Ť En el 2000 el grupo hizo cantar y reír, dice el líder
Abandona René Camacho, de La Limón, el proselitismo bandero
Arturo Cruz Bárcenas, enviado, León,
Gto. Ť René Camacho, líder de La Arrolladora Banda El
Limón, oriunda de Mazatlán, Sinaloa, está harto de
la política, del rollo, del oficialez (jerga burocrática
de los políticos) y afirma que ya no explotará más
su parecido con Vicente Fox, pues ese recurso lo empleó al máximo
en la promoción del disco Es cabrón el viejo. Varios
le aplaudieron, aunque ya se consabe que el cantante es panista de hueso
colorado (blanquiazul, en este caso). Pero proselitismos banderos,
no, ya no. "¡Qué bueno, don René, no le vaya a pasar
lo que a Juan Gabriel!", le expresan algunos alrededor.
El clarinetista declaró lo anterior a eso de las
cuatro de la mañana, mientras recuperaba fuerza tras haber concluido
la segunda parte de su presentación en la plaza de la feria de esta
ciudad zapatera y entre sorbo y sorbo de atole, más el infaltable
tamal, añadió que el 2000 ha sido un buen año para
su grupo.
Han hecho bailar, cantar, reír y hasta llorar a muchas jovencitas (y a uno que otro machín). Han robado cámara a Carlos y José, quienes se conforman con un escenario austero, con apenas unos 20 focos, cantando en una esquina de la plaza. Como si ellos no fueran importantes, como si no hubieran hecho trascender la canción norteña, con El chubasco, hace ya varias décadas.
La Limón tiene aquí a muchos de sus seguidores, quienes hacen palidecer a Yaguarú, que tiene que cortar su actuación, ante la gritería de los que exigen cantar los temas de los compañeros de René, pura banda aderezada con cumbia, ranchero y corrido.
Suben al escenario, impresionante: el juego de luces hace ver que hay dinero y que a esta agrupación le ha ido bien. Pero no han perdido el piso y aseguran que van a dar lo mejor de sí, una noche más, ante esa muchachada que arroja una entrada de más de 10 mil personas.
La banda de René Camacho sube para refrendar los éxitos logrados por medio de sus discos Más arrolladora que nunca, Corridos arrolladores, Antes de partir, Secretos de mi memoria y Es cabrón el viejo. Ahora lanzan Simplemente... arrolladora.
Se escuchan Se me cansó el corazón, Me voy lejos, Diferentes, Así te quiero y La morena, a ritmo de balada y hasta de salta. Un grupo de niñas logra saltar la barda y esquivar a los guardias de seguridad. Se colocan adelante de la primera fila.
Cuando se oye Hechizo de amor los sombreros son alzados; algunos llegan al escenario. El gentío semeja una marea. Por momentos, la banda deja de tocar. El público canta y ahora el artista es el centro de atención. Los micrófonos no hacen falta. Las voces están en todo lo alto. La Arrolladora interpreta un canción que es un himno por estos lares: Yo, de José Alfredo Jiménez. El concierto va in crescendo.
Hay "invitados especiales", de esos que nunca faltan. Toman coñac. La banda que no toca, tequila, ron, brandy. Los más, cerveza. Hace frío. Ni las cumbias de Yaguarú calientan el ambiente, menos los corridos de Carlos y José.
Atrás del escenario, una vez finalizada su actuación, la banda se surte de los atoles y tamales. Unos revuelven todo: un trago de tequila (a una paloma) y otro al champurrado; también un sorbo al refresco o al agua simple. Qué estómago tan resistente.
Total, que los de La Arrolladora siguen siendo de los preferidos entre los leoneses .