SABADO Ť 6 Ť ENERO Ť 2001
Ť Crea una estructura de poder, dice investigador
El control del narco, en manos del Estado desde hace un siglo
Ť Clave, el papel de policías y militares Ť El tráfico en el país precede en varias décadas a la experiencia de Colombia
JOSE GALAN
La presencia de policías o ex policías de la desaparecida Dirección Federal de Seguridad y la Policía Judicial Federal ha sido uno de los elementos más importantes en la historia del tráfico de fármacos prohibidos, mientras que la información sobre militares coludidos con narcotraficantes ha sido menos prolífica, pero se ha dado y seguramente su participación es mayor que la que se ha filtrado a los medios de comunicación, afirma Alejandro Astorga Almanza, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
En su libro El siglo de las drogas, sostiene que, luego de realizar un recorrido histórico de la presencia de traficantes y drogas en México de 1888 a la fecha, en nuestro país "da la impresión" de que desde un principio el control del narcotráfico ha permanecido en manos del Estado, pero no sólo a través de las instituciones a cargo de su combate sino que al paso del tiempo, el tráfico de estupefacientes ha dado lugar a una estructura de poder al interior mismo del Estado.
Rechaza el término "colombianización" respecto de México, y considera que se trata de un mundo más complejo y que en México el tráfico precede en varias décadas al de la experiencia colombiana. Además, incluye un apartado sobre la guerra de las bandas sinaloenses. Y hace mención de las rutas del éxito de los hermanos Arellano Félix, a quienes conoció en su juventud, puesto que tanto el investigador como los Arellano Félix proceden del mismo barrio de Culiacán, Sinaloa.
Altas ventas de opio en la época porfiriana
El investigador se remonta a la época porfiriana para sostener que entonces las importaciones de opio alcanzaron cifras sólo comparables, "parcialmente y con algunas reservas", como las presentadas como destrucción de opio y heroína para el periodo 1983-1991, dentro del Programa Nacional para el Control de las Drogas 1989-1994. Las cantidades de opio importado oscilaron entre 800 kilos y cerca de 12 toneladas en el periodo que va de 1888 a 1911. El número de habitantes en México, en 1910 era cercano a 15 millones, y el consumo de opio en forma de láudano y otros compuestos era legítimo y usual. De igual forma, los vinos con cocaína y los cigarrillos de mariguana para combatir el asma eran ofrecidos normalmente en las farmacias y boticas.
Astorga Almazán revela que en 1898, la farmacéutica Bayer anunciaba la her
oína como remedio para la tos. Para otro tipo de padecimientos, la Farmacopea, de 1921, recomendaba el extracto fluido de peyote como tónico cardiaco, en dosis de hasta 10 centímetros cúbicos tres veces al día.
Los años 20
Los años 20 se inician con la prohibición y cultivo de la mariguana, cuya venta se pretendía controlar desde 1883, por considerarla "venenosa o nociva" en manos que no fueran las de médicos o farmacéuticos, añade el investigador de la UNAM.
"La prohibición marca una nueva etapa, impone un esquema legítimo de percepción cuyo contenido se irá desarrollando gracias a la incorporación que harán de él algunos agentes sociales con vocación de empresarios morales", revela.
Astorga Almazán descubre que en 1937, el doctor y general José Siroub, titular del departamento de Salubridad Pública, convoca a una junta con los titulares de las áreas de justicia del gobierno federal, en la que afirma ya que México "es un centro de concentración y distribución de estupefacientes", y consideró como un problema la participación de las diversas policías, "celosas de sus respectivas áreas de influencia", en la persecución de los distintos delitos contra la salud; las dificultades con algunos jueces que dejaban libres a traficantes, problemas con algunos gobernadores, uno de los cuales, y al que no identifica, avisó de un envío de opio a las autoridades sanitarias, y cuando abrieron las latas, sólo había chapopote.
Entre las conclusiones de esa reunión destaca la necesidad de que "un solo organismo dirija la campaña contra las drogas, y se sugería que fuera la Procuraduría General de la República. Pero el entonces presidente Lázaro Cárdenas renovó su confianza en el Departamento de Salubridad que, según periódicos de la época, calculaba la existencia en el Distrito Federal de "unos 10 mil viciosos". El kilo de heroína se cotizaba en 10 mil pesos. De un gramo de heroína se podían hacer "setenta papelillos", a cincuenta centavos cada uno. Y como cada usuario de la droga necesitaba alrededor de cuatro papelillos diarios, el total hacía un "fantástico negocio" de 20 mil pesos diarios, es decir, más de siete millones al año.
"Ser sinaloense es ser gomero"
Durante los años cuarenta, el noroeste de México, especialmente el estado de Sinaloa, y de manera particular el municipio de Badiraguato, se consolida de "de manera indiscutible" como la región de mayor cultivo de adormidera y tráfico de opio. A partir de 1947 las campañas y la persecución de los delitos contra la salud pasan a formar parte de las responsabilidades de la Procuraduría General de la República. Ya en 1949 la PGR informó de la destrucción de 933 plantíos con una superficie aproximada de 400 hectáreas en Sinaloa, Sonora, Durango y Chihuahua, así como la consignación de mil 600 individuos sujetos a proceso por delitos contra la salud.
En los cincuenta, mientras el "obispado local está más interesado en prohibir el uso de vestidos escotados y el mambo", Sinaloa es descrito como un estado muy rico, muy agricultor, "y con pena hay que expresarlo -cita el investigador-, tierra donde el pistolero y su dama, la 'goma', es la pareja que anda del brazo y por la calle". Ser sinaloense es sinónimo de ser 'gomero'". Por ejemplo, en 1955 Ernesto Fonseca Carrillo hace su aparición en las notas policíacas, antes de convertirse en Don Neto.
Se estiman ya en más de 300 las pistas clandestinas
A partir de la década de los sesenta, la palabra "narcotraficante" se vuelve término común en las notas de policía. En esa década, se estiman ya en más de 300 las pistas clandestinas para el tráfico de heroína en el norte de México, particularmente en los alrededores de La Paz, Baja California Sur. Comienzan las reuniones bilaterales entre autoridades federales mexicanas y gobernadores de los estados sureños de Estados Unidos. Asimismo, comienzan las matanzas con armas de alto poder, y en Sinaloa los agentes de la Policía Judicial Federal son considerados en la prensa local como las "hordas de Atila".
En las últimas tres décadas del siglo, aparece la cocaína; narcotraficantes especializados y sus vínculos con políticos de muy alto nivel, los asesinatos y magnicidios, el lavado de dinero, en un México que, todo apunta, llegó para quedarse.