MIERCOLES 20 DE DICIEMBRE DE 2000

 


Ť Alejandro Nadal Ť

Jugar para la desigualdad

No vamos a jugar con las variables macroeconómicas, sentenció el nuevo Presidente en su toma de posesión. También prometió, como si todavía estuviera en campaña, que la reforma fiscal se regiría por un criterio de equidad.

Esa última promesa se romperá cuando el gobierno envíe al Congreso una iniciativa para eliminar la tasa cero del impuesto al valor agregado (IVA) sobre alimentos no industrializados y medicinas. El IVA tendría así una tasa uniforme de 15 por ciento y haría todavía más regresivo el sistema impositivo mexicano, golpeando a la vapuleada economía de las familias más pobres.

Durante su campaña, el presidente prometió aumentar los ingresos tributarios de 11 a 15 por ciento del PIB para el año 2003. Para lograrlo, el gobierno promete combatir la evasión fiscal, ampliar la base de contribuyentes y eliminar privilegios especiales. Pero como mantiene su fe en las recetas neoliberales no buscará hacer progresiva la tasa del impuesto sobre la renta o gravar ganancias provenientes de la especulación en la esfera financiera. Tampoco contempla imponer una tasa del IVA más elevada sobre artículos de consumo suntuario, como automóviles, joyería o clases de alimentos y bebidas de lujo, en su mayor parte importados.

En cambio, a pesar del alto costo político que la medida tendría, el gobierno quiere eliminar la tasa cero del IVA sobre alimentos no procesados y medicinas. ƑPor qué? La respuesta es que los recursos que espera recaudar son mucho más altos de lo que se piensa.

Según la encuesta nacional sobre ingreso-gasto de los hogares de 1998 (ENIGH 1998), el gasto en alimentos y bebidas que no pagan IVA equivale a 69 por ciento del gasto total en alimentos y bebidas. El gasto en medicinas (todas tienen tasa cero del IVA) es 27 por ciento del gasto total en salud. Aplicando esos porcentajes a datos de la contabilidad nacional sobre consumo final privado en el mercado interior, obtenemos una estimación del gasto total en alimentos, bebidas y medicinas que no pagan IVA. Finalmente, si a esa cantidad se le hubiera aplicado un IVA de 15 por ciento (como sugiere ahora la SHCP) los recursos fiscales adicionales en 1998 habrían sido equivalentes a 2 por ciento del PIB.

Haciendo supuestos razonables sobre tasas de crecimiento y la estructura del consumo privado total, los recursos fiscales que podría generar la eliminación de la tasa cero en 2001 o 2002 oscilan entre 1.8 y 2 por ciento del PIB. Proyectando estos datos para el año 2002 se obtiene un ingreso fiscal por IVA de aproximadamente 5 por ciento del PIB.

Los ingresos tributarios totales (es decir, sumando lo recaudado por otros impuestos) pasarían, sin otras modificaciones, a ser del orden de 13 por ciento del PIB. De alcanzarse ese nivel de recaudación, el gobierno podría acercarse a su meta de superávit fiscal en el año 2003.

ƑCuál será el impacto sobre los causantes?

Los datos de la ENIGH 98 muestran que, en promedio, los tres deciles inferiores (estratos de menores ingresos) dedican al gasto en alimentos y medicinas 54 por ciento de su gasto monetario total. En cambio, los dos deciles superiores (estratos de mayores ingresos) destinan sólo 26 por ciento de su gasto a esos rubros. Al eliminar la tasa cero, los estratos más pobres tendrían que destinar hasta 60 por ciento de su gasto total para alimentos y medicinas. Pero la estructura del gasto en esa población presenta rigideces y no se podrá mantener el mismo nivel de consumo en alimentos y medicinas. El impacto sobre los estratos inferiores será devastador. En consecuencia, esa parte de la población tendrá que reducir su gasto en esos y otros rubros, o disminuir la calidad de su alimentación que ya deja mucho que desear.

En las condiciones actuales, la eliminación de la tasa cero es una medida que intensificará la desigualdad social y profundizará las distorsiones de la economía mexicana. El gobierno debería pensar cuidadosamente antes de embarcar al país en este sendero.

ƑPara qué servirán los ingresos tributarios generados al eliminar la tasa cero? El discurso oficial insiste en que se destinarán al gasto social y que beneficiarán a los estratos de menores recursos. Esa retórica publicitaria carece de fundamentos. Una meta central del gobierno es alcanzar un superávit económico en el año 2003. Esa meta en sí misma y la estructura del gasto público revelan que los recursos generados al eliminar la tasa cero servirán primordialmente para soportar cargas financieras. Eso traduce el pensamiento económico del nuevo gobierno con claridad. Se admiten medidas que pueden empeorar la desigualdad social. Pero con los dogmas neoliberales disfrazados de rigor macroeconómico, con eso no se puede jugar.