MIERCOLES Ť 3 Ť ENERO Ť 2001
Luis Linares Zapata
El triste sainete tabasqueño
La resolución del TEPJF fue histórica en cuanto impartió ejemplar justicia en el caso de las impugnadas elecciones en Tabasco, al anular las de gobernador con base en fundamentados y abarcadores razonamientos. Posibilitó así que su veredicto se convirtiera en un misil de múltiples cabezas y explotara en el centro medular de la recomposición que pretende hacer el PRI de su vida futura para sintonizarlo con los renovados aires que soplan en la nación. A partir de ese fallo, las atrabiliarias andanzas, del hasta hace dos días todavía mandatario tabasqueño hunden, aún más, sus pretensiones de hacerse con la presidencia del PRI. De manera coincidente, colocan en un callejón de oscura salida a la directiva priísta que dictaminó, de entrada, como "rompimiento constitucional" lo acordado por el TEPJF y, con ello, dio pábulo y se alineó detrás de los sucesos desarrollados en ese estado.
El tribunal destaca, frente a la disputa por el poder público que antecedió al 2 de julio y la que sigue después, las condiciones de desigualdad y otras imperfecciones que aún prevalecen en varias de las elecciones que se vienen dando en el país. También ayuda a develar las intentonas, disfrazadas de atropellos a las soberanías estatales, de círculos oligárquicos, caciquiles o de plano de camarillas y aprendices de sátrapas, por perpetuar sus privilegios, imponer su voluntad o por defender, sin tapujos ni medidas, sus muy particulares negocios y trastupijes. Para respaldar esta aseveración, basta revisar los recientes casos de Chiapas (ver desplegado de las fracciones del PAN y el PRD, La Jornada, 2 de enero) e informarse del desacato de los legisladores priístas de Yucatán.
La aparente revuelta trata de evitar la factible reversión de las medidas tomadas para la continuidad de la pandilla que se apoderó de ese acuoso estado y de los contratos y prebendas con las que se dotaron. Roberto Madrazo, en lo personal, quería mostrar, al ganar la elección e imponer al incondicional Andrade, ese control de la vida interna del estado de que tanto se ufanan sus seguidores; el don de mando del que hace gala y que las divisiones entre políticos de su partido, las trifulcas en el Congreso local y los dos interinos, desmienten; su cacareada y rasposa habilidad para dar resultados, puesta en flagrante entredicho por la ingobernabilidad heredada; y los recursos del erario con que se fabricó un perfil supuestamente nacional y abierto a las corrientes democratizadoras de la sociedad, choca con sus caprichosos, inverosímiles y torpes cambios a la Constitución local. Todas sus ambiciones de dirigente nacional han quedado en vilo si no es que en completa ruina. El TEPJF le mandó un derechazo devastador y la sociedad sólo le lleva la cuenta final.
Pero aún faltaba ver lo mejor: las consecuencias derivadas del urgente deseo por imponer un digno sucesor de sus designios y ambiciones. Así las repercusiones, como ondas concéntricas, cobran mayor fuerza a medida que se esparcen por la atónita república. Y no se detendrán sólo en Madrazo y sus posibilidades futuras, sino que abarcarán a sus seguidores priístas que no vean más allá de sus cortas revanchas e inseguridades. La misma directiva actual del CEN del PRI saldrá herida de muerte si insiste en defender las atrocidades que se montan desde el sureste de todas las imbecilidades disfrazadas de luchas contra el centro interventor. El mismo PRI y sus pretensiones de reagrupamiento y cambio pueden quedar mutiladas si esta aventura sigue adelante y la respaldan sus líderes. La ciudadanía ya no tolera esta clase de atropellos a la ley.
Primero fue el nocturno, como debía ser en estos funestos casos, albazo para modificar la Constitución del estado y alargar el periodo del interinato a 18 meses. Después, y de nuevo al cubierto de las sombras, el golpe de la moribunda legislatura para erigirse en Colegio Electoral y designar al interino. Y, como siempre ocurre en las traiciones, los golpes de mano, los robos de votos, las trampas a la voluntad popular y las conjuras, surgen los tristes personajes, esta vez encarnados en la persona de un obsequioso diputado federal (EPO) que se presta, de mil amores y con seudoejecutivos proyectos, a garantizar la continuidad de un sistema en plena debacle. Nada de ello prevalecerá. Los vientos que recorren el país son distintos de aquellos que permitían la circulación de personajes tipo Madrazo. Lo único que ha faltado por ver son los recules de sus seguidores y la que se espera sea una reconsideración del CEN del PRI que lo reconcilie con sus pretensiones de modernidad y con la ciudadanía. La controversia constitucional que adelantó el PRD es urgente para que la SCJN tome las necesarias cartas en el asunto y dirima, con prontitud, tan aciago sainete.