MIERCOLES Ť 10 Ť ENERO Ť 2001

Luis Linares Zapata

El sureste prometedor

La visión expuesta por el presidente Fox para interpretar lo que sucede en el sureste mexicano es confusa al incluir, con su incorrecta fraseología, las maniobras de Roberto Madrazo para neutralizar la determinación del TEPJF como algo digno de verse con optimismo; incompleta, en cuanto no considera tal albazo como una intentona grotesca y preocupante, e injusta con otros de los actores del proceso democratizador mexicano, a quienes no les da el lugar que merecen. Pero, al mismo tiempo, es certera al identificar lo que sucede en esa región como parte de un fenómeno social y político que está transformando la realidad de la nación y por el cual se halla, a él mismo, contento y decidido a difundirlo, por todo el mundo, como algo ejemplar. El punto central de esa manera presidencial de leer la actualidad reconoce la fuerza transformadora que conforma la misma sociedad en su trayecto hacia etapas de mayor modernidad, entendida ésta como el tránsito hacia la mayor participación de la población en las decisiones que la afectan a través de núcleos de ciudadanos cada vez más numerosos, informados, que exigen apertura y diversos en su composición, actitudes y valores.

Al ir alejándose de los patrones de sumisión pasiva que exigía el antiguo régimen, la población entró, que duda cabe, en un movimiento que se alimenta a sí mismo desde varios ángulos. La sociedad desata procesos que no pueden ser revertidos sin recurrir a trampas inocultables o a la violencia física o institucional, prácticas inaceptables para la comunidad y cobrables por un electorado cada vez más atento. Cuando la autoridad recurre a ellas le provoca al cuerpo colectivo, casi de inmediato, desconcierto e inmoviliza sus sistemas de convivencia; cae en la ilegitimidad y, con frecuencia, en flagrantes atropellos a la legalidad.

Pero el presidente Fox adelantó una historia adicional. La del discurrir de la transición de norte al centro y después extenderse por sur del país, es decir, de los más ricos y educados hacia las zonas de pobreza y analfabetismo. Implica así la creencia de que la democracia habita y se desarrolla sólo ahí, entre los acomodados, y que éstos la trasmiten por goteo. Fox reduce el dilatado esfuerzo de transición al aspecto electoral y deriva su análisis e interpretación del recuento oficial de los cambios de gobierno, excluyendo aquellos que fueron truncados o simplemente nublados por el fraude o la rampante manipulación.

La historia no empezó en la Baja California de Ruffo sino bastante antes: con la crucial rebelión electoral del 88 que cubrió al país. En ella, mucho del triunfo frustrado del Frente Democrático Nacional tuvo como epicentro el Distrito Federal y tomó cuerpo en estados circunvecinos como Guerrero, Oaxaca o Veracruz, que son parte sustantiva de ese sureste atrasado. El norte, con excepción de Tijuana, Chihuahua o La Laguna, permaneció sin alteraciones de importancia o se inclinó, con levedad, por la opción panista. Otro lado de la moneda. Muchas de estas estribaciones son las que finalmente cristalizaron en el llamado de Fox y que ahora se alzan con el triunfo en las urnas.

ƑLos sucesos actuales de Tabasco y Yucatán son celebrables como lo afirma el Presidente? No, en su parte medular y significados generales. No, en cuanto contienen designios de control por grupos enquistados en el poder. No, porque se alejan de utilizar el derecho como camino para dirimir los conflictos, como guía para la vida organizada y lo usan, groseramente, para apoyar las propias y circunstanciales conveniencias. La clásica prédica, desde los cargos públicos, de apegarse a esa ley que una pequeña fracción impuso y cambia para perpetuar sus privilegios y mando y no para instalar la justicia entre todos.

A juzgar por el desplegado que firmaron 17 gobernadores priístas en respaldo de las acciones que, en "defensa de la soberanía estatal" dice llevar a cabo Víctor Cervera en desacato abierto del mandato del TEPJF y que ayer mismo el presidente de la SCJN recomendara obedecer, el PRI, desde sus mandos cupulares, ha decidido ocupar las trincheras del federalismo frente al "poderoso centro". En lugar de atisbar y acoplarse con la corriente de apertura y pluralidad política que, desde hace ya rato, prendió, como en casi todo el país, en el sureste de los atrasos seculares. En especial en Tabasco donde, desde 94 de todas las movilizaciones perredistas y los gastos faraónicos del madracismo, se reveló incontenible el afán de dar voz y fuerza a distintas opciones políticas que deben trabajar juntas. O en las tierras yucatecas, donde el panismo se hizo evidente desde los años 60 para irle ganando espacios a la hegemonía del oficialismo caciquil y humillar las intentonas de comprar votos con bicicletas, máquinas de cocer, apelaciones tramposas a la soberanía y a las fidelidades personales, en lugar del respeto irrestricto a las leyes e instituciones de la República.