Ť Su casa, convertida en museo privado que exhibe sus glorias
Huracán Ramírez, sobreviviente de la época dorada de la lucha
Ť El Santo tenía un don de ídolo, pero había muchos mejores que él, dice
Abril del Río /I
Sobreviviente de la generación que hizo la época dorada de la lucha mexicana, aquella de los grandes ídolos de mitad del siglo xx que dejaban multitudes afuera de las arenas y abarrotaban los cines con sus filmes, El Huracán Ramírez guarda aquellos años de apoteosis en la memoria fresca, gracias a los recuerdos con los que ha convertido su casa en un verdadero museo.
Conmovido por el reciente fallecimiento de Blue Demon, uno de los gladiadores con los que combatió en el cuadrilátero, y que juntos en las pantallas enfrentaron a monstruos y extraterrestres, Huracán Ramírez repasa las historias que viven detrás de fotografías, carteles, trofeos y decenas de máscaras que arrebató de los rostros de sus víctimas durante 36 años como luchador.
Con un saludo desde la ventana, sentado en el reposet de su recámara, Daniel García, su verdadero nombre, recibe a La Jornada, con media hora de antelación a la cita en su hogar, en la colonia Avante. El hombre de erguida figura, piel conservada y mirada firme a sus 74 años, viste un saco a cuadros, adornado con pañuelo blanco y prendedor de guantes dorados de boxeo, uno de los deportes que, como aficionado, fue la antesala de su carrera.
Perfumado, amable, elegante pues, tras abrir la puerta inicia con el orden de un guía acostumbrado a las visitas, así que lo primero será el rincón de la colección de pipas, instrumentos que, aunque nunca fumó, los utilizó como tema para dar un toque de distinción a las portadas de su revista de luchas durante 15 años. Habrá más de mil pipas, no sabe cuántas, pero sí de todo el mundo, de incontables materiales, estilos y propósitos.
"Ya nada más quedo yo", dice con cierta melancolía y con la mirada cuesta arriba, hacia la escalera, donde inicia la exposición en la que se mezclan los testimonios de sus victorias con su trayectoria cinematográfica, su convivencia y amistad con las luminarias de la farándula, la política y el deporte.
Al paso por las imágenes que recuerdan toda su vida, lo mismo luce el cuerpo escultural en repetidas ocasiones, que a cualquier edad vestido y posando al lado de Cantinflas, de Tin Tan, de las actrices y vedetes más connotadas, de presidentes mexicanos y de Bolivia ?la patria de su esposa Euly Fernández?; de Pelé, de José José, con quien conserva una amistad de muchos años.
El hombre nacido el 9 de abril de 1926 en la colonia Morelos, de pronto no sabe por dónde empezar, y lo hace con el recuerdo de sus inicios como patinador en la niñez y adolescencia, cuando practicó el hockey y después el boxeo amateur.
La película El regreso del Huracán
Ramírez
"En realidad vengo de una dinastía de luchadores.
De seis hermanos ?yo, el quinto de ellos?, cuatro nos subimos a las lonas,
y empecé como el Buitre Blanco, en 1952, pero eso sólo
fue un año, el único en que fui rudo, porque después,
siempre fui técnico, y puedo decirlo, con una técnica muy
depurada, y aunque nunca perdí la máscara, tampoco oculté
mi rostro ni mi nombre".
Entre 1952 y 1954 experimentó en las arenas del país como El Chico García, hasta que conoció al hombre que crearía a su personaje definitivo: el cineasta Joselito Rodríguez, quien, en busca de un luchador para rodar la segunda parte de una película que se llamaría El regreso del Huracán Ramírez, le ofreció un contrato para filmar.
"La primera la había hecho un español, que era muy guapo y que al no ser luchador, no se interesó. Yo me resistía a ser una copia de un personaje que ya existía, pero me animé, porque la propuesta fue que mi lanzamiento iría acompañado de la película, y que el otro desaparecería, y así fue como nací".
Vendrían entonces aquellos llenazos de las arenas al lado de El Santo, Blue Demon, El Solitario, Black Shadow ?otro sobreviviente?, La Tonina Jackson, de quien recuerda que "casi muere en mis brazos; en el hospital me pedía una pistola, porque ya no aguantaba el dolor de la osteoporosis, y tantos que, la verdad, muchos fueron tan buenos mejores que el propio Santo, lo que pasa es que él nació con un don de ídolo; no tenía más que hacer un ademán para provocar la ovación de la gente, pero yo le demostré muchas veces que era mejor técnico".
Daniel García, una de las leyendas para los fanáticos de la lucha mexicana en Centro y Sudamérica, y que era recibido como héroe en Japón, se precia de haber sido uno de los dos luchadores que ostentaron cuatro cinturones a la vez. "El primero fue El Chango Gorila Ramos; fue él mismo, ya retirado, quien me propuso igualar la hazaña", así que en un lapso de cuatro años se apoderó de las fajas nacionales y mundiales de los pesos welter y medio.
El orden con que ha colocado cada fotografía, trofeo y objeto, revela el tiempo que el ex gladiador le ha dedicado a sus recuerdos, de cuyo mantenimiento se encarga él mismo, pues afirma que más de una servidora doméstica ha maltratado o roto piezas de sus colecciones.
Algunos cuadros, los más importantes, como la pintura gigante de él, enmascarado, se abren como cajas secretas que guardan dentro otras imágenes y cientos de recortes ordenados que atestiguan logros dentro y fuera del país, como los de Japón, donde era presentado como figura central, más importante que el propio ídolo nipón, Antonio Inoki.
El Huracán guarda profundo respeto por los compañeros que enfrentó, a los que desenmascaró y los que lo vencieron, por los artistas, los políticos, y dedica un muro del estudio a las fotografías y testimonios de las personas con las que ha compartido, desde hace 25 años, su integración a Doble A, pues como más de un deportista encumbrado, afirma, cayó en la enfermedad del alcoholismo.
"Anduve por todo el mundo. En Sudamérica me iba bien, aunque me ponían enfrente a puros gigantones, que la verdad, usaban mucha cocaína. Conocí a muchos políticos, de todo, pero mejor me separé de allí, porque yo sí le entraba a mi whisky, pero nada más. Incluso, fue cuando alguien me dijo: 'Ve a Doble A o te vas a morir', y a partir de ahí, voy a cumplir 25 años sin beber nada, y de haber empezado esta otra historia".