A pesar de que esta semana el precio medio del crudo en el mercado mundial fue muy similar ?prácticamente el mismo? al que se registró la última semana del año pasado (WTI cerca de 25 dólares), nos encontramos en condiciones radicalmente diferentes. Hace un año se experimentaba una dinámica ascendente de la demanda, que hacía pensar ?como de hecho resultó? en la consolidación del ascenso de precios, cuya recuperación empezó en enero de 1999, entre otras cosas por la creciente capacidad de los productores para administrar su oferta, no sólo frente a esa demanda en ascenso, sino frente a los más bajos inventarios registrados desde 1994.
Hoy, en cambio, todo hace pensar en un menor ritmo de crecimiento económico en el mundo; en todos los casos se estiman tasas menos dinámicas que en el año 2000, primordialmente en las economías altamente consumidoras de crudo: Estados Unidos, 2 por ciento, en lugar del 5.5 del año 2000; Unión Europea, 2.6 por ciento, en lugar del 3.4 del año 2000; Japón, 1.5 por ciento, en lugar de 2; América latina, 3.4 por ciento, en lugar del 4.5 de 2000. En general se espera un crecimiento mundial inferior en no menos de un punto porcentual en relación con el experimentado este año 2000 que termina. También hoy, y pese a que todavía se registran bajos inventarios, se enfrenta el invierno con un volumen ligeramente mayor al de hace un año, todavía superior si consideramos que el crecimiento esperado del consumo para estos meses ?pese a la crudeza del frío en Estados Unidos y en Japón? permite que esos inventarios garanticen más días de abasto que lo que representaban el año pasado.
Y por si esto ?menor ritmo de la demanda e inventarios
con mayor fortaleza? en sí mismo no representara un severo problema
para defender los precios, hay un elemento más que diferencia radicalmente
las condiciones actuales del mercado petrolero internacional respecto a
las de fines de 1999 y principios del año 2000. Se trata del severo
desbalance que actualmente existe entre oferta y demanda. En el cuarto
trimestre de 1999, ante una demanda de 77.3 millones, de barriles al día,
sólo se producían 74.5 millones de barriles, obligando al
ahorro forzoso, al uso de inventarios y, desde luego, a la elevación
de precios. En cambio, en estos momentos, ante una demanda estacional de
78.1 millones de barriles al día, se tiene una oferta de 78.3 millones,
lo que plantea un débil equilibrio que los consumidores pueden romper
fácilmente con el manejo de sus inventarios.
Justamente por ello, el próximo miércoles
17 de enero del nuevo año 2001 los miembros de la OPEP se reunirán
en Viena para acordar un recorte a su plataforma de producción que
?según algunos proponen? pudiera llegar hasta el millón y
medio de barriles al día. No obstante, las estimaciones más
generalizadas hacen pensar que a partir de febrero la producción
OPEP se reducirá en cerca de un millón de barriles al día,
por lo que en unas cuantas semanas podemos esperar el descenso de una oferta
estimada hoy en 29 millones de barriles al día (de un total mundial
de 78.3) a no más de 28 millones de barriles. Sin embargo, hay que
notar que también se ha extendido la opinión de que este
recorte no podrá hacer que el nivel del precio de la canasta OPEP
ingrese de manera estable a la banda de los 22 a 28 dólares por
barril que se ha propuesto la organización de productores desde
hace casi dos años como objetivo para equilibrar el mercado. Por
lo que no sería difícil esperar nuevos recortes en marzo
o abril.
Lo cierto es que todos los elementos hacen pensar en un mercado petrolero menos dinámico y relativamente desacelerado, con precios inferiores a los del 2000. Ante esta nueva situación México deberá ser muy cuidadoso en su política petrolera de este año; cuidadoso para observar muy bien los recursos presupuestales que realmente se podrán captar por ventas internacionales de crudo, sin duda inferiores a los de este año 2000 y para diseñar las alternativas coherentes de manejo presupuestal. Pero aún más cuidadoso y prudente en cuanto a los volúmenes que se produzcan y se exporten. Nada sería más absurdo y regresivo que buscar una compensación de la previsible baja de ingresos, derivada de la baja de precios con una expansión del volumen de producción y de exportaciones. Sería deseable que las sugerencias al respecto, formuladas hace algunas semanas por personeros del nuevo gobierno sean rápidamente descartadas.