MIERCOLES 27 DE DICIEMBRE DE 2000

Ť Su arte siempre fue en favor de causas obreras, campesinas y estudiantiles


Murió el pintor hidalguense José Hernández Delgadillo, víctima de un mal neurológico

Ť Autor de 170 murales creados en ciudades de México, Estados Unidos, Costa Rica y Canadá

Ť El deceso ocurrió en su casa de Coyoacán y será sepultado mañana en su pueblo natal

Angel Vargas Ť Tras padecer una enfermedad por varios meses, falleció ayer a la edad de 72 años el pintor hidalguense José Hernández Delgadillo, reconocido en vida por abrazar las causas sociales y utilizar su arte en favor de obreros, campesinos y estudiantes.

Nacido en Tepeapulco, en 1927, el artista plástico fue víctima de un padecimiento neurológico que lo mantuvo postrado en cama durante los últimos cinco meses, dos de los cuales tuvo el cuerpo totalmente paralizado.

El deceso ocurrió al mediodía, en su casa de la ciudad de México ubicada en Coyoacán, y donde fue velado. Atendiendo su deseo, sería sepultado este jueves en su pueblo natal.

José Hernández Delgadillo estudió en la Normal Rural de Soltepec. A mediados de la década de los cuarenta se trasladó a la capital de la República y tomó clases de dibujo y pintura en el taller de Antonio Navarrete Tejero y en la Esmeralda.

Según el Diccionario Enciclopédico de México, de Humberto Musacchio, el creador expuso por vez primera en el Distrito Federal, en 1954, y cuatro años después, se inició como muralista en la Escuela Niños Héroes. Fue miembro del Salón de la Plástica Mexicana y autor de 170 murales en diversas ciudades del país, Estados Unidos, Costa Rica y Canadá.

Hombre comprometido con su tiempo y circuntancia, lo mismo apoyó causas sociales desde la trinchera del arte que desde diversas agrupaciones políticas. Contribuyó a la formación de la Coalición de Artistas Revolucionarios y del Grupo Arte Colectivo en Acción.

Participó en la creación del Frente Popular Independiente y, dentro de éste, perteneció al Movimiento Comunista Revolucionario. Fue cofundador del Partido Mexicano Socialista y contendió en las elecciones internas de éste, en 1987, para elegir candidato a la presidencia de la República.

Hernández Delgadillo pugnaba porque el destino del arte fuera intrínseco a los sectores más descuidados de la sociedad y no sólo a las élites. En ese sentido, enfocó su obra a las luchas populares y como m delgadillo-1-jpg uralista fue partidario de que la sociedad conquistara sus propios espacios y no estuviera atenida sólo a aquellos que le pudiera ofrecer el gobierno.

Ello, junto la temática sociopolítica de su trabajo, le valió un tanto la marginación, incluso se llegó a decir que se "trataba de un artista embodegado en su propio país".

Congruente con sus convicciones, fue reticente a solicitar apoyos públicos, así como a aceptar cualquier tipo de reconocimiento u homenaje.

No obstante esto último, apenas en noviembre pasado el Gobierno del DF, el Instituto de Cultura de la ciudad de México y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, entre otras instituciones, le rindieron un homenaje con motivo de su trayectoria artística, el cual consistió en el montaje de una muestra en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento.

Para el pintor, ese reconocimiento significó una oportunidad de refrendar el compromiso que adquirió desde muy joven con el pueblo: "Estoy entregando una herencia artística a mi país", se trata de un legado que no permitirá el olvido, la injusticia, la explotación ni el dogmatismo.

En entrevista con este diario (La Jornada, 18/11/00), explicó que la actividad artística debe ser solidaria con los anhelos del pensamiento revolucionario y mantenerse en el extremo contrario del mercado, la especulación, la explotación y la vulgaridad.

"El arte -señaló- es el elemento transformador y dignificador de la existencia. Es una de las actividades en las que el hombre es capaz de ejercitar el grado más alto de libertad. Lo concibo cerca del ocurrir cotidiano, desmitificado y al servicio de la comunidad como medio de comunicación, de conocimiento y de vida".

La obra de Hernández Delgadillo es parte del acervo de los museos de Arte Moderno de México, de París y de Phoenix (Arizona), y un recinto lleva su nombre en Cuernavaca, Morelos.

En vida, el artista plástico vio desaparecer muchas de sus creaciones públicas, destruidas por las malas condiciones de los muros o, principalmente, por su contenido sociopolítico.

Empero, una de sus últimas voluntades fue que los murales transportables que aún se mantienen en su casa sean montados en sitios públicos. A ello se dedicarán los tres hijos del creador, Francisco, Beatriz y Miriam, además de impulsar una fundación.