SABADO 23 DE DICIEMBRE DE 2000
Ť Grupos paramilitares, amenaza latente, dicen; ruegan prelados por la paz
Con diversos actos recuerdan ONG la matanza de Acteal
Agrupaciones civiles y organismos no gubernamentales se manifestaron en la ciudad de México; Pachuca, Hidalgo; y en Mérida, Yucatán; para conmemorar el tercer aniversario de la matanza de Acteal y en demanda de que el gobierno federal cumpla las tres condiciones establecidas por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional para la reanudación del diálogo.
Los requerimientos son: convertir en ley la iniciativa de la Cocopa; liberar a los presos zapatistas que están en cárceles de Chiapas y otros estados, y el retiro total del Ejército de sus posiciones de guerra.
Mientras, en la comunidad de Acteal, Chiapas -donde el 22 de diciembre de 1997 fueron asesinados 45 personas entre hombres, mujeres, niños y ancianos-, los tres últimos obispos de San Cristóbal de las Casas: Samuel Ruiz García, Raúl Vera López y Felipe Arizmendi, se manifestaron por una paz permanente, "no transitoria", en esta entidad, basada en la justicia.
También hicieron un llamado para solucionar el grave problema de los 10 mil desplazados, quienes aún viven en condiciones paupérrimas en refugios prestados, ante la imposibilidad de retornar a sus lugares de origen por la amenaza permanente de los grupos paramilitares.
En el Angel de la Independencia y en el Zócalo, en la ciudad de México, se realizaron actos en los que se recordó que la acción de grupos paramilitares se mantiene como una amenaza latente en las comunidades indígenas chiapanecas, que intentará obstruir cualquier camino a la paz en esta entidad. En ambos actos se puso de manifiesto la preocupación por la ausencia de acciones efectivas de desmantelamiento de estas agrupaciones.
Bajo una constante lluvia, los tres últimos obispos de San Cristóbal encabezaron una peregrinación y oficiaron una eucaristía en memoria de la matanza de Acteal. Samuel Ruiz García presidió la misa y aseguró que Acteal "dejó de ser una tierra de ignominia para convertirse en un grito de esperanza".
En la celebración religiosa participaron familiares de las 45 personas asesinadas y cientos de indígenas de comunidades de Chenalhó, hostigados y agredidos por grupos paramilitares del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
La escenificación de la violencia
En la nueva ermita, conocida como la "Tierra Sagrada de Acteal", los sobrevivientes y familiares pusieron flores blancas, velas rojas, prendieron incienso sobre el templete en donde se encontraban los tres prelados, quienes, una y otra vez, pedían que se acabara la muerte y renaciera la vida en Chiapas, que la infamia de hace tres años no se repita y se haga justicia completa.
De un extremo del templete salieron hombres con uniformes negros, fusiles de palo y machetes. Todo fue repentinamente. Luego corrieron. Se tiraron al lodo y lanzaron cohetes para reproducir el sonido de un arma. Después se arremolinaron en torno a un grupo de niños, ancianos y mujeres que se dejaron caer al lodo e imploraron perdón. Nadie escuchaba, sobrevino entonces la masacre. Era parte de la escenificación de lo que fue aquel 22 de diciembre de 1997.
Samuel Ruiz fue contundente: "La sangre que corrió de niños, mujeres y ancianos inocentes, causó un grande dolor difícil de superar, pero gracias a que este pueblo es noble y a la guía de Dios, nunca se pensó en la venganza".
Hizo un llamado a los gobiernos estatal y federal para atender con prioridad la situación de los indígenas que continúan sin poder retornar a sus lugares de origen, debido a la presencia de grupos paramilitares.
Raúl Vera López expresó, en su oportunidad, que la masacre de Acteal fue resultado de la ambición de poder y de la locura, en la que, sin importar el dolor del pueblo, se quitó la vida a inocentes.
Por su parte, el actual obispo de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi Esquivel, conminó a los tzotziles a mantener la unidad y la fe para seguir luchando por la vía pacífica y ordenada para alcanzar la reconciliación entre todos los sectores.
Al referirse al retiro de los retenes militares, aseguró que esto es apenas un acto, pero que deben aplicarse medidas concretas para conseguir el retorno de indígenas a sus lugares de origen, con plenas garantías de seguridad.
En Mérida, cerca de siete agrupaciones civiles, vinculadas a la lucha indígena y a la defensa de los derechos humanos, presidieron en el parque Juan Pablo II -construido ex profeso por la visita del Papa a Yucatán, en 1993- una liturgia. Luego, los activistas se trasladaron al Monumento a la Patria, donde efectuaron un plantón de protesta.
En Pachuca, Hidalgo, ante el monumento a Benito Juárez, representantes de diversos organismos civiles depositaron una ofrenda floral, cruces, veladoras y palomas de paz, en memoria de los indígenas asesinados en Acteal.
Además, realizaron una manifestación en la plaza Juárez en demanda del desarme de las bandas paramilitares que día con día cometen brutales asesinatos en contra de los indígenas que demandan paz, justicia y dignidad de Chiapas.
Los asistentes también se manifestaron por que el nuevo gobierno, que encabeza Vicente Fox Quesada, dé solución "pero ya, ya, ya", a los problemas de marginación ancestral en las zonas indígenas del país.
Por último se refirieron a la problemática que ha provocado en el Valle del Mezquital la emigración de los otomíes hacia Estados Unidos, causando la desintegración de miles de familias. (Juan Balboa, Luis A. Boffil y Carlos Camacho, corresponsales)