Ť Opera en el penal un centro de vigilancia oculto
En Almoloya observan hasta los actos más íntimos de los presos
Ť Dos videocintas documentan hechos que ocurrieron al interior del reclusorio federal entre mayo de 99 y enero de 2000
Gustavo Castillo García /I Ť Nada queda para la intimidad de los internos ni de sus familiares cuando están dentro: es el penal de máxima seguridad de Almoloya de Juárez ?recién bautizado como La Palma. Cientos de ojos y oídos electrónicos vigilan cada patio, pasillo, zona de acceso o celda. Registran todo: desde la manera en que un reo come o bebe, hasta los actos más íntimos de éste.
La grabación de conversaciones y movimientos es un secreto a voces entre familiares, reclusos y abogados defensores; pero por primera vez se documenta en dos videocintas la existencia de un centro de vigilancia distinto a los llamados "diamantes", donde se localizan unidades de monitoreo televisivo de cada área.
En las cintas aparecen los narcotraficantes Rafael Caro Quintero, el general Jesús Gutiérrez Rebollo, Ernesto Fonseca Carrillo Don Neto, tío del fallecido Amado Carrillo Fuentes; los hermanos Daniel y Aurelio Arizmendi López, Los mochaorejas; y Miguel Angel Félix Gallardo, entre muchos de los delincuentes que ahí purgan sus condenas.
Las imágenes se suceden una tras otra, en conjunto suman poco más de una hora 30 minutos de grabación, obtenida de las propias cámaras del penal. En cada imagen quedan registrados el día, la hora, la estancia o el pasillo en que fueron realizadas.
Los datos que aparecen muestran que la obtención de las cintas se realizó de mayo de 1999 a enero de 2000. Contienen escenas tales como el momento que un interno se "roba" una cucharada de la comida que está tras las rejas que rodean la cocina del dormitorio 3, y cuando éste mira a su alrededor tratando de establecer si nadie lo vio. Después se lleva la cuchara de plástico hacia su boca y degustar el alimento.
También se observan los instantes en que dos internos sostenían relaciones sexuales con sus respectivas esposas en el área de visita familiar. Esto sucedió porque aparentemente se les negó la visita íntima, en castigo por haber cometido "faltas técnicas al reglamento del centro penitenciario".
Hay una imagen en la que se ve cómo un interno del Centro de Observación y Clasificación (COC) se sienta en su cama de concreto, levanta las cobijas, se acuesta con el uniforme beige que habrá de portar durante dos días más antes de cambiarlo por otro. Cómo se cubre de pies a cabeza mientras el foco que hay en su celda, la cual mide de tres metros de fondo por dos de ancho, permanece encendido las 24 horas.
Al fondo de la estancia se observa un retrete, un bote de plástico y un pequeño lavabo. En primer plano aparece una repisa, también de concreto y encima de ella lo que parece una toalla; la cama, las cobijas y no pasan 15 minutos, cuando el recluso arroja los cobertores, se sienta en los bordes de la plancha, se revuelve los cabellos y se pone de pie. Camina hasta colocarse frente al retrete, se sienta en el piso, recoge sus piernas, agacha la cabeza y la posa sobre sus brazos, que entrelazados se apoyan sobre sus rodillas hasta quedar en posición fetal.
Luego, se cambia de cámara, esta vez se muestran imágenes del perímetro: la aduana de vehículos; el colegio de policía, que se ubica a un costado del acceso principal del inmueble; la malla ciclónica que separa al edificio principal de la población de Almoloya de Juárez; el área de registro de personas; la zona de acceso a las salas de audiencias; el campo de futbol frente a las instalaciones carcelarias; el movimiento de personal de custodia; los sitios donde todos los abogados y familiares de los reclusos deben colocar sus dedos pulgares sobre unos identificadores dactilares, que serán en un primer momento, los que decidan si el torniquete gira o impide el acceso.
Las escenas cambian de manera rápida. Muestran un interno que orina en su celda. A Don Neto despidiéndose de su esposa en la zona de visita familiar. Un recluso abrazando a su hijo en la misma área. Otro interno en el momento que intima con su mujer.
Otra toma. El preso vigila que no se acerque ningún custodio a la puerta del cuarto donde se lleva a cabo su visita familiar. Con una mano hace a un lado tres de las cuatro sillas que están en la habitación; con su mujer de frente pero sin descuidar el acceso, se colocan a un lado de la mesa redonda y quedan frente a un pequeño cuadro que cuelga de la pared y ahí tienen relaciones sexuales.
La cámara que registra esta escena visualiza la estancia. Parece estar a la altura del techo, frente a una habitación que en la parte frontal tiene una pared y la puerta construidas de cristal y tablarroca, por lo que cualquier custodio puede observar lo que ocurre dentro.
Hay cámaras que no están ocultas, muestran los pasillos. Pero existen otras que no son visibles, tienen un enfoque de hasta 250 metros y poseen un micrófono de largo alcance.
Las imágenes muestran una cárcel limpia, sin huellas de deterioro, aséptica. En las ventanas de las celdas que se localizan en la zona de ingreso, los internos han colocado toallas y cobijas para evitar que el viento frío se cuele a la estancia donde permanecen recluidos antes de ser trasladados a su celda subterránea.
Recostado sobre toallas, un interno con la espalda descubierta aparece tomando el sol. Hay quienes sólo tienen derecho a hacerlo 30 minutos un día a la semana en el patio de su módulo. Almoloya tiene ocho.
Cada estancia o celda es utilizada por un prisionero. No puede platicar con nadie, ni con los custodios. A las nueve de la noche debe acostarse. A las seis de la mañana levantarse a bañar con agua fría o muy caliente. No tienen manera de regular la temperatura.
Los únicos momentos en que tienen contacto con otras personas es durante los alimentos o en el patio. Pero sus pláticas, al igual que las que sostienen con sus abogados o familiares son grabadas e incluso utilizadas en sus "tratamientos" psicológicos.
El 5 de julio de 1999, a las siete de la noche con 42 minutos, las cámaras detectaron que en la llamada área técnica, un recluso fue golpeado en su celda. Se observa a un custodio salir de esa estancia, al tiempo que varios de sus compañeros corren al lugar acompañados de un médico y una enfermera. El resto de los internos que permanecían en sus respectivas áreas fueron sacados y trasladados a otro sitio.
Cuatro días después a las siete de la noche con 44 minutos, algunos de los reclusos que fueron sacados de sus celdas el 5 de julio, escenificaron un pleito en el comedor 7. Tres custodios no fueron suficientes para detener el enfrentamiento, por lo que llegaron refuerzos para controlar la situación.
Un preso quedo tirado en el piso. Luego fue levantado por dos integrantes del personal de seguridad y sacado del lugar. Los custodios que llegaron después del pleito, revisaron uno a uno a los reclusos.
En los videos se observa que en cada comida, los internos son revisados corporalmente. "Para evitar que ingresen o salgan con algún utensilio para comer entre sus ropas", dice la fuente que proporcionó las videocintas.
El alimento les es entregado por debajo de las rejas que cubren el área de la cocina de cada comedor, al parecer en platos de unicel. Cuando beben agua lo hacen de las llaves que están colocadas arriba de varios lavamanos de concreto.
Los comedores son largas mesas de concreto. Los asientos son individuales y están hechos del mismo material.
El 31 de diciembre de 1999, en el pasillo 3 del dormitorio A se grabó cómo un recluso era sacado en camilla por varios custodios vestidos con equipo antimotines.
A las ocho y media de la mañana del día primero de julio del 2000 dos internos se enfrentaron en el patio 3. El personal de seguridad tardó dos minutos en acercarse, pero no los separaron sino hasta que llegaron refuerzos. Para entonces la pelea había terminado.
Las grabaciones, que fueron presentadas sin sonido, muestran en varias ocasiones cómo las cámaras fueron dirigidas hacia determinados internos, cuando éstos, suponiendo que no los veían, con sigilo mezclaban bebidas o se intercambiaban de mano algún objeto. Los monitores no cambiaron de toma hasta que un custodio llegaba a quitarles lo que poseían.
Un secreto a voces
Muchos de los que habitan Almoloya purgan sentencias para las que no les alcanzará la vida.
Juan Pablo de Tavira (asesinado recientemente), quien fuera el primer director del penal, asegura en su libro ¿Por qué Almoloya?, Análisis de un proyecto penitenciario que después de un intenso trabajo, el centro de reclusión "ha logrado demostrar que es posible un penal sin drogas, sin corrupción, sin autogobierno, sin privilegios, sin dinero, donde efectivamente se readapta a los inadaptados".
Además, agrega que el lugar, "con el tiempo se convirtió en un ejemplo de respeto a los derechos humanos".
Hay abogados como Félix Garza que están dispuestos a presentar una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), por considerar que en ese centro de reclusión se violan esas garantías. Aún más, la señora Cruz Arteaga, esposa de un recluso, afirma que las grabaciones "no es lo más grave", asegura que hay habitaciones acolchonadas donde se golpea a los internos; que a las mujeres recluidas no se les permite utilizar toallas sanitarias durante sus periodos menstruales o que cuando llega "un nuevo", es desnudado en un patio, sujeto a una revisión incluso anal y luego pateado y amenazado en el momento en que pasa por en medio de fila de custodios.
Son, dice, secretos que se conocen a voces, pero que "la gente tiene miedo a denunciar".