domingo Ť 7 Ť ENERO Ť 2001

Guillermo Almeyra

Autonomía y unidad nacional

En Francia, a proposito del autonomismo y del independentismo de un sector corso, y en toda España, País Vasco incluido, a raíz de los métodos bárbaros del independentismo de los etarras, se discute ardientemente, sobre todo en la izquierda, el problema de la unidad estatal y el de los márgenes para el derecho de autodeterminación, al igual que la cuestión de la estructura unitaria, centralista y unificadora (de la República nacida del jacobinismo, en el primer caso, o del centralismo del Estado de la monarquía española, con sus agentes en las clases dominantes de Galicia, de Euskadi, de Catalunya.)

En esta discusión se mezclan asuntos que deberían ser considerados por separado. Un sector de la izquierda mediterránea -y no sólo entre los secuaces de Chevènement, llamado por ellos el Che -cree que un estado sólido es una traba eficaz contra la dominación del capital financiero y del neoliberalismo y su llamada "gobernancia".

Tiene razón, en la medida en que debe haber un contrapeso estatal a las medidas inhumanas, saqueadoras de recursos y destructoras de gentes, propias de la política del capital financiero, política que está guiada por el lucro y por la concentración de la riqueza y del poder, y es totalmente ajena a las preocupaciones sociales que, en cambio, deberían caracterizar a los estados.

Pero no la tienen al desconocer que la mundialización -como lo prueba la farsa electoral en Estados Unidos- debilita a todos los estados y coloca los centros de decisión fuera del alcance de los mismos que, por potentes que sean, no pueden encerrarse en la autarquía (como lo muestra, nuevamente, el enfriamiento de la economía de Estados Unidos).

Tampoco la tienen cuando piensan que la fuerza del Estado consiste en el reforzamiento del aparato central estatal actual y en el del peso de la nación más numerosa y dominante sobre las dominadas. ƑAcaso no es más fuerte un Estado basado en el libre consenso de los ciudadanos, en un real pacto social entre los mismos sobre la base de la autodeterminación, la autogestión y de la democracia?

La autodeterminación y la autonomía, por otra parte, no son, por fuerza, sinónimo de separatismo, de independentismo. Los Estados-nación en crisis, aunque siempre fueron "cárceles de naciones", no están condenados a estallar en una miríada de micro Estados, libres sí de sus antiguas capitales, pero totalmente sometidos al dominio de los centros mundiales de decisión capitalista, y de Estados Unidos en particular.

En efecto, ninguna de las "identidades diferenciadas" (que no naciones aunque se crean tales) es étnica y culturalmente pura, y no vivimos ya los tiempos en que el Estado daba origen al nacionalismo y éste a la nación, unificando diversos pueblos en torno de una lengua de minorías (en 1872 sólo 6 por ciento de los franceses hablaba francés pero el nacionalismo galo y la nación habían sido afirmados desde hacía un siglo por la Revolución Francesa y sus consecuencias). Hoy las migraciones son masivas y cambian los territorios y las sociedades. Si los habitantes de Córcega, incluyendo los inmigrados, tuviesen que votar por la independencia corsa Ƒacaso lo harían?

Y Ƒqué pasaría si hubiese en Euskadi un referendo sobre la independencia en el que votasen los residentes, vascos o no? La izquierda, por lo tanto, no debe temer ni la autonomía ni la autodeterminación.

Debe en cambio opinar sobre cómo deben funcionar y recomendar el mantenimiento de la estructura unida y republicana del Estado, pero sobre la base de la transformación de éste en un Estado democrático, con autogestión y consejos y una autonomía de las regiones que no ejercerían conscientemente su derecho a separarse de las demás para así poder trabajar juntas contra la política destructora de identidades que intenta aplicar el gran capital.

La autonomía puede ser muy amplia, como lo es ya la vasca o la catalana, o como, en Italia, la del Val d'Aosta, donde se habla francés, o la del Tirol, donde se habla alemán, o en Alemania la de los Laender. Sólo que esa autonomía no puede tener sólo una base lingüística y mucho menos una base étnica (Ƒdónde está la etnia catalana o la vasca?, Ƒdónde está la base lingüística de la supuesta etnia vascongada si su lengua sólo se ha empezado a escribir a fines del siglo pasado?

La autonomía debe existir en todas partes frente al capital y al poder del aparato estatal central para que el Estado esté formado por ciudadanos y la unidad del mismo no sea uniformización. La autonomía debe ser una característica de cada municipio. Porque sólo un Estado democrático es una traba al neoliberalismo si se apoya en el consenso mayoritario.

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