MIERCOLES Ť 3 Ť ENERO Ť 2001

Emilio Pradilla Cobos

Publicidad, riesgo y contaminación visual

En esta época del capitalismo neoliberal salvaje y de la competencia mercantil desenfrenada, la Zona Metropolitana del Valle de México se ha convertido en un enorme soporte publicitario. Los llamados anuncios espectaculares se han adueñado de los techos de los inmuebles y los lotes baldíos a lo largo de los grandes ejes de flujo vehicular, que se han poblado con enormes estructuras metálicas que sustentan los más variados anuncios publicitarios, incluyendo los de partidos y candidatos en tiempos electorales; en las fachadas y muros de colindancia de grandes edificios, cuelgan gigantescas imágenes de la compra-venta hecha religión. Las fachadas de locales comerciales se pintarrajean con chillones colores y letreros que anuncian lo que se mercadea al interior. Los camiones de transporte público se convirtieron desde hace varios años en anuncios móviles, con la autorización de algún funcionario que, sin consultar a la ciudadanía, cedió a los intereses de los anunciadores y propietarios de camiones.

Para muestra, un botón entre miles existentes: hace unos días, en el kilómetro 3 de la carretera Picacho-Ajusco, sobre el techo de un edificio de cuatro pisos apareció un anuncio de cerca de 20 metros de largo y 4 de alto, perpendicular a la vía, profusamente iluminado en la noche, que modifica las condiciones y la calidad del reposo nocturno de los residentes en su entorno, sin consultarlos previamente.

Cuatro son los efectos nocivos de este anárquico uso publicitario, para la ciudad y la calidad de vida de sus habitantes: el alto riesgo que implican para la población y los inmuebles, las débiles e inestables estructuras de los anuncios espectaculares ante los vientos fuertes, como ha ocurrido en muchas ocasiones; la severa modificación de las condiciones de habitabilidad en las viviendas y lugares de trabajo vecinos; la profunda degradación de la imagen urbana de la capital del país, contraria a la calidad de vida de sus pobladores y al desarrollo de una de las actividades económicas más importantes de la ciudad: el turismo nacional y extranjero; y los anuncios espectaculares utilizan el espacio aéreo de la ciudad, patrimonio público, para una actividad muy rentable, por lo que pagan una suma irrisoria al erario público, aun después del incremento aprobado por la ALDF en el presupuesto de ingresos del DF para el 2001.

Ha llegado el momento de salvar a la metrópoli, a su imagen y a sus habitantes y visitantes de la plaga publicitaria en sus diversas modalidades, mediante la prohibición de los anuncios espectaculares instalados en terrenos e inmuebles públicos y privados, de la publicidad externa en el transporte público; y la estricta regulación de la publicidad comercial e institucional en fachadas, más rigurosa en zonas e inmuebles patrimoniales. Es necesaria una acción legislativa conjunta de la ALDF y de su homólogo en el estado de México, precedida de una amplia consulta que permita reunir la opinión ciudadana, formar la conciencia social sobre el tema y darle legitimidad a las medidas. Esta política de contención de la contaminación visual y reducción del riesgo urbano debería incluirse en las nuevas versiones del Programa General de Desarrollo Urbano del DF y los programas delegacionales de Desarrollo Urbano, que por ley deberán ser revisados y aprobados por la ALDF en el 2001; en el Programa de Ordenación de la Zona Metropolitana del Valle de México, que deberá revisarse también, y en los programas de desarrollo urbano de los municipios conurbados del estado de México.

Este es uno de los temas particulares de un gran debate, aún no desarrollado pública y políticamente: las fronteras de lo público y lo privado en las ciudades, y cómo preservar y proteger el derecho de los citadinos a disponer y apropiarse libremente de espacios públicos en cantidad y calidad adecuadas a sus necesidades, ante la ola neoliberal de individualización, privatización y mercantilización de todo lo real o virtual. En esta discusión, la izquierda mexicana y del DF, y sobre todo el PRD inmerso en su "refundación", deben hacer propuestas novedosas, serias y rigurosas a la ciudadanía, pues se trata de un tema del futuro, presente en la política de hoy. México ya alcanzó un alto grado de urbanización; la gran ciudad es muy distinta a la del pasado y a otras formas territoriales tradicionales; en las metrópolis se juega el destino político, y a la izquierda no le bastan las viejas fórmulas, por populares que parezcan, para sobrevivir y crecer como opción para la sociedad del futuro.