domingo Ť 7 Ť ENERO Ť 2001
Antonio Gershenson
Sureste, caciquismo y economía
En estas semanas se esta dando una importante lucha que contribuye a erradicar el caciquismo en entidades del sureste del país. El triunfo en Chiapas de una candidatura a gobernador, partidaria de la pacificación del estado sobre la base de lograr consensos en la sociedad, y luego la anulación de la elección irregular para gobernador en Tabasco, con sus secuelas, son muestras muy visibles de este proceso. También en Yucatán hay un conflicto al respecto.
Es muy importante para este proceso atacar las bases económicas del caciquismo. Las formas más primitivas de esta práctica se han basado en la incomunicación: gracias a ésta, el dueño de los pocos medios de transporte y comercialización imponía su voluntad, también, en los campos político y social. De estas formas primitivas algo queda, pero la más importante en la actualidad incluye, por parte del caciquismo, ya no simplemente la propiedad de la única tienda y de los pocos camiones del pueblo, sino la propiedad, posesión o control de medios de difusión, empresas, algún banco y el poder político local o estatal.
Si bien las bases económicas de la dominación primitiva se afectaban con una simple carretera, las del caciquisimo que incluye los elementos enumerados son más amplias. Para que las entidades afectadas por éste superen el problema, se requiere su industrialización, y no en cualquier forma. Esto, claro, tiene el propósito primario de desarrollar las regiones, pero además golpea al caciquismo en sus bases. En este proceso económico debe participar la población local. Si la misma opresión amplía su ámbito de acción, por ejemplo, de la actividad agropecuaria a la industrialización de los productos de esta actividad, podrá haber más fuentes de trabajo pero el problema de fondo no se resolverá con ello.
Van dos ejemplos. Están planteados proyectos de tender líneas de transmisión de electricidad y ductos a lo largo de Centroamérica, como parte de un proceso más amplio. Esto abriría la posibilidad de explotar el potencial hidroeléctrico del Río Usumacinta, fronterizo entre México y Guatemala. Es importante explotar este recurso, hasta hoy desaprovechado, de común acuerdo con la población. El otro ejemplo es el desarrollo del Istmo de Tehuantepec, no sólo como vía de comunicación entre los dos grandes océanos sino como fuente de transformación industrial de los bienes que crucen el país por esa vía, y de otros con los que cuenta la región. Aquí también hay un gran recurso energético desaprovechado, el viento de La Ventosa. Y también es importante la participación de la población local.
En el Usumacinta, los criterios de planeación de las plantas eléctricas no deben ser, como en el Río Grijalva, encaminados hacia pocas presas muy grandes. Si se construyen más presas pero más pequeñas, se reducirá drásticamente el número de poblados inundados por las aguas de la presa. Bajarán los costos totales. Se aprovechará mejor la energía del agua. Y, en lo posible, deberá usarse la nueva tecnología que permite construir la presa sin desviar el río. En estas condiciones, será más factible el empleo de mano de obra local en una mayor parte de la obra, a diferencia de lo que ha sido común.
En La Ventosa es perfectamente factible y de seable el empleo de mano de obra local en la excavación, armado y colado de las cimentaciones de los aerogeneradores. Es deseable también el ensamble en la región y tal vez la producción de algunas componentes que requieren de procesos intensivos en mano de obra. Además, en estos y en todos los casos, deben aprovecharse en lo posible los bienes y servicios de empresas locales.
En ambas situaciones, debe quedarse una parte de los trabajadores de la obra en los puestos permanentes de operación de las plantas. La energía generada, además de cubrir las necesidades de la región, puede alimentar nuevas plantas petroquímicas y de otra índole que aprovechen mejor los recursos naturales de ambas zonas.
Estos ejemplos no son únicos. La participación de sectores de la población local en la modernización de la vida de esas entidades sentará bases firmes para que las mismas tengan una vida más democrática. En la medida que los habitantes de esos lugares tengan posibilidades de decisión y de ganarse la vida sin depender de las estructuras caciquiles, se podrán eliminar las bases económicas sobre las que estas estructuras se han erigido y reforzado.