VIERNES Ť 5 Ť ENERO Ť 2001
Ť Frente al televisor, la mayoría de los niños deciden preferencias en la materia
La propaganda en medios electrónicos, clave de trasnacionales para la venta de juguetes
Ť Muchos productos que se ofrecen son un gancho; los complementos se venden aparte
Ť Comerciantes incrementan 10% los precios, por la temporada navideña y de Reyes
MARIA RIVERA
Las grandes firmas trasnacionales del juguete invierten la mitad del precio de los productos en propaganda en medios electrónicos, según datos de la Asociación Mexicana de la Industria Juguetera (Amiju), que subraya la importancia del bombardeo publicitario en el volumen de ventas.
Después de largas horas ante la televisión, los infantes deliberan con sus amigos, hermanos y vecinos, y al cuarto para las doce llegan con las peticiones dejando al padre en medio de profundas cavilaciones para entender la diferencia entre un Furby y una Buvy Mammy, y entre una Moto Extrema y una Micropista del terror.
Aquí la moda es fundamental. Basta ver la desolación que cunde en los estantes de Pokemon. Los niños pasan de largo ante los Pikachús que se morían por tener la temporada anterior. Ni hablar de las Gabbage Patch Kids, ahora sólo tienen ojos para los Nenucos. Pero como en todo, hay excepciones, basta ver el éxito de la Barbie, que se comercializa desde hace 40 años. Encontrar a estas alturas una Barbie maestra -el lanzamiento de este año- es prácticamente misión imposible. Ni hablar de los hornitos mágicos que comercializan casi todos los fabricantes y que siguen tan de moda como en sus inicios.
Trucos comerciales
Otro punto a tener en cuenta es que la mayoría de los productos son el gancho porque los complementos se venden aparte. Los patines del diablo vienen con ruedas austeras; si se desean las que tienen luces eso implica otro gasto. Y ni hablar de los furbys, a los que hay que conseguirles los portafurbys para dormirlos, a menos que se desee tener a los engendros despiertos y hablando todo el tiempo. Al final los padres terminan preguntándole a Igor -un burro parlante, que es otro gran éxito de la temporada, porque promete respuestas entretenidas- qué más hay que comprar...
En cuanto al precio de los juguetes, los fabricantes reconocen un incremento de 10 por ciento en esta temporada, pero el consumidor se encuentra que de un sitio a otro los costos varían sustancialmente. Los grandes almacenes y centros comerciales controlan entre 70 y 80 por ciento del mercado, y ahí comienza la guerra.
Las grandes bodegas de los centros comerciales son las que tienen los mejores precios a escala popular y las que están mejor surtidas, pero los grandes almacenes también tienen descuentos por temporada y ofrecen atenciones extras. Ser totalmente Palacio tiene su chiste, como ser recibido por un trío de sonrientes y bien vestidos Reyes Magos, que invitan amablemente a los niños a dejar sus cartitas en un buzón electrónico. En Liverpool también hay descuentos, pero además están las primeras jugueterías interactivas, donde los pequeños pueden probar todos los juguetes y por 140 pesos fotografiarse con unos guapachosos Reyes que, en sus ratos libres, bailan lo mismo rock que cumbias.
Otro elemento que determina de manera importante la venta de juguetes en la temporada es el comercio informal. De los 2 mil 600 millones de dólares que según la Amiju se venderán en estos meses, la mitad se los llevarán los tianguis y los puestos ambulantes. Estos juguetes -70 por ciento de los cuales provienen del contrabando, 20 de la piratería y 10 por ciento es producto del robo- pueden adquirirse hasta en un tercio del precio normal, pero sin garantía ni instructivos de por medio. En algunos casos las copias, en su mayoría provenientes de China, son creíbles y hasta tienen el mismo nombre, pero en otros los cambios son obvios. ƑAlgún padre se anima a regalar una Bárbara de mal ver, en lugar de una curvilínea Barbie, o una Tatina por una Tatiana, aunque las dos entonen las mismas canciones? Junto al ahorro llegará el berrinche seguro.
Con todo y todo los ríos humanos que corren por las calles de Correo Mayor y Corregidora, en el Centro Histórico capitalino, no dejan de fluir. De la zarandeada no se libra nadie. Avanzar un metro se convierte en una proeza, y más si se va con niños y éstos se detienen en cada puesto. Ahí de lo que se trata es de tener buen ojo, porque junto a los muñecos de plástico más baratos pueden encontrarse los juguetes más solicitados del mercado, como los patines de diablo con ruedas que producen luces, o los Nenucos con cuanta parafernalia se desee. Eso sí, nadie garantiza que el muñeco no se desarme a las primeras de cambio, pero de que son más baratos que ni qué.
Aun sabiendo que la batalla contra Santaclós y los Reyes está casi perdida, los defensores de los consumidores piden reflexión y sensatez. La Asociación Mexicana de Defensa del Consumidor sostiene que los juguetes producen anualmente alrededor de 200 mil accidentes. La mayoría de los padres de familia no toman en cuenta el factor de la seguridad a la hora de las compras, advierte el doctor Arturo Lomelí, presidente de esa organización. "Hay algunos particularmente peligrosos, como los eléctricos, que pueden estar mal aislados y producir quemaduras". Otro punto que hay que tomar en cuenta, indica, es la proliferación de contenidos bélicos en los videojuegos. "Esto también lesiona las mentes infantiles porque los está invitando constantemente a que expresen su agresividad". También recomienda que los padres se abstengan de comprar artículos de plástico blando a los niños pequeños, porque al succionarlos pueden desprender sustancias que producen enfermedades en las vías urinarias e incluso cáncer.
La Profeco recomienda que todos los juguetes se revisen y, de ser posible, se prueben antes de ser comprados, ya que la mayoría de las devoluciones tiene que ver con su mal funcionamiento.
Con todo y todo, a los padres no les queda de otra que encomendarse a San Judas Tadeo -defensor de las causas perdidas- y salir de último momento, como indican los estudios que hacen la mayoría de los consumidores mexicanos, a recibir empujones en busca del juguete de marras, que días después terminará en el olvido. Todo sea por conservar las tradiciones.