JUEVES 21 DE DICIEMBRE DE 2000

 


Ť Orlando Delgado Ť

Bancos y changarros

El equipo económico del nuevo gobierno ha enfrentado sus primeras contradicciones, resueltas a favor de la ortodoxia: la nueva Secretaría de Economía fue concebida, fundamentalmente, como una instancia promotora y facilitadora, lo que hacía necesario que contara con instrumentos que le permitieran destinar recursos a los actores económicos determinados. Se planteó que los bancos de desarrollo, salvo Fonatur, que se ubicó en el sector turismo, fueran sectorizados en la nueva secretaría, en una nueva estructuración en la que Bancomext, Nafin y Banobras se fusionasen y replantearan sus propósitos, adecuándolos a la propuesta foxista de promoción económica de las micro y pequeñas empresas, los changarros, así como a las medianas empresas.

El planteo del secretario Derbez coincidía con lo que desde hace tiempo han venido solicitando algunos sectores empresariales, particularmente la Coparmex y la Canacintra; los presidentes de estas agrupaciones patronales han señalado que el actual esquema de funcionamiento de la banca de desarrollo, operando en el segundo piso, esto es, prestando recursos exclusivamente a través de la banca comercial, ha significado que las empresas pequeñas y medianas carezcan de los apoyos crediticios necesarios para poder llevar adelante sus programas de trabajo, ya que los bancos privados "establecen garantías altas, analizan a las empresas para establecer si son sujetos de crédito y la entrega de los recursos se hace condicionadamente".

La decisión de mantener a los grandes bancos de desarrollo sectorizados en Hacienda y la ratificación de su operación en el segundo piso, establece los límites de la propuesta de crédito a los changarros: el monto de los recursos que se destinarán será de mil 200 millones de pesos, en operaciones desde 5 mil hasta 50 mil pesos, de modo que el total de créditos que se otorgarán, eso sí, sin previo análisis de riesgo, estará entre 24 mil y 240 mil acreditados. Con el fin de apreciar la significación de estos mil 200 millones, resulta útil recordar que la cartera de crédito de la banca comercial al cierre de 1999 fue de 906 mil millones de pesos, sin considerar a los bancos intervenidos o en condición especial (Inverlat, Bancrecer, Unión, Cremi, Oriente, Interestatal, Sureste, Capital, Promotor del Norte y Anáhuac), cantidad que es apenas 25 por ciento de la que se prestó en 1994.

Esta información confirma que el programa de crédito a los changarros, que representa un poco más de un punto porcentual del saldo de los créditos de los bancos comerciales y un poco menos de un cuarto de punto de los préstamos de 1994, no será trascendente; sin embargo, permitirá que la imagen del nuevo gobierno se refuerce con los usuarios de crédito que logren recibir 25 mil pesos. El instrumento que se utilizará será el Fonaes (Fondo Nacional de Apoyo a Empresas Sociales, antes Empresas en Solidaridad) que, en el sexenio anterior, se ocupaba de apoyar el combate a la pobreza y ahora se propondrá respaldar la generación de empleo, a través del desarrollo de los changarros.

Renunciar a que la banca de desarrollo se ocupe de financiar los programas fundamentales de promoción económica del gobierno es renunciar a que la creación de empleo y el combate a la pobreza sean verdaderamente relevantes en el diseño de política económica; significa aceptar que, como lo ha hecho Derbez, prevalezcan los criterios macro sobre los micro, en un "equilibrio entre las secretarías de Hacienda y la de Economía" que será, como en los últimos 18 años, la eterna postergación de los requerimientos sociales frente al mantenimiento del equilibrio fiscal, de las metas de reducción de precios, así como el alcanzar un déficit manejable en la cuenta corriente.

Significa que, como ha planteado el presidente de Canacintra, "el sector empresarial seguirá el mismo camino de sexenios anteriores, sin ningún fomento y menos recursos", ya que los bancos comerciales mantendrán un programa de otorgamiento de crédito, tanto con recursos propios como con recursos provenientes de los bancos de desarrollo, basados en criterios que lo dificultan enormemente; significa que los bancos comerciales seguirán utilizando los recursos de los ahorradores para operaciones especulativas. Significa que, en fin, en materia económica todo ha cambiado para que nada cambie.