MIERCOLES 27 DE DICIEMBRE DE 2000

Ť El ser supremo tiene que poner en paz al volcán, afirman sus vecinos


Alegría por el retorno y respeto ante Don Gregorio

Fabiola Martínez, enviada, y María de los Angeles Velasco, corresponsal, Chalco, Méx., 26 de diciembre Ť La ansiedad y preocupación de los habitantes de las comunidades aledañas al volcán Popocatépetl se convirtió en alegría, al momento en que los soldados a cargo de los albergues les informaron que este miércoles muy temprano podrán regresar a sus hogares, ubicados a escasos 15 kilómetros del coloso.

Don Gregorio, que siempre ha sido parte de su vida cotidiana, hoy es digno de ''mayor respeto'', pero aun con la fuerza que pueda mostrar los habitantes confían en la disposición del Cenapred, y sobre todo ''en que Dios tranquilizará al volcán... el ser supremo le tiene que poner paz''.

La última cena

Miles de pobladores de las inmediaciones del volcán escucharon anoche el último llamado de los soldados para cenar, y ya desde esa hora empezaron a ordenar las escasas pertenencias que llevaron a los albergues, entre ellas las bolsas de plástico en las que guardaron los juguetes y víveres que les ofrecieron a ellos y a sus niños esta Navidad.

Fueron ocho días de estancia en los 16 refugios dispuestos para los evacuados por la contingencia volcánica, y finalmente la Secretaría de Gobernación aprobó su retorno, aunque desde la mañana cientos de pobladores de las comunidades consideradas de alto riesgo regresaron a sus casas por su propia voluntad y medios, ante la aparente tranquilidad que ha mostrado el coloso.

El albergue de ''cinco estrellas''

Roberto Vázquez, titular del Plan Operativo Popocatépetl en el estado de México, informó que se acordó el retorno de cerca de 3 mil 900 personas que hasta anoche permanecían en los albergues ubicados en Chalco y Valle de Chalco.

En uno de éstos, acondicionado en el auditorio municipal -''el albergue de cinco estrellas'', dijo un militar-, la gente sólo espera la llegada de los autobuses que los llevarán de regreso a su pueblo, San Pedro Nexapa. Los niños siguen jugando, corriendo de un lado a otro, divirtiéndose con los seis teléfonos públicos instalados en el lugar, y los adultos contentos de ''por lo menos pasar el año nuevo en la casa''. La Navidad, no se pudo.

La mayoría de sus casas no han estado solas, en estos ocho días de contingencia los hombres se han dado sus vueltas y algunos más prefieren quedarse a dormir por allá, pese a las advertencias de riesgo que emitieron las autoridades.

Los pobladores de San Pedro, la mayoría campesinos, agradecen la atención recibida en los refugios, pero algunos no dudan en expresar su miedo y resignación de retornar: ''Ni modo, ahí nacimos, ahí crecimos, ahí nos casamos y seguramente ahí vamos a morir'', dicen los integrantes de la familia Rivera.

Mientras que en sus comunidades empieza a despertar la vida cotidiana, la gente retorna a las calles y los comercios son abiertos, algunos de los que permanecen en los albergues dicen que incluso aceptarían ser reubicados ''porque la seguridad, la vida, es lo primero''.

Si algo se le ofrece a Don Goyo, nos regresamos al refugio...

La esperada ''luz verde'' se emitió por la noche y el retorno está programado para este miércoles, después del desayuno, para evitar que imperen confusión y desorden en el traslado.

Martiniano Agustín, de 80 años de edad y quien siempre ha vivido en San Pedro Nexapa, afirma no temer a Don Goyo. A un lado de su esposa Antonina, de 83 años, postrada en una silla de ruedas, dice: ''Nadie sabe la verdad, con la ayuda de Dios ya nos vamos a la casa y si de repente al volcán se le ofrece algo otra vez, pues aquí regresamos''.