MIERCOLES 20 DE DICIEMBRE DE 2000
Ť En 1996 cobró la vida de cinco alpinistas
Mañana, 6 años de que el Popo inició su reciente fase eruptiva
Alonso Urrutia Ť Este jueves se cumplirán seis años de que el volcán Popocatépetl comenzó una larga fase eruptiva con periodos de intensa actividad en marzo de 1996, cuando se registró un crecimiento del domo de lava, que culminó en una serie de explosiones que derivaron en la muerte de cinco alpinistas.
Desde 1997, cuando se reportó la última explosión, el coloso se había mantenido en relativa tranquilidad, hasta el 12 de diciembre, cuando entró en una nueva etapa crítica, que ha obligado a decretar, nuevamente, como en 94, alerta máxima.
Con 23 mil años de existencia, el volcán Popocatépetl comenzó a mostrar una creciente actividad en el pasado reciente, hacia finales de 1993. Una actividad "fumarólica y sísmica" -según lo define el Centro Nacional de Prevención de Desastres- culminó el 21 de diciembre de 1994, cuando se produjo la primera gran exhalación de cenizas en los últimos 70 años.
El desalojo de una importante cantidad de poblados, y la inquietud que produjo entre autoridades y habitantes, fueron propiamente el aviso para instrumentar, desde entonces, una constante vigilancia que, al paso del tiempo, según señalan los expertos del Cenapred, han ubicado al Popo como el volcán "más monitoreado del mundo".
Durante 1995 la actividad del Popocatépetl se mantuvo intermitente. Sería hasta el 5 de marzo de 1996 cuando volvería a dar muestras de una reactivación importante, cuando se observó "el crecimiento de un domo de lava en el fondo del cráter", acompañado de algunas explosiones importantes.
La más importante de ellas se registró el 30 de abril de 1996, misma que provocó la muerte de cinco alpinistas que ignoraron las advertencias de las autoridades para no ingresar en el radio de seguridad. Las siguientes semanas, el domo del volcán continuó su crecimiento, hasta julio de 1996, cuando entró de nuevo en una relativa calma.
Sin embargo, según los expertos, a partir de entonces las fumarolas fueron cada vez menos frecuentes, aunque eran cada vez de mayor intensidad, "con tendencia a ser explosivas", situación que se acentuó en 97.
El 30 de junio se reportó la más importante de ellas, pues fue acompañada de sismos y la erupción se registró en dos grandes eventos, que duraron 135 y 90 minutos, respectivamente.
Consecuencia de estas violentas exhalaciones fue una intensa lluvia de cenizas, que afectó la ciudad de México, si bien no se registraron víctimas ni daños importantes, aunque el aeropuerto debió cerrarse por espacio de 12 horas. Fragmentos de pómez de hasta 10 centímetros cayeron en Paso de Cortés y a lo largo de varios kilómetros de la carretera a Amecameca.
De acuerdo con las lecturas de amplitud sísmica -según el Cenapred-, la exhalación del 30 de junio liberó, por sí sola, una energía equivalente a una décima parte del promedio de la energía sísmica anual liberada en los años anteriores. La exhalación provocó deshielo y formación de algunos flujos de lodo en el poblado de Santiago Xalitxintla, a 12 kilómetros al noroeste del volcán.
Desde entonces, el semáforo de alerta volcánica ha permanecido en amarillo, por recomendación del comité científico asesor del Sistema Nacional de Protección Civil, aunque en los últimos tres años el volcán había mantenido una relativa calma, misma que se rompió el pasado 12 de diciembre, con una nueva exhalación, que presagió la etapa de emergencia en que ahora se encuentra inmersa la región.