufrió Pizarro a manos de conspiradores, así como que fue alguien que "vivió a caballo". La osamenta en la cripta de la catedral correspondía a alguien cuya actividad principal era escribir. El conquistador era analfabeto.
En 1985, familiares de soldados desaparecidos en Vietnam solicitaron la opinión de Maples sobre los restos que habían recibido de las autoridades militares, las cuales les aseguraron que ya habían sido identificados. El forense explicó que es posible hacer una identificación a partir de un diente, siempre y cuando se cuente con registros dentales meticulosos, que en la mayoría de los casos no existen. Esto lo llevó a formar parte de un lobby que logró demostrar que se estaba engañando a los familiares y, por lo tanto, se había malversado el dinero para la identificación.
Maples analiza cómo a lo largo del siglo XX su ciencia se convirtió en un arma cada vez más útil en la búsqueda de la verdad y la justicia. Confiesa que en sus inicios jamás pensó que generaciones completas de alumnos suyos fueran a dedicarse a la identificación de víctimas desaparecidas de dictaduras.
Se considera un maestro estricto. En la primera clase da a sus alumnos diez fragmentos de hueso y los hace identificar de qué hueso se trata, si el sujeto es humano o animal. A lo largo del curso, los alumnos deben identificar huesos cada vez más pequeños, y para el examen final los fragmentos les son entregados en una caja de cerillos. (de la redaccion)