MIERCOLES 20 DE DICIEMBRE DE 2000

Ť En San Pedro Cholula, un pesebre insuficiente


En singular posada, autoridades pedían ayuda de casa en casa

Ť No se instaló el albergue porque no hay comida, cobijas ni agua

Enrique Méndez, enviado, y La Jornada de Oriente, San Pedro Cholula, 19 de diciembre Ť En este municipio -donde dicen que existe una iglesia por cada día del año- se concentró hoy una población temerosa, con incertidumbre sobre su futuro inmediato; que no se acostumbra aún a vivir fuera de sus comunidades, cercanas al volcán Popocatépetl, y que ayer definitivamente los expulsó con fuego. Este martes la situación es la misma: se mantiene el estado de alerta y, a pesar del esfuerzo, no todos han obtenido posada.

A casi 30 kilómetros del cráter de Don Gregorio, de vez en cuando la gente vuelve la mirada hacia el coloso. Después del fuego y las piedras incandescentes de ayer y la madrugada de hoy, toda la mañana ha expulsado vapor y cenizas; un penacho que el viento arrastra hacia Morelos y el estado de México.

Treinta y dos mil personas, que habitaban 17 comunidades de cinco municipios aledaños al volcán, debieron abandonar -del viernes 15 a este martes- sus propiedades, sus milpas y a los animales. Once mil indígenas abarrotan albergues que el gobierno del estado habilitó en Cholula, Izúcar de Matamoros y en la capital del estado. El resto emigró a la ciudad de México, a San Martín Texmelucan o a Puebla capital, y esta noche dormirán con sus familiares.

Más de 10 mil personas de San Buenaventura Nealtican y de la colonia Guadalupe Hidalgo todavía esta noche se niegan a abandonar sus casas. Durante seis años, desde el 22 de diciembre de 1994, el volcán ha tenido actividad constante. Así es que a pocos les inquieta que la montaña, a la que festejan con música y fuegos artificiales cada 12 de marzo -día de San Gregorio-, "eche lumbre y piedras".

En la madrugada, mujeres, ancianos y niños fueron obligados a desalojar las comunidades. Algunos hombres se organizaron en grupos para quedarse a cuidar sus propiedades y enviaron a sus familias a los albergues, lejos del volcán.

"šAy, señor!, va a repetir de nuevo..."

Apenas hace una hora que el presidente Vicente Fox y sus colaboradores estuvieron en el centro escolar Miguel Alemán. Ya son casi las dos de la tarde y en la cocina, que los militares han improvisado, humean las ollas. Pero ya es tarde, porque el horario de la gente del campo es distinto. Desayunan temprano y su almuerzo es antes de la una, así que ya hace hambre.

Un payaso entretiene a un grupo de mujeres y niños, y los hace participar en una parodia madre-hijo, en la que abundan las referencias directas a la erupción de ayer.

Francisco Chalchi Pérez, campesino de 70 años, acaba de regresar de Santiago Xalitzintla. Nada más ir a darle de comer a sus dos burros, dos marranos, cinco guajolotes y dos perros, y regresar al albergue, le costó 15 pesos del transporte, y eso que el chofer se negó a subir hasta Santiago y lo dejó en San Nicolás de los Ranchos, desde donde caminó una hora para llegar a su casa.

El y su esposa Eusebia Chalchi durmieron en el suelo, porque aquí no hubo distribución inmediata de colchonetas y cobertores. šQué diferencia con el albergue de Puebla capital!, donde alcanzó una cobija para cada quien, hasta para los niños.

-No quisimos irnos a México -cuenta Francisco Chalchi-, donde están mis hijos, porque aquí estamos cerca. Si aquí fueron 15 pesos, imagínese hasta allá: pagar un pasaje más grande.

-Ai' quedó todo regado -tercia su mujer-. Apenas habíamos juntado unas mazorquitas, maicito, y ai' quedó tirado todo lo que es del campo. No nos dieron tiempo, nomás nos subieron al camión.

Como a Chalchi Pérez, las autoridades y encargados de los albergues extendieron a muchos campesinos permisos para regresar a sus propiedades para que pudieran alimentar a su ganado. El gobierno del estado ha diseñado un programa de prevención y atención agropecuaria, para entregar mil 210 pacas de alfalfa y rastrojo en un caso de emergencia, como el de hoy, pero la gente se queja de que no hay organización, ni siquiera para facilitarles un transporte a sus comunidades.

Dice Francisco Chalchi Pérez que le preocupan más sus animales que el temor de una erupción. Valúa sus animales en casi 5 mil pesos. "Y si se mueren, Ƒquién me los paga?"

Xalitzintla está a menos de 7 kilómetros del cráter. Al pie del coloso, a pesar de su voluntad, Chalchi Pérez se impactó.

-Ahorita que fui, nada más rezumbaba el volcán.

-šAy, señor! -exclama su esposa Eusebia-, va a repetir de nuevo. Bien saca lava o más lumbre.

Un rumor y el tropel de mujeres y niños rumbo de la cocina les indica que los soldados están por servir la comida.

Como previó doña Eusebia, a las 18:46 el volcán volvió a arrojar fuego. Cuando no llueve, a Don Goyo le van a pedir agua, y cada 12 de marzo le llevan música para que esté en paz. Hoy no le pueden rogar que se apacigüe. "šSólo Dios sabe cómo nos tiene!"

A tres calles de este centro escolar, en la Casa de la Cultura, fueron albergadas 368 familias. Por todos lados se escucha el pregón de que hay comida suficiente -el menú de hoy es café, machaca con huevo, frijoles popo-aire4-B/W refritos, pan blanco y galletas-, medicinas, atención médica, cobijas...

Pero los niños están igual que ayer: descalzos, sucios, harapientos. En el Cetys 67 de la avenida Hidalgo, por ejemplo, las mujeres y sus hijos se disputaron con rudeza la ropa usada que un grupo de scouts llevó en dos costales y que desparramaron en el suelo. De ese tamaño es la necesidad.

En la secundaria Moisés Sáenz -donde permanecen 148 familias y son atendidas tres mujeres con embarazo avanzado- hay más organización. Desde temprano, tres camiones del Ejército han llevado a todos los que quieren a asearse a dos baños públicos cercanos.

Se instalaron lavaderos de piedra junto al baño de mujeres. El dilema para ellas es fuerte. ƑQué ropa lavarán si la única con la que salieron, junto con sus esposos e hijos, es la que llevan puesta?

En cada albergue provisional la empresa Telmex instaló servicio de telefonía gratuita. La Compañía de Luz conectó generadores de energía eléctrica y, además de los refugiados, deambulan médicos de la Secretaría de Salud, de la Cruz Roja, militares, policías municipales, y el acceso y salidas son controlados severamente.

Anoche, cuando salió lumbre...

A los refugios de Cholula, de Puebla y de Izúcar de Matamoros fue enviada la población de 17 comunidades.

Aún así, estas ciudades no ven afectada su cotidianidad. En Puebla se percibe la actividad volcánica como un evento lejano, sentimiento que se refuerza hoy que, a diferencia de otros años, apenas si ha caído ceniza. Las erupciones son seguidas por los reportes de televisión y, quienes transitan por la carretera México-Puebla, se detienen en los espacios destinados a los teléfonos de emergencia, para admirar el espectáculo. Las angustias se concentran en los albergues.

Marcial Pérez Inclán también es de Santiago Xalitzintla. Su mujer, sus hijos, nietos y parientes cercanos se agolpan en la puerta de la secundaria Moisés Sáenz. Quieren obtener un permiso para regresar y alimentar a sus animales. Esta es una preocupación constante, superior al miedo a una eventual erupción más grande.

Se han acostumbrado a vivir a las faldas de un volcán constantemente activo.

"No queríamos salir porque no nos pasa nada -dice Pérez Inclán-; estábamos confiados, pero anoche sí ya salió lumbre y nos dio un poco de susto. De otras veces nos ha dado sus tronidazos, ceniza y gravita, pero nada más. Lo que hacemos es por los niños. Por eso nos salimos".

Su mujer se queja de la comida. Los militares preparan sopa, huevo, frijol molido, "unas galletitas así de chiquitas" y pan blanco. "Aquí no estamos impuestos a comer pan. Allá arriba hacemos tortillas de maíz blanco, recién molido, y ya con unas papitas, comemos mejor..."

Ahora sí van a creer

Aunque el gobierno del estado informó que se había desalojado a casi toda la población de las comunidades que podrían resultar dañadas por una erupción, hoy en las calles de San Pedro Benito Juárez, San Baltasar Atlimeyaya, Santiago Xalitzintla, San Nicolás de los Ranchos, San Pedro Yancuiltlalpan y San Mateo Ozolco hubo actividad.

Después de alimentar a sus animales y verificar que en sus casas todo estaba como lo dejaron anoche, los pobladores se reunieron sólo para observar las fumarolas del volcán y hacer comentarios sobre ello.

A ellos se sumaron grupos de turistas de las ciudades de México y Puebla, que se aventuraron hasta San Pedro Benito Juárez, Atlimeyaya, Tianguismanalco y Atlixco, para tener una perspectiva más cercana del volcán. Durante horas tomaron fotografías y videos de las exhalaciones del Popo, a pesar de las quejas de las autoridades de estos pueblos.

No ha habido robos ni abigeato, a pesar que la vigilancia es mínima. Pero las autoridades comunales exigieron que el Ejército refuerce su presencia en la zona.

Estas comunidades están prácticamente abandonadas y la soledad era apenas interrumpida por el arribo de hummers del Ejército, camionetas de seguridad pública y vialidad, y automóviles de reporteros. En San Pedro Benito Juárez, a 11.6 kilómetros del cráter, los policías se tomaron su tiempo para jugar basquetbol y comer.

Al final del día, todavía muchos se resisten a abandonar sus propiedades, a pesar de los tremores y explosiones de Don Goyo. Petra Hernández se consuela: "Si aquí no pasa nada. Nosotros no tuvimos miedo por la lumbre que salió del volcán. Ahorita ya nos vamos porque me lo pidió mi'ja, que vive en Atlixco, pero mi esposo se queda a cuidar los animales y la casa".

En Puebla, el gobernador Melquiades Morales anuncia que ahora sí el gobierno del estado iniciará un programa de reubicación de comunidades y construcción de viviendas, lejos del volcán, pero sólo hasta que termine el estado de emergencia y la gente pueda regresar a sus casas.

"Ahora sí va en serio, porque cuando se les planteó, no lo querían creer. Ahora lo van a creer. Ya no se puede vivir en la angustia y la zozobra de que en cualquier momento puede haber una erupción. Por el momento van a tener que regresar, porque no tenemos a dónde llevarlos", dijo.

Mientras, esta noche, 150 personas, de las cuales 50 son menores de edad, todavía no tenían un lugar para dormir en San Andrés Cholula, municipio contiguo a San Pedro. A las diez de la noche todavía no podía instalarse un albergue provisional, porque no hay comida, cobijas, agua. Nada.

Las autoridades fueron de casa en casa -en singular posada- a pedir ayuda para estos refugiados. En San Pedro los albergues están abarrotados, y esta noche un pesebre no será suficiente.