VIERNES 22 DE DICIEMBRE DE 2000

Horacio Labastida

Neoliberalismo, ideología impuesta

No hay en la historia ninguna excepción que contradiga la tesis hoy aceptada y difundida sobre el comportamiento de las distintas sociedades en nuestro planeta. Cada una es impulsada hacia momentos estelares cuando los problemas no resueltos amenazan su existencia. Sucedió así en las grandes colectividades clásicas del pasado. La dinastía china Chou entró en franca disolución al verse golpeada por los señores feudales de la época (222-221 a. C.), y precisamente en tal ocaso Confucio propuso acudir a la antigua sabiduría para evitar el desastre. ƑCuál era esta sabiduría? Hacer del gobernante un "caballero", porque el ser caballero connotaba el compromiso de realizar en la tierra el bien común: "No hagas a otro lo que no quieras para ti, y haz a los demás lo que desees que éstos hagan por ti", principios que circularon en el antiguo oriente más o menos 550 años antes de Cristo. Las tesis confucianas fueron recogidas por el fundador de la dinastía Chin (221-207 a. C.), evitándose de este modo el fin imperial presagiado por las guerras que se desataron en la época de los Estados Combatientes. Un pensamiento redentor detuvo la fatal carrera al abismo. Grecia y Roma no fueron casos aparte. Platón (427-347) intentó evitar el aniquilamiento ateniense en la Guerra del Peloponeso (431-404) con el Mito de la caverna, o sea la propuesta de transformar la conciencia de sombras en una conciencia iluminada por los destellos del Bien; y algo semejante hizo Cicerón (106-43 a. C.), el creador de la terminología latina filosófica propiamente dicha, al defender las instituciones republicanas del cesarismo imperial; oponer la libertad ciudadana al emperador opresivo fue la proclama de quien denunció la conspiración de Catilina.

En dos momentos supremos florecerían en México los sentimientos de la nación. Una vez que cayó Hidalgo ante los tribunales del clero y del virreinato, comprendió Morelos que la sola guerra liberadora no consolidaría la independencia; era necesario dar la solución política exigida por las circunstancias, o sea la organización del naciente México en un Estado soberano, republicano, respetuoso de los derechos del hombre y generador de las condiciones que abrieran la puerta a una convivencia justa. En los Sentimientos de la Nación (1813) que presentó al Congreso de Chilpancingo, definió los principios clave del movimiento insurgente: la nueva soberanía mexicana tendría que ser absoluta o no sería soberanía, fue el primero, válido hasta el presente globalizador; y el segundo: haced que los ricos sean menos ricos y los pobres menos pobres, atribuyendo al Estado la obligación de poner en práctica políticas favorables a la justicia social. La conclusión es obvia. La concepción del Estado en la insurgencia fue la de un Estado comprometido a ejercer el poder político para el bien general y no en beneficio de las elites. Un Félix Calleja fortalecido detuvo la marcha de México por las rutas trazadas en 1810 y 1813, y fue necesario el transcurso de más de un siglo para que las generaciones revolucionarias de 1917 sancionaran un texto constitucional vinculado a la justicia social, principalmente en el artículo 27. La Revolución reafirmó las ideas morelenses y dio forma concreta a la demanda de equidad, al redistribuir la riqueza en nacional, social y privada, propiciar la cooperación de sus titulares e inducir un equilibrado reparto del ingreso material y de los bienes del espíritu, acentuando otra vez, la Revolución, el intervencionismo del Estado en todo lo relacionado con ese reparto equitativo, como base del perfeccionamiento de la población por el cultivo de sus altas instancias axiológicas.

ƑSon compatibles los sentimientos de la nación expresados por las generaciones insurgentes y revolucionarias con los planes neoliberales de nuestro tiempo? El descargar al Estado de sus funciones sociales y dejar el desarrollo de las familias en manos de los faraónicos negociantes que manejan el llamado mercado libre, significa acaudalar a los acaudalados y arruinar más a los arruinados. Esto es exactamente lo que el pueblo mexicano denuncia al señalar que el neoliberalismo es una ideología impuesta por intereses de las grandes empresas trasnacionales.