MARTES Ť 2 ŤENERO Ť 2001
Ť Llama a sentar las bases para el cambio y fortalecer el sindicalismo independiente
Demoler el corporativismo, tarea de Fox: investigador
FABIOLA MARTINEZ
El sindicalismo mexicano y el movimiento campesino fueron "los grandes ausentes" en la transición política de nuestro país; sin embargo, en este sexenio po- drían surgir las condiciones para poner "el punto final o el tiro de gracia" al corporativismo tradicional ligado con las prácticas más corruptas e ilegítimas, señaló Ilan Bisberg, investigador de El Colegio de México.
Advirtió que el escenario anterior no servirá de nada si el gobierno de Vicente Fox sólo sustituye a los grupos corporativos por otros igualmente corruptos vinculados al sector privado y en los que se genera el mayor número de contratos colectivos simulados o de protección.
"En tal caso se pondría en riesgo además las ventajas de la transición política y veríamos en seis años una decepción generalizada por el gobierno de Fox y el retorno de la estructura más nefasta del PRI", dijo.
Es decir, la mejor alternativa para el nuevo gobierno es romper los lazos del Estado con el corporativismo -identificado con las organizaciones que integran el Congreso del Trabajo- con el fin de sustituirlo por un sindicalismo real y no con empresas sin sindicato, como sucede actualmente en la industria maquiladora, despachos de abogados y otro tipo de organizaciones "fantasma".
Bisberg, estudioso del sindicalismo y autor de varios libros sobre el tema, hizo un breve recuento de la relación de los sindicatos con los gobiernos posrevolucionarios. Con Lázaro Cárdenas, Estado y sindicatos encabezaron una alianza en igualdad de condiciones, en la que estos últimos reivindicaron su fuerza, organización y derechos.
Pero no siempre el corporativismo representó un "control benéfico" de tipo cardenista o uno de "mutuos acuerdos" e intercambio de privilegios como el ocurrido en el periodo de Adolfo López Mateos. Esta relación ha sido modificada en diversas ocasiones pero es hasta ahora cuando se vislumbran circunstancias específicas para el derrumbe de este control, ligado a la corrupción y la representación poco legítima.
En entrevista, el investigador explica que en nuestro país el sindicalismo no ha sido pieza básica para la transición política o económica del país como ocurrió, por ejemplo, en Polonia, donde las organizaciones gremiales enarbolaron no las demandas de la población; sin embargo, aún hay lugar para este tipo de fenómenos o por lo menos aquel que logre modificar la política laboral del gobierno.
De los tres últimos sexenios, Bisberg comentó que el ex presidente Carlos Salinas tenía un proyecto de sindicalismo no sólo para acorralar a la estructura corporativa sino para encontrar un nuevo factor de alianza. Con Ernesto Zedillo se privilegia sólo al mercado en detrimento de las organizaciones sindicales sin pensar en la construcción de otras instancias.
Actualmente, precisa el investigador, hay dos posibilidades: que el gobierno de Fox desmantele al corporativismo o que convenga acuerdos con las instancias que controlan al sindicalismo con el fin de que preservar la llamada paz social y su proyecto de reforma económica.
"De cualquier manera el futuro es inquietante, porque podría haber la tentación de desmantelar al corporativismo sin crear algo nuevo; pensar que lo que más conviene a los trabajadores son los contratos individuales y que los sindicatos son un lastre para las empresas.
"El gobierno de Fox debe entender que las organizaciones sindicales legítimas son fundamentales para que haya confianza en la propia empresa. No se debe eliminar al sindicato como voz colectiva", dijo.
-En tal caso Ƒquién podría ser un nuevo interlocutor sindical con el gobierno?
-Probablemente la Unión Nacional de Trabajadores porque representa la primera organización obrera independiente -en los últimos 30 años- que se ha mantenido viva sin acuerdos con el Estado, aunque tampoco ha logrado crecer de manera sustancial ni ha incidido en el cambio de la política laboral del régimen en turno.
El reto más importante para Fox, agregó Ilan Bisberg, es sentar las bases de cambio y demoler un modelo institucional de organizaciones que ha sobrevivido 71 años. Este gobierno no debe apostar sólo al mercado sino a un cambio real surgido a partir de la confianza en las propias autoridades y el fortalecimiento del sindicalismo independiente.