MIERCOLES 20 DE DICIEMBRE DE 2000
Ť Autor de una antología acerca de cinco poetas del país sudamericano
El modernismo, un hito de los años veinte en Brasil: Alberto Paredes
Ť Recoge trabajos de Oswald de Andrade, Murilo Mendes y Manuel Bandeira, entre otros
Ť Un equivalente en México sería realizar un estudio acerca de Los Contemporáneos, señala
César Güemes Ť Un viaje de orden académico se convirtió para Alberto Paredes en el volumen que bajo el sello editorial de la UNAM, La poesía de cada día, un viaje al modernismo brasileño. Luego de un panorama sobre el periodo, los años veinte en Sao Paulo, viene la historia del movimiento y por último la antología que recoge trabajos de Oswald de Andrade, Mário de Andrade, Murilo Mendes, Carlos Drummond de Andrade y Manuel Bandeira.
-Casi diríamos que es un trabajo de campo, aunque se trate de una labor académica y de indagación literaria.
-Sí, no fue un estudio de cubículo. Luego de un tiempo como profesor de tiempo integral en la Facultad de Filosofía y Letras, llegó una invitación en tono de búsqueda para la Universidad de Sao Paulo para algún profesor que quisiera ir allá a dar clase sobre literatura mexicana del siglo XX, que es el rango que ocupé. El complemento del convenio era hacer una investigación sobre un tema local. Fui decidiendo algo que en realidad no existía en mí como un interés organizado. El caso fue llegar a Sao Paulo y centrarme en un tema que fuera propio de esa ciudad. Entonces vi que el movimiento más importante en ese sitio es el modernismo, que en los años veinte corresponde a nuestras vanguardias y tiene todo que ver con la localización urbana. De manera intuitiva llegué a eso e hice bien. Un equivalente sería hacer aquí un estudio sobre el grupo de los Contemporáneos y lo que fue la ciudad de México o lo que fue Jalapa en relación con los estridentistas.
Vivir el centro de Sao Paulo
-Finalmente, la geografía sí determina usos y costumbres de orden cultural.
-Claro, hay una interacción entre la ciudad, el grupo social y las pequeñas comunidades culturales que van teniendo simpatías, antipatías, entusiasmos en común y algo muy específico en el caso de Sao Paulo como fue la Semana de arte moderno que realizó en 1922. Es un tema fundamental en la historia de la cultura del siglo XX brasileño, tan importante como el muralismo en México, para hacer un parangón. Entonces, supe que tenía ese camino en cierto sentido avanzado. Y al mismo tiempo mis colegas me sugirieron que llegara a vivir al centro de Sao Paulo, a un equivalente de lo que era San Juan de Letrán. El edificio estaba a cuatro cuadras del Teatro Municipal donde se gestó la Semana de arte moderno. Comencé a vivir el centro como uno más de los vagabundos de por ahí, pero lo hice con mucho interés y espontaneidad. Esa labor acabó por arrojarme datos, información e interlocutores. Puedo decir que este libro tiene tres tipos de interlocutores: los muertos a través de su correspondencia publicada, los estudiosos académicos vivos y los viejos y viejas paulistanes, que evocaron cómo había sido el Sao Paulo de los años treinta y cuarenta, y que han ido viendo cómo su ciudad se transformó a sí misma.
-Hay una parte narrativa en el libro. De hecho toda la primera, que no es breve.
-Así es, tenía que describir el Teatro Municipal y caí en la cuenta de que era falso analizar o estudiar algo así, el modernismo, para un lector mexicano, si no sabemos en dónde sucedió. Así que las primeras 150 páginas del libro conforman una reconstrucción, una crónica de cómo fue ese mundo de los años veinte que gestó a los escritores y del cual ellos hicieron su literatura. Por eso está ahí esa parte descriptiva y narrativa que no es un estudio ni un análisis. Me permití un lenguaje teórico e intelectualizado, pero el objetivo es contar los años veinte de esa ciudad.
-El objetivo, entonces, era casi de divulgación.
-Digo qué es lo que resta. Es una especie de moraleja, a lo que quizá deba llegar cualquier estudio artístico. Me centré en saber qué quedó después de esa fiesta cultural que desembocó en la bota militar de Getulio Vargas, en las dificultades políticas, amorosas, sentimentales y económicas que fueron aislando a los artistas. Después de la fiesta de la vida quedó por un lado la melancolía y la tristeza y, por otro, su poesía.
-El caso es que el libro sí tiene carácter de antología, cumple con ese requisito.
-Es una antología en donde arriesgué mi traducción sobre cinco poetas intensos, los de mayor calidad. No los veo como modernistas, sino como grandes literatos. Además, les antologo poemas de su época modernista y de cualquiera otra. Están aquí por poetas, no por modernistas.