MARTES Ť 9 Ť ENERO Ť 2001

Ť Antologó otro volumen con versos de Díaz Mirón a Paz, entre 61 escritores

Revisita Víctor Manuel Mendiola el poema largo en su nuevo libro Papel revolución

Ť La selección incluye fragmentos cercanos al haiku, el epigrama o el aforismo

ARTURO JIMENEZ

Dos libros de poesía ha publicado de manera reciente el escritor Víctor Manuel Mendiola, uno como antologador y otro como poeta. El primero es una singular aventura para extraer el ''núcleo central" ubicado en uno o algunos versos de cada poema, mientras el segundo es un largo y único canto.

Uno se titula Poesía en segundos (Ediciones Cal y Arena) e incluye fragmentos poéticos de 61 escritores, desde Salvador Díaz Mirón (1853-1928) hasta Samuel Noyola (1965), pasando por Ramón López Velarde (1888-1921), Octavio Paz (1914-1998) o José Emilio Pacheco (1939). Es decir, más de cien años de poesía mexicana.

El otro es en realidad un cuadernillo titulado Papel revolución (Casa Juan Pablos y Ediciones Sin Nombre) y contiene un recorrido poético-narrativo de Mendiola por la Conquista de México a partir de las páginas de un libro de texto leído en una ''tosca escuela de gobierno".

En Papel revolución el poeta va y viene entre el pasado lejano del país y el pasado cercano de su infancia posible. Su relato se intercala y se tensa entre las peripecias de Cuauhtémoc, Moctezuma, Cortés y los personajes de su escuela, incluidos su maestra y él mismo como voz narrativa en primera persona. La memoria y la imaginación se destraban mediante la fuerza de la nostalgia.

Todo es permeado por la evocación de los colores, olores y texturas contenidas tanto en las hojas de papel revolución de su libro como en el entorno de su salón y demás espacios del universo escolar. Mediante las palabras se realiza el encarnamiento de las sensaciones provocadas por ese tipo de papel, como apuntan unas notas no firmadas del volumen.

Se suceden e intercalan así elementos como el trágico enfrentamiento entre españoles y mexicas, el dilema de un niño hermoso en los mingitorios escolares, el estremecimiento precoz al descruzar la maestra sus piernas, la observación desde la escuela del bosque y de la lluvia.

''En mi libro de texto/ sopla una ráfaga./ Las nubes se abren;/ entra una línea de sol./ Camino adentro/ de una redonda/ urna de plata./ 'El pico de un estoque/ le saca el ojo/ al capitán/ que venía de Cuba'/ y yo me siento/ a contemplar/ la lentitud/ que hay en los fresnos."

Señalan las notas mencionadas: ''Desde hace ya un cierto tiempo, Mendiola ha buscado recuperar para el poema un tono narrativo, en el que la sucesión no sea suma de instantes sino multiplicación de la experiencia, crecimiento del lenguaje como cuerpo de lo vivido, incluso si se trata de una sensación poco poética".

De fragmento a totalidad

Mientras, en Poesía en segundos Víctor Manuel Mendiola se arriesga una vez más como seleccionador, pero esta vez no de algunos poemas de ciertos poetas, sino de uno o varios versos de esos poemas. Busca en cada pieza poética aquellas líneas ''excepcionales", las ''presencias diminutas" dotadas de "alta densidad".

Autor del prólogo, Mendiola pondera el asunto y advierte que en la poesía mexicana pueden encontrarse buenos versos en malos poemas. Pero también a la inversa, pues existen buenos poemas sin un solo verso excepcional, pues su valor radica en la totalidad del texto.

Apunta que los fragmentos memorables pueden tener vida propia, independiente del poema completo, aunque indica que aquí no sucede al contrario, ya que el resto pierde fuerza sin su ''núcleo de energía".

''Pequeños y perfectos''

Según el caso, dice Víctor Manuel Mendiola, estas partículas pueden estar cercanas al haiku, al epigrama o al aforismo, al epitafio o al refrán, o hasta al eslogan político y publicitario. Incluso las iguala en importancia a los poemas nacidos desde el principio ''pequeños y perfectos".

En el libro aparecen fragmentos irónicos, como el de Díaz Mirón:

''Ay de los enamorados/ con los cuerpos apartados/ y los espíritus juntos"; célebres, como el de Enrique González Martínez: ''Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje"; sublimes, como el de Efraín Huerta: "el suceso dorado de tus muslos."

O inquietantes, como el de Alí Chumacero: ''Igual al pez que no comprende/ la ola en que navega"; geniales, como el de José Juan Tablada: ''šMujeres que pasáis por la quinta avenida/ Tan cerca de mis ojos, tan lejos de mi vida!..."; fundacionales, como el de Xavier Villaurrutia: ''Cuando la vi cuando la vid cuando la vida"; o sencillamente bellos, como el de Alvaro Mutis: ''La fresca balanza de sus senos".