DOMINGO 24 DE DICIEMBRE DE 2000
Ť Enrique Montalvo Ortega Ť
Yucatán, primera prueba política del foxismo
La magnitud del conflicto que se ha generado a raíz del proceso de conformación del Consejo Electoral del Estado de Yucatán anticipa el fuerte nivel de confrontación que se espera en las elecciones (para gobernadores, diputados locales y presidentes municipales) programadas para el mes de mayo del 2001. Es muy probable que la gubernatura se resuelva por un estrecho margen de votos, de ahí que las decisiones que pudiera tomar el referido Consejo (cuya función es la organización de los comicios) podrían resultar determinantes. En tales condiciones es de gran importancia para los partidos contar con ciudadanos afines en aquél.
Más allá de las complejas cuestiones de interpretación legal, que dejamos a abogados y juristas conocedores del tema, resulta revelador analizar los intereses en juego y las estrategias que las partes en el conflicto están empleando. Este se originó inicialmente a raíz de la negativa de la fracción priísta del Congreso (que constituye mayoría) a reponer por tercera vez el procedimiento, como lo ordenaba el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (que en adelante llamaré TEPJF), ya que según alegaban sus funcionarios, no se cumplieron adecuadamente los procesos de selección. Ante ello dicho organismo está actualmente sustituyendo al Congreso yucateco en las tareas de formación del Consejo.
Esta decisión dio pie a que los priístas, al igual que el gobernador Cervera Pacheco, denunciaran que el TEPJF viola la soberanía al asumir tareas que corresponde realizar a las instituciones locales. En un discurso pronunciado el 15 durante una concentración en la que se tocaron el Himno Yucateco y el Nacional, Cervera señaló que "contamos con el reconocimiento de quien hoy es el presidente de todos los mexicanos (quien) tiene que apoyarnos para que se respete la Constitución del Estado de Yucatán."
Agregó que si Fox "quiere darle mayores responsabilidades a las entidades es para que sean más fuertes...; si alguien vivió esos problemas fue él, precisamente, y así lo ha señalado, entonces, ante esa situación, lo que hacemos es cobijarnos ante alguien que ya conoció esos problemas..." El 15 los diputados priístas en el Congreso se dirigieron a la Suprema Corte de Justicia acusando al TEPJF de actuar en la ilegalidad, y el 17 publicaron en la prensa local una carta dirigida al presidente Fox, en la que le dicen: "A usted no tenemos que platicarle de los excesos que cometen los funcionarios federales en su trato con las autoridades estatales. A usted no tenemos que convencerlo de las incongruencias jurídicas que arrastran las leyes, ni de las resoluciones aberrantes a las que suelen llegar algunos jueces.
"Usted mismo, como candidato a la presidencia respondió airado a un fallo del TEPJF que consideró inadecuado y calificó el proceder de sus integrantes de equívoco y faccioso. Lo mismo sentimos ahora los yucatecos..." Por su parte los diputados panistas y perredistas se han manifestado a favor de la intervención del TEPJF, acusando a Cervera de autoritario, e incluso un diputado panista se dirigió a sus compañeros priístas de curul como "delincuentes electorales".
La estrategia del priísmo yucateco, encabezado por Cervera, parece pretender varios objetivos, además del que aparentemente está en juego: lograr un mayor número de posiciones en el Consejo. En primer lugar aspira a proveer al tricolor de banderas que hasta antes de las elecciones del 2 de julio pertenecían al PAN, como las del regionalismo, la soberanía estatal y el federalismo, con el objeto de darle una articulación ideológica que perdió tras los tres sexenios de apoyo al neoliberalismo. Si cuando estaba en la oposición el PAN podía enarbolar fácilmente dichas banderas, al momento en que se convierte en partido en el gobierno tiene que enfrentarse al hecho de que su cabal vigencia acota al poder central y al verticalismo que en los hechos caracteriza a los gobiernos de Acción Nacional. Situación que hoy sin duda se ve exacerbada por las aspiraciones protagónicas y de populismo mediático que ha mostrado Fox.
No es casual por ello que ahora los priístas usen estrategias muy similares a las que utilizaba antes el blanquiazul, como dirigirse al presidente para demandarle justicia y exigirle que haga respetar la soberanía. El emplazamiento de todas estas demandas, sobre todo la de la soberanía estatal, permite al actual gobernador acrecentar su fuerza dentro del proceso de selección del candidato, ya que la unidad para defender aquella se presenta como central. Resultaría fácil estigmatizar a cualquiera que quisiera lograr la candidatura priísta por la libre, con el argumento de que vulneraría con sus aspiraciones políticas dicha unidad.
Por otra parte, la estrategia cerverista, vista en el contexto del grupo de gobernadores priístas del sureste, a quienes algunos han considerado como caudillos en rebeldía, le permite ocupar posiciones de dirección y poner a prueba nuevas acciones políticas y nuevas formas de articulación ideológica. Conviene recordar que el mismo presidente Fox buscó una negociación con este grupo de gobernadores, a quienes invitó a viajar a Centroamérica y a quienes propuso el plan Puebla-Panamá. Además, en su visita a Yucatán no dejó de elogiar a Cervera, cuyo proyecto maquilador no es muy distinto al que aplicó el hoy presidente en Guanajuato.
Es este el primer enfrentamiento del régimen foxista en el que éste tendrá que acudir a negociaciones políticas muy específicas, y donde el manejo de medios no resultará suficiente. Su actuación podrá dar una pista sobre cómo enfrentará situaciones políticas similares y sobre las posiciones que podría asumir tanto frente al PAN regional como ante los arraigados aparatos corporativos que operan en los gobiernos priístas del sureste. El análisis de la estrategia de la derecha panista tendrá que ser objeto de un posterior artículo.