DOMINGO 31 DE DICIEMBRE DE 2000
 
Siete pintores españoles contemporáneos /VI
 
Ť Alberto Blanco Ť

¿Qué pasó con el espacio y el tiempo?

El espacio de la tela:

un espacio de intensidad,

de vibración de vida.

 
Que el instante de creación

ilumine la obra.
               Albert Ràfols-Casamada

Hablar del espacio y el tiempo en relación con la pintura hoy día en que el posmodernismo, de tan citado, parece existir de veras, resulta tan anacrónico como debió haber resultado anacrónico para los artistas modernos de principios del siglo XX hablar de centro, de simetría, de orden o de tradición. Sin embargo, tanto el espacio como el tiempo siguen existiendo... y no sólo en la pintura o en el arte en general, sino en las elucubraciones que en torno de las artes, pero muy particularmente en torno de la pintura, se han planteado y se seguirán planteando en todas partes, los artistas.

Albert Ràfols-Casamada, el pintor catalán nacido en Barcelona en 1923 ?el mismo año en que nació Tàpies? no ha sido ajeno a estas elucubraciones, como bien lo muestran los dos aforismos que a modo de epígrafes he incluido al principio de este capítulo. Tàpies, al igual que su "colega pintor", como llama a Ràfols-Casamada en su Memoria personal, tampoco: ''La mayoría de las concepciones del espacio y el tiempo que explica la física atómica y el mejor conocimiento del alma en una nueva psicología, vuelven a acercarnos a las ideas de algunos filósofos presocráticos, neoplatónicos y chinos e hindúes".

Resulta curioso hacer notar que esta mezcla de pensamiento científico y filosofía oriental que preconiza Tàpies, y que tanto ha prosperado en los últimos años con libros como The Tao of Physics, de Fritjof Capra, parece encontrar tanto en la obra como en las ideas de su amigo Ràfols-Casamada una comprobación. Así lo podemos ver en su pintura, como lo podemos pensar cuando el pintor nos habla de sus cuadros como ''el campo de acción" (que es una frase y una idea acuñada en torno de los expresionistas abstractos estadunidenses) o como ''el campo unificado" (expresión que proviene de la física de Albert Einstein y su Teoría de la relatividad) y nos propone una nueva visión del espacio y el tiempo aliada al conocimiento y a la aceptación de la naturaleza efímera de todo lo real en la que tanto insisten budistas y taoístas: ''En este momento me interesa la tela como espacio donde cristaliza (se fija) la movilidad, la fugacidad del hecho real..."

J.M.Broto/'Mayo' b/nLa poética de este artista queda expresada de modo muy claro cuando declara que, en su concepción personal, se trata de ''detener fragmentariamente esta movilidad, esta fluidez, y hacer una obra permanente donde se exprese la armonía potencial que se encuentra en la realidad".

Se trata, pues, de una aspiración que desde siempre se ha asociado con el arte que ha surgido del Mediterráneo y que ha encontrado en artistas como Matisse y como Cèzanne sus ejemplos más perfectos. Un orden apolíneo, clásico, donde el color no está de ningún modo ausente, pero donde los opuestos buscan a toda costa un equilibrio. Como ha dicho Victoria Combalía en La formación del pintor: ''Estas obras muestran una síntesis de la influencia de Cézanne y de Matisse".

Ya desde sus primeras pinturas realizadas antes de su viaje a París en 1950, se puede apreciar en la pintura de Ràfols-Casamada una alianza muy bien conseguida entre la forma y el color que tiene que ver tanto con el noucentisme catalán, en particular, como con la sensualidad del arte del Mediterráneo, en general. Aquello que Rafael Benet decía de la obra de otro artista allá por 1927: ''Cezannismo y fauvismo; es decir, precisión de volúmenes y simplicidad expresiva". Forma y color: espacio y tiempo.

Vuelvo al largo ensayo que sobre la obra de Ràfols-Casamada escribió Victoria Combalía para el libro que Ediciones Polígrafa le dedica a su obra, y tomo un párrafo donde ella retoma algunas frases que el pintor manifestó en 1978 acerca de la naturaleza del arte, y que yo en este mismo instante le devuelvo:

Decía Ràfols: ''El espacio pintado no debe hacer que desaparezca el espacio real; únicamente debe darle una densidad, una vibración especial.

''Hacer un cuadro es buscar un equilibrio entre tensiones, un equilibrio tenso.

''Toda pintura es una metáfora y un modelo de la realidad. De alguna manera han de aparecer las tensiones de la realidad, pero intentando resolverlas en un equilibrio."

Más allá del evidente paralelismo entre el quehacer del pintor, tal y como lo entiende Ràfols-Casamada, y la práctica de la ciencia que entiende que cada una de sus teorías no es sino ''una metáfora y un modelo de la realidad", me interesa destacar aquí el concepto de un ''equilibrio tenso" en la pintura. Después de todo ya Picasso había dicho que él no buscaba la armonía en sus cuadros, sino que sólo le interesaba exacerbar las contradicciones.

En la pintura de Ràfols-Casamada las contradicciones siempre se resuelven en un equilibrio, lo mismo entre las formas que entre los colores, y entre la forma y el color; un equilibrio irrenunciable, por tenso que éste sea.

Y es que que Ràfols-Casamada, a diferencia de Picasso, tiene, demasiado esprit de finesse, como para dejarse ir en la exacerbación de las contradicciones. Esprit de finesse es una expresión utilizada por Pascal que Dore Ashton rescató al hablar de la pintura de Robert Diebenkorn, ese pintor de San Francisco con el que Ràfols-Casamada comparte tantas cosas.

La estancia en París ?con viajes intermitentes a Holanda y de regreso a España, y el conocimiento de primera mano de las obras de Picasso y Braque, de Matisse y Mondrian? contribuyó a que la pintura de Ràfols se fuera inclinando cada vez más hacia la abtracción en la búsqueda de un lenguaje personal. La abstracción, sin embargo, fue madurando lentamente y no llegaría a ser plena sino hasta los años de 1956-1957, en que comenzaron a surgir una serie de telas que manifiestan una clara afinidad con la pintura de Nicolás de Staël.

Ya comenté antes que frente a las diversas formas que adoptaba la represión oficial franquista a mediados del siglo XX disfrazándose de estética clerical y rodeada de un fervoroso halo de buenas costumbres, los pintores españoles más rebeldes llegaron a la conclusión ?cada uno por su cuenta? de que la urgente renovación en la pintura de su país tendría que darse, en primer lugar, a través de un llamado a la rebeldía que pusiera en práctica esta insurrección en el campo de acción mismo  de la pintura: dentro de los límites de un cuadrángulo de tela encerrado entre cuatro pedazos de madera. Así nació el Informalismo.

''Me parecía -decía Tàpies- que lo que yo hacía era igualmente una forma de escupir a la cara a todos los bienpensantes."

Creo que sería muy difícil escuchar a Ràfols expresarse en la misma forma, y sin embargo, el espíritu que animó sus búsquedas pictóricas durante esos años era el mismo que en Tàpies. Dentro de los lineamientos de este deseo por dar con una pintura autónoma, liberada del corset de la representación mimética, Ràfols-Casamada encontró a un aliado inesperado en los escritos del pintor y teórico del arte uruguayo Torres García: ''En el fondo de todo ordenamiento plástico debemos exigir que esté la naturaleza, que ha de ser el punto de partida (la idea de algo real), así como el punto de arribo debe ser el ordenamiento plástico".

Este ''ordenamiento plástico", tan en consonancia con esa clara tendencia en Ràfols por encontrar en sus telas siempre un equilibrio, ya no habría de abandonarle nunca. Siguiendo esa necesidad interior que siempre se manifiesta como un urgente llamado a la sinceridad, muy pronto descubriría en la pintura abstracta estadunidense una confirmación. Motherwell y el primer Philp Guston dejaron, sin duda, su huella en Ràfols; pero debe haber sido Rothko, con su misticismo y la profunda serenidad de sus grandes telas, quien mejor resonara con su ideal estético: un espacio ordenado por el color.

''Podría, en rigor, hablarse de su pintura como un tejido de luces y de sombras para dar presencia al espacio", dijo en 1992 el poeta canario Andrés Sánchez Robayna. Pero otro poeta, el catalán Eduardo Cirlot, ya había visto 30 años antes que, ''más que de mística puede hablarse, con referencia a Albert Ràfols-Casamada, de un esteticismo llevado hasta sus últimas consecuencias".