DOMINGO Ť 7 Ť ENERO Ť 2001
Ť Cierra la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro y firma Carta Apostólica
Clausura el Papa el Jubileo del 2000
Ť La celebración se inició en 1999 con motivo de los 2 mil años del nacimiento de Cristo
AFP, DPA, REUTERS
Ciudad Del Vaticano, 6 de enero. El papa Juan Pablo II cerró ayer la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, que había abierto la noche del 24 de diciembre de 1999, con lo que clausuró oficialmente el Jubileo del año 2000, organizado por la Iglesia católica para conmemorar los dos mil años del nacimiento de Jesús.
La Puerta Santa, por la que se estima cruzaron durante los 379 días de Jubileo cerca de 25 millones de peregrinos, y que permanecerá cerrada hasta el 2025, simboliza en la tradición católica la entrada al paraíso. En los Años Santos, los creyentes pueden pasar la puerta para obtener la indulgencia plenaria por medio de la oración y la penitencia.
"Sabemos con seguridad que no se cierra nunca la puerta de la clemencia para aquellos que creen en tu amor y proclaman tu misericordia", aseguró el Papa, durante su oración a la entrada de la Puerta Santa.
El pontífice, vestido con una casulla color oro, ofició una misa seguida de un Te Deum, una forma de agradecimiento a Dios por los "dones extraordinarios aportados por el Gran Jubileo", ante unas 100 mil personas congregadas en la Plaza de San Pedro, en Roma.
En su mensaje, subrayo que el Jubileo del año 200 no se propuso como una suerte de "autoexaltación" de la Iglesia católica, sino, al contrario, como una ocasión para tomar conciencia de "los propios límites y debilidades".
Al inicio del nuevo milenio
Terminada la misa, que fue transmitida por televisión a diversos países, el Papa firmó la Carta Apostólica Novo millenio ineunte (Al inicio del nuevo milenio) en la cual propone a la comunidad cristiana "ir mar adentro, según la orden que Jesús dio a Pedro", para afrontar los desafíos del mundo.
El una parte del texto, de 82 páginas, el pontífice escribió: "No nos satisface la ingenua convicción de que haya una fórmula mágica para los grandes desafíos de nuestro tiempo. No, no será una fórmula lo que nos salve, pero sí una Persona y la certeza que ella infunde".
En el primero de los cuatro capítulos del documento, el Papa hace un repaso de los principales acontecimientos del Año Jubilar, destacando momentos significativos, desde la peregrinación a Tierra Santa, hasta el Jubileo de los Jóvenes.
Dentro del balance que hace del Año Santo, el máximo jerarca de la Iglesia católica resalta de manera especial el problema de la deuda internacional de los países pobres, ante lo que hizo un llamado para que el problema sea resuelto a nivel multilateral.
"Es de desear que los Estados miembros de tales organizaciones (organismos financieros internacionales), sobre todo los que tienen un mayor peso en las decisiones, logren encontrar el consenso necesario para llegar a una rápida solución de la cuestión de la que depende el proceso de desarrollo de muchos países, con graves consecuencias para las condiciones económica y existencial de tantas personas".
Renovar la acción misionera, reto
El Papa convocó a la Iglesia católica a renovar la "acción misionera". Esto, dijo, "debe hacerse respetando debidamente el camino siempre distinto de cada persona y atendiendo a las diversas culturas en las que ha de llegar el mensaje cristiano, de tal manera que no se nieguen los valores peculiares de cada pueblo".
Y añadió: "El Cristianismo del tercer milenio debe responder cada vez mejor a esa exigencia de inculturación".
Al referirse a los desafíos del mundo en el nuevo milenio, el pontífice exhortó a la Iglesia a trabajar con mayor imaginación. "Es la hora de la 'nueva imaginación' de la caridad que promueva no tanto y no sólo la eficacia de las ayudas prestadas, sino la capacidad de hacerse cercanos y solidarios con quien sufre, para que el gesto de la ayuda sea sentido no como limosna humillante, sino como un compartir fraterno".
La carta de Juan Pablo II cita también, dentro de los desafíos para el futuro: la ecología, el diálogo, la paz, los conflictos sociales, la necesidad de respetar las exigencias fundamentales de la ética en el campo de la biotecnología. Asimismo, hizo especial énfasis en la integración de la familia, "en un momento histórico como el nuestro, de crisis radical de dicha institución".
Alerta sobre globalización despiadada
En La Habana, durante una misa celebrada en la catedral de la capital cubana, con motivo de la clausura del Jubileo, el cardenal cubano Jaime Ortega, dijo que el mensaje del Papa es una alerta "sobre la globalización despiadada".
"Ha sido el de Juan Pablo II un verdadero clamor de humanidad en un mundo tan despiadado, sobre toda para con algunas categorías de personas, como los pobres, los débiles, las minorías, los marginados", indicó el cardenal Ortega.
-"ƑHa sido escuchado el Papa?" -preguntó el cardenal. Y el mismo respondió: "Estaríamos tentados a decir que no o que muy poco".
Explicó: "Es la voz incómoda y estremecedora de la verdad y del amor. Nosotros (los cubanos) la reconocemos bien", dijo.