Espejo en Estados Unidos
México, D.F. sábado 6 de enero de 2001
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Editorial
 
ENTRE TABASCO Y POTENCIA MEDIA 

SOL Es particularmente interesante apreciar cómo en estos momentos dos aristas absolutamente complementarias en la política nacional centran el debate y el análisis. 

Por un lado, en Tabasco se vive un franco estado de ingobernabilidad, cuya trascendencia se pretende disminuir haciéndolo ver como un simple conflicto local. Por el otro, el gobierno federal, primero por voz de su canciller, Jorge G. Castañeda, y luego por la del propio Presidente de la República, nos anuncia la viable participación de México en conflictos internacionales dentro del nuevo esquema de globalización que, evidentemente, impulsa Estados Unidos. 

Más allá de recurrir al oportuno refrán de "candil de la calle y oscuridad de su casa", es necesario comprender la situación real que se vive y el gobierno federal está obligado a asumir responsabilidades que hasta ahora ha rehuido en el caso de Tabasco, y a informar con todo detalle en qué consiste realmente esta nueva faceta de la política exterior de México "nos guste o no nos guste, así sea favorable o no", según palabras del presidente Fox. 

En el conflicto tabasqueño, el grupo parlamentario priísta y el ex gobernador Roberto Madrazo han atropellado plenamente la legalidad con el afán no de gobernar, sino de conservar un bastión de poder en el escenario nacional por encima de cualquier legítimo interés democrático de los tabasqueños. El conflicto se ha dejado correr y el gobierno federal parece haberse atrincherado en una equivocada interpretación del federalismo para no hacer uso de las facultades legales que tiene para resolverlo. 

En medio de esa complejidad, desconcierta que el secretario de Gobernación, Santiago Creel, acepte que en estos momentos da trato de gobernador a Enrique Priego --el del albazo del Congreso local anterior--, lo que significa otorgarle un aval a esa imposición ilegal, cuando, en contraparte, Fox ha insistido en que el gobierno federal se mantendrá al margen. 

Por otra parte, en su pretendida intervención en conflictos internacionales, el gobierno mexicano parece querer no sólo debilitar una política exterior histórica, sino acelerar inoportunamente su participación en la esfera internacional, en un intento de potenciar un liderazgo presuntamente legitimado por el cambio democrático que ha ocurrido en el país. 

No debemos festejar ni valorar más de lo debido nuestra democracia. Tan nos falta avanzar en ella que por eso, precisamente, se viven situaciones como la de Tabasco. 

La democratización de un país es algo que se construye, que se tiene que solidificar en todos los ámbitos. Todos celebramos el resultado de las elecciones del 2 de julio porque, por primera vez, se respetó el voto ciudadano, pero eso no es ninguna garantía de que se haya cerrado el capítulo de la democracia. Es un error querer asumir papeles en el entorno internacional que ni están de acuerdo con nuestra realidad, ni van con nuestros principios. 

Como ejemplo de esto, vale recordar cuando el ex presidente argentino Carlos Saúl Menem, en el esplendor de su fantasía económica, envió fuerzas a participar en la Guerra del Golfo en 1991, y veamos ahora la situación de crisis que golpea al país sudamericano. 

 

 

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