JUEVES Ť 4 Ť ENERO Ť 2001

Ť En México, el trabajo científico no tiene la importancia que merece: la astrónoma

Debemos hacer una ciencia "que corresponda a nuestra realidad", sugiere Julieta Fierro

Ť Los industriales nacionales "no acostumbran llamar a los inventores; sería deseable"

KARINA AVILES

Los científicos, cuenta Julieta Fierro, no son personas anormales, ni todos son "genios" o "ratones de biblioteca". Sus vidas son como las de cualquier ciudadano, aunque tal vez la "gran diferencia" consista en que todo el día hacen lo que les gusta, y su trabajo es tan placentero que se dice que la ciencia "es como un amante muy demandante".

De su labor no sólo depende la autonomía, sino el bienestar, la riqueza y el poder de una nación. La astrónoma está de acuerdo en que en México se empiezan a importar ilusiones y hasta pensamientos, por eso urge a hacer una ciencia que corresponda a nuestra realidad para conocer, por ejemplo, "de qué nos enfermamos, qué queremos, cómo pensamos y cómo nos enamoramos los mexicanos".

Fierro, autora de 23 libros de divulgación científica, distinguida con los premios Kalinga de la UNESCO y el Klumpke-Roberts de la estadunidense Sociedad Astronómica del Pacífico, entre otros, charla sobre el quehacer y los mitos en torno a las mujeres y hombres de ciencia.
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La ciencia no sólo contesta lo que le preguntamos, sino más

Hay científicos de todos tipos de carácter e inteligencia. Su labor consiste en hacerle preguntas a la naturaleza. Ella "no sólo contesta lo que le preguntamos, sino más. Entonces, cada vez nos damos cuenta de que ignoramos mayores cosas y tenemos más preguntas que hacerle". Eso es simplemente "apasionante, es un placer gratificante, se siente rico realmente".

Sin embargo, dice, son varios los prejuicios en torno a los científicos: la idea de que deben ser "genios", que no tienen trabajo o les pagan muy poco y se mueren de hambre, lo cual es falso, asegura. También se relaciona a la ciencia con cuestiones negativas: guerras, contaminación, bombas, extinción de las especies.

Los descubrimientos de la ciencia pueden utilizarse para bien o para mal "y efectivamente se han usado con fines dañinos, en el terreno de la aplicación". Pero la ciencia en sí no tiene connotación de "buena o mala".

Explica la científica: "Lo belicoso de los seres humanos no es un problema de la ciencia, porque hemos hecho guerras con o sin ella, lo que necesitamos es educar a la población y a la sociedad civil en su conjunto para que se oponga a estas cosas". La ciencia, insiste, es un esfuerzo por entender a la naturaleza.

Deseable, que quienes hacen ciencia ingresen también a la industria

En México, quienes se dedican a producir ciencia pueden laborar en todas las universidades del país, pero lo deseable sería que también pudieran ingresar a la industria, señala. "Los industriales mexicanos no acostumbran llamar a los inventores. En Inglaterra, por ejemplo, las universidades les pagan a cuatro científicos para que trabajen en una industria por dos años.

"Al término de ese periodo, la empresa se da cuenta que le fue muy útil, y después, no sólo los contratan, sino que les dan dinero para realizar investigación. Aquí nuestros proyectos con la industria todavía no tienen la fuerza que hemos querido".

El trabajo de los científicos tampoco tiene la importancia que se merece. Para Julieta Fierro esto se debe a un problema "de ignorancia y falta de comunicación... El gobierno, el pueblo en general, los maestros de escuela, no hemos logrado hacer sentir el poder de la ciencia".

Por ello, el que cada vez haya menos gente interesada en el campo científico implica una "problemática brutal: no pod  emos concebir un país sólo con contadores y abogados, por más útiles y talentosos que sean. Hay que construir con base en la diversidad".

Otro problema es el de importar realidades que no corresponden al país. "Si inventáramos nuestro deporte nacional, seríamos los mejores en ese deporte (el de la importación) y hasta ganaríamos en las olimpiadas", ironiza.

"¿Por qué no mejor inventar nuestra belleza nacional, los productos industriales que queremos para estar felices nosotros, no para fingir que somos tan felices como otras culturas que no tienen nada que ver con la nuestra, que no les gustan nuestros colores, nuestros sabores, la música que nos gusta a los mexicanos?", pregunta.

Por último, la investigadora del Instituto de Astronomía de la UNAM y también directora general de Divulgación de la Ciencia de esa casa de estudios, insiste: "Detrás de la ciencia está la fortaleza de una nación".

Por eso, afirma, en lugar de 6 mil científicos, "sería bueno que hubiera 60 mil en el país".