DOMINGO Ť 7 Ť ENERO Ť 2001
Ť Los piqueteros son activistas políticos que viajan en avión, acusa Storani
Convierte ministro de De la Rúa a cesantes que cortan rutas en nuevos subversivos del sistema
Ť Organismos de derechos humanos de Argentina salen en defensa de los "desesperados"
STELLA CALLONI/I CORRESPONSAL
buenos aires, 6 de enero. En el boletín En Ruta, de noviembre pasado, del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) de las localidades de Almirante Brown, Solano y La-nús, en la provincia de Buenos Aires, se lee: "El viento es el fruto de la tierra, tiene su tiempo y madura, no en los libros y escritos de lamentos, sino en los pechos organizados de los que nada tienen más que dignidad y rebeldía. Y este viento de abajo, el de la rebeldía, es el de la dignidad, no sólo es respuesta a la imposición del viento de arriba, no es brava contestación en un corte de ruta, en la toma de un supermercado, en el reclamo de un subsidio de hambre; en sí lle-va una propuesta nueva, que no es sólo la destrucción de un sistema injusto y arbitrario, es sobre todo una esperanza de igualdad, dignidad y rebeldía en libertad".
Hace unos días el ministro del Interior, Federico Storani, sostuvo que tenía informes de inteligencia según los cuáles los di-rigentes de los llamados "piqueteros" (de-socupados que cortan rutas en demanda de trabajo o subsidios para comer) son activistas políticos "que viajan en avión" y cuyas acciones "no son para nada espontáneas si-no destinadas a limar la gobernabilidad", y anunció que se les iba a reprimir "por la vía de la justicia, porque la democracia debe defenderse con todo el peso de la ley".
Convirtió a los cesantes que cortan rutas en los nuevos"subversivos" del sistema.
La respuesta fue inmediata: todos los organismos humanitarios publicaron una carta pagada en defensa de los "desesperados" y su derecho a exigir justicia. También se advirtió que el gobierno trata de esta manera frenar las protestas.
El desempleo tuvo su pico histórico du
-rante el gobierno de Carlos Menem, con 18.6 por ciento en 1995, en cifras oficiales, y 20 a 24 por ciento en números sindicales. En abril de 1999, la realidad oculta en los festejos del crecimiento económico, estalló en el rostro de los argentinos, aunque la protesta social, que se extendía desde 1996 a 1997 en cortes de rutas y movilizaciones lo estaba reflejando.
Un informe del Banco Mundial, que pu-blicó el diario Página 12, en 1999, señalaba que existían 13 millones 400 mil pobres y 3 millones 200 mil indigentes en una po-blación que supuestamente alcanza los 36 millones, aunque la cifra puede ser menor ya que no hay censo desde hace años.
El anterior gobierno de Menem presionó a sus numerosos amigos estadunidenses hasta lograr que Myrna Alexander, directora del Banco Mundial para Argentina, enviara una carta a la redacción de Página 12 diciendo que los datos publicados respondían a un borrador, pero sin negar su veracidad.
Las esperanzas de que disminuya el de-sempleo son escasas. Además de que las ci-fras oficiales ocultaron y ocultan la verdad, ya hay millones cada año que abandonan su búsqueda de trabajo.
El periodista y escritor Horacio Verbitsky advertía en mayo pasado, cuando la desocupación rondaba 16 por ciento, que ésta continuará por mucho tiempo oscilando en esa misma cifra, y que "en el 2003 podría estar entre 15.4 y 17.1 por ciento".
Agregaba que en el remoto 2010 oscilará entre 15 y 20 por ciento. Como pronóstico es más que desesperanzador.
Al comienzo del año 2001, miles de desocupados volvieron a cortar rutas argentinas. Unos 500 de ellos en La Matanza, provincia de Buenos Aires, ya lo habían hecho en noviembre pasado, donde más de 5 mil personas participaron.
Allí estuvieron las dirigencias de la Central de Trabajadores Argentinos, de la Co-rriente Clasista y Combativa y de la Confederación General del Trabajo disidente. Es-to obligó a los gobiernos nacional y provincial a negociar y poner en marcha alrededor de 9 mil 500 planes de trabajo.
"No somos fascinerosos ni delincuentes, nuestros compañeros no cobran sus sueldos desde hace meses y si no salimos a las c-lles, Ƒqué tenemos?", sostenían los piqueteros de La Matanza. Este corte de ruta estaba a sólo 30 kilómetros de la capital federal, que sigue tratando de estar lejos del conflicto interior, sin lograrlo.
Organismos humanitarios creen que los informes de inteligencia de Storani están basados en los criterios de la estadunidense doctrina de conflictos de baja intensidad, que tienden a ubicar como subversivos a los pobres y desesperados que exijan sus mínimas necesidades, y creen que ya han sido preparados los cuerpos de represión, como las fuerzas de despliegue rápido en que se ha convertido a la Gendarmería Nacional.
En noviembre pasado estas fuerzas tuvieron su experiencia de guerra de baja intensidad cuando desalojaron a familias de pi- queteros desarmados de un puente en Río Negro, en el sur del país, persiguiendo a desocupados por los bosques aledaños en un ejercicio vergonzoso de poder, como lo hicieron en Corrientes, en diciembre de 1999, con saldo de dos muertos.
El sacerdote Alberto Spagnolo es joven y trabaja sin descanso junto a los desheredados del sistema en el barrio de Solano, que podría estar en cualquiera de las ciudades perdidas de América Latina.
Rodeado de familias humildes que viven en la miseria absoluta --dice él--, acuñó la frase de que si "Jesús viviera sería piquetero", porque conoce en su trabajo de día tras día la realidad que le "reclama".