DOMINGO 24 DE DICIEMBRE DE 2000

Antonio Gershenson

Precios, petróleo y recesión

los precios suben más rápido, incluso en el índice oficial de precios. El porcentaje de aumento mensual del índice nacional de precios al consumidor se había, primero, reducido desde 1.34 por ciento en enero, hasta 0.39 por ciento en julio, casualmente el mes de las elecciones. La manipulación de variables macroeconómicas en tiempos electorales no es algo nuevo en este país. Pero pasada la elección, el índice de precios vuelve a subir y el mencionado aumento llega a 0.86 por ciento en noviembre, más del doble que en julio, y 0.72 por ciento en sólo la primera mitad de diciembre.

La respuesta oficial, y en este aspecto no ha habido cambio de gobierno, es freno a la economía: el Banco de México, cuyo gobernador no cambia con el nuevo gobierno, retira de la circulación cantidades crecientes de dinero. La escasez de dinero hace aumentar las tasas de interés, hace que se reduzca el ingreso de mucha gente, que disminuyan las inversiones y que aumente el desempleo. Por eso se le considera una medida recesiva.

Ahora, esto se combina con los efectos de los primeros síntomas recesivos en la economía de Estados Unidos. Y este elemento contribuye a una baja del precio de nuestro petróleo crudo, principal producto de exportación, del cual cuatro quintas partes van hacia el país vecino del norte. La baja se da en un nivel de precios petroleros más elevado que el de años anteriores, y es parte de un ciclo de corto plazo asociado a precios muy elevados en meses anteriores que estimularon la oferta y deprimieron la demanda. No se trata sólo de que los países exportadores tienen acordado reducir la producción en una situación así. Se trata de que son pocos los países en el mundo que tienen capacidad productiva inmediata de reserva. Esto, más la demanda invernal, motivarán un repunte del precio aunque no necesariamente hasta los niveles que había alcanzado.

Sin embargo, por lo pronto estos factores se traducen en efectos recesivos para la economía mexicana. Si encima de eso se sigue recortando el circulante, se va a lograr llevar al país a una recesión consumada. Es obvio que esto afecta a la gran mayoría de la población. Pero, además, empresas fuertes con influencia en el nuevo gobierno no están de acuerdo con este escenario que mucho les afecta, por lo que se producirán más fricciones en torno a esta cuestión.

Las tensiones con efectos más inmediatos, sin embargo, se dan en un asunto más particular, pero que se inscribe en el anterior: el desmedido aumento en los precios del gas natural. Ya hemos abordado este problema, originado por la decisión, tomada hace unos años, de amarrar los precios de los energéticos mexicanos de uso industrial a los del sureste de Texas. Ese precio ha subido a más del cuádruple desde marzo del año pasado. Y en México se han cerrado fábricas, incluidas varias de empresas de Monterrey, y se ha reducido el ritmo de producción de otras. Esto también tiene un efecto recesivo en la economía nacional. Y también aumentan las tensiones en el nuevo gobierno, al entrar en contradicción las concesiones al gobierno anterior con las consecuencias de seguir aplicando una política no sólo fracasada, sino condenada por casi 80 por ciento de la población, que el 2 de julio votó por candidatos distintos a los oficiales.

Próximamente iremos viendo cómo entra en crisis la política de precios del gas y también la política de contracción de la economía del Banco de México.