MARTES 26 DE DICIEMBRE DE 2000
 
 
Ť Gustavo Leal F. Ť
 
Por una salud sin tantos adjetivos

En su discurso de toma de posesión, Vicente Fox afirmó: "Hoy, hoy, hoy propongo democratizar los servicios de salud pública; contar con un sistema en que los beneficiarios tengan voz en las decisiones que les afectan". Días antes, el secretario de Salud del foxismo, Julio Frenk, declaraba: "El eje de nuestra propuesta es la democratización de la salud. Eso significa contar con un sistema de salud cercano a la gente. Democratizar la salud es, en suma, construir un sistema de, por y para la gente".

¿Quiere decir que "democratizar" es atender oportunamente? ¿"Cercano" es sinónimo de resolutividad curativa? ¿"Gente" quiere decir paciente? Sin duda, democratizar está muy bien, siempre y cuando el sistema pudiera cumplir antes con su misión: ocuparse seriamente de la enfermedad. Pero para ello debería resolver las profundas carencias del sector.

Porque por ejemplo, el doctor Guillermo Ortiz Solalinde, secretario de Salud del estado de México, también estaría "democratizando" cuando afirma que "la salud es un proceso dinámico que cada día aporta más retos en los aspectos biológico, social, organizacional y administrativo. Por ello, debemos fortalecer nuestras capacidades y habilidades para incrementar la calidad de los servicios y mejorar su impacto", aunque nunca quede claro qué parte de esta extendida cadena "democrática" será capaz de traducirse en mejora clínica efectiva para los pacientes.

Y es que la posibilidad curativa de los 12 programas que incluye el Paquete Básico de Salud del estado de México está lejos de ser "democrática". Existen serios rezagos en la aplicación de las acciones de atención y la inversión en salud es bajísima. En las actividades de fomento a la salud la consulta clínica es fundamental aunque, con frecuencia, sea la menos apoyada. Los padecimientos infectocontagiosos superviven al lado de los crónicodegenarativos, cuestionando de raíz el mercadotécnico "concepto" de la "transición epidemiológica".

Un somero recuento de su operación local al nivel jurisdiccional muestra que: a) en el Programa de Detección Oportuna de Cáncer Cervicouterino y de Mama, los médicos enfrentan enormes dificultades para tomar muestras, y luego son prácticamente aplastados por el organigrama operativo "responsable" de analizarlas. El largo tiempo de espera para que los médicos reciban resultados es motivo más que suficiente para disuadir al usuario e inducirlo a la medicina privada, cuando pueda pagarla; b) sucede lo mismo con el Programa de Prevención y Control de Tuberculosis Pulmonar, pues es dilatada la espera para que el laboratorio confirme las tres baciloscopías seriadas requeridas para otorgar tratamiento.

El nivel de burocratización del sistema "democrático", más ocupado en cumplir "metas" ?que tanto preocupan al subsecretario de la Ssa, Roberto Tapia? que en atender pacientes, contribuye decisivamente a la incorrecta aplicación de estrategias y acciones que buscan mejorar al "beneficiario". Los programas pretenden ser estrictos y globales. Pero poco incorporan la condición socioeconómica, así como la diversidad cultural, étnica y regional. Los médicos están sobrecargados en su labores técnica y de campo, mientras que la promoción de la salud, vía pláticas de orientación a la comunidad, suele traducirse en franco desinterés y fatiga de la población que acude a ellas para pasar lista y garantizar el "cheque" Progesa.

Se aguarda que en el 2001, la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS) otorgue la certificación a este Programa de Ampliación de Cobertura (PAC) del estado de México. Incluso, el ahora director general del Instituto Mexicano del Seguro Social, Santiago Levy, reconoce que el paquete básico de servicios de salud nacional tiene una cobertura "muy rudimentaria".

El doctor Ortiz Solalinde agrega: "No podemos descuidar nuestra función, bajar la guardia a favor de los demás". Entonces debería ver por qué la nueva secretaria de Salud del Gobierno perredista del Distrito Federal, C. Laurell, estima que: "Tenemos algunos centros de salud en los que hasta 80 por ciento de las personas a las que se atiende vienen del estado de México. ¿De qué habla eso?, de un problema de abandono de la población, particularmente en la entidad mexiquense, no están haciendo un esfuerzo equivalente al que está haciendo el Gobierno del DF para dar cobertura a su población".

¿No sería más "democrático" que los nuevos funcionarios del sector salud precisaran el estricto contenido acotado de sus políticas sanitarias, reservando la "democratización" para aquellos procesos políticos de competencia definida? O es que, al emplear un lenguaje donde todo cabe, ¿buscarán darnos gato por liebre?