MARTES 19 DE DICIEMBRE DE 2000
Ť La penetración de iglesias y sectas amenaza la cosmovisión de los indígenas
Grupos religiosos cristianos dividen a huicholes
Ť La indoctrinación se opone a los usos y costumbres étnicos Ť Tensión adicional por los añejos
problemas de regularización y tenencia de la tierra Ť Ganaderos se posesiona de tierras comunales
Matilde Pérez U., enviada /II, Real de Catorce, SLP Ť No es una peregrinación religiosa, como las que en octubre de cada año llegan a Real de Catorce. Es un torrente de hombres enfundados en anchos pantalones blancos sembrados con figuras de venados, águilas y otras aves y flores en hilos azul, naranja, rojo, amarillo, verde. Pocos lucen los sombreros atestados por el plumaje de águilas; la mayoría sólo lleva algunas muestras. De los hombros les cuelgan morrales multicolores.
Las mujeres, con anchas faldas y blusones de tela de algodón, cubren sus negras cabelleras con amplios pañuelos rojos, azules, verdes. Hombres y mujeres de todas las edades lucen tejidos de chaquira. Todos van por las calles empedradas de esta helada ciudad minera colonial, situada entre cerros desérticos, rumbo al coso de la plaza de toros, justo frente al cementerio de Guadalupe. Allí, por primera vez en su historia, llevarán a cabo el ritual mágico religioso que realizan en Wiricuta, en Cerro Quemado, a seis horas a pie de Real de Catorce.
Simulan la caza del venado, animal sagrado que, de acuerdo con sus costumbres, hablará a través de los mara'akames o chamanes, quienes sentados muy cerca de una fogata empiezan a cantar y rezar con sus voces delgadas y suaves. De los morrales salen las flechas envueltas en piel de venado, algunas frutas, jícaras y velas; son abiertas las cajas tejidas de palma de donde extraen mazorcas de maíz blanco, morado, azul, pinto y amarillo; dentro quedan el diminuto peyote y algunas plumas de águila real o de otras aves. Los objetos son colocados sobre una mascada con la imagen de la Virgen de Guadalupe-Tonantzin y el conjunto queda bajo dos ramas de pino que cargaron desde sus comunidades, en la Sierra Madre Occidental. De las ramas son tensados cortos listones azules, amarillos y blancos.
Con pasos cortos y acordes con el ritmo de los violines, hombres y mujeres comienzan el ritual alrededor de la fogata. Van y vienen en semicírculo, escuchan el canto del mara'akame. Un largo ritual de agradecimiento por llegar a wiricuta y haber encontrado peyote. Dos hombres arrastran un becerro y un chivo que serán sacrificados por un mara'akame, quien con la sangre de los animales mancha las velas que inmediatamente son encendidas. El grupo danza hacia la fogata y la salpica con parte de esa sangre acumulada en una jícara.
En agradecimiento por el reconocimiento internacional, los mara'akames untan con el plumaje del águila real la cara y el cuerpo de la presidenta del Fondo Mundial para la Naturaleza-Estados Unidos (WWF), Kathryn S. Fuller, y con la punta de una pluma le dan a probar la sangre de los animales y le ofrecen agua. La mirada de Fuller revela asombro. Más de dos horas de canto, rezo y baile ritual. Los objetos-ofrenda son guardados en los morrales y llevados a Cerro Quemado para agradecer a la tierra su fertilidad, al Sol su calor, para pedir lluvia, venado y peyote.
Los huicholes siguen el ritmo, el ruido de sus pasos acompasados se multiplica por el eco que se forma entre los cerros. Es una noche especial, irrepetible para los habitantes de Real de Catorce.
Peligro de enfrentamientos
No lo dicen abiertamente, pero con el ritual mágico-religioso los huicholes manifiestan su rechazo a adventistas, evangelistas y testigos de Jehová que desde hace poco más de dos años incursionan en las comunidades huicholas ofreciendo agua, educación, salud, alimento y a cambio exigen que los huicholes abandonen desde el trabajo comunitario hasta su participación en las peregrinaciones que son parte de su cosmogonía e identidad.
Samuel Salvador explica: "llegan primero a las rancherías, a la parte más alejada de la sierra -donde están no más de 40 personas- y de las comunidades más grandes invitan a nuestros hermanos a que dejen las flechas, el cigarro, la jícara, el tejuín (la bebida tradicional), la caza del venado, el peyote y el trabajo comunal. Les dicen: 'síganos y así se salvarán de este mundo. Quieren convertirnos en pastores huicholes'.
Acepta que la presencia de esas sectas religiosas ya ha causado algunas expulsiones y tensiones en sitios como Pedernales, adonde llegaron los integrantes del consejo de ancianos para convencer a sus "hermanos indígenas" de que no atendieran el llamado de las sectas. La advertencia fue inútil, "ellos ya perdieron su espíritu huichol".
"Ya no queremos más sectas en contra de nuestra cultura; no más Pentecostés ni evangelistas, no más aleluyas. No aceptamos inhibiciones ni competencias a nuestra religión", es el rechazo que se multiplica y que está dividiendo a los huicholes, uno de los pocos pueblos indígenas que expulsó de su territorio a los franciscanos hace siglos.
Para tratar de frenar el silencioso avance de esas sectas, que han provocado divisiones, expulsiones y odios, las autoridades huicholas han convocado a reuniones. "En San Andrés y Santa Catarina les hemos pedido que no escuchen a esos religiosos porque van a romper con nuestra unidad y armonía. Les hemos dicho que ése no es el camino adecuado", dice Samuel Salvador. Y parece que las sectas están ganando esta batalla, pues según narra Samuel Salvador, hasta algunos mara'akames, los responsables de transmitir tradiciones y costumbres, ya se volvieron protestantes.
El conflicto, dice, aumenta porque los enviados de las sectas religiosas se han amparado ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos y en las comisiones estatales de derechos Humanos de Jalisco, Nayarit y Durango, e invocan los artículos 130 y 24 de la Constitución para que no se les impida actuar en la región huichola.
Por eso, abunda, "nosotros también demandamos que bajo el amparo del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo -referente a los usos, costumbres y tradiciones de los pueblos indígenas- y con la ratificación de los acuerdos de San Andrés se obligue a esas sectas a respetar nuestros sistemas normativos, nuestras peregrinaciones y cosmovisión".
Esa ruptura que provoca la acción de las sectas religiosas es aprovechada por los ganaderos, que siguen ocupando ilegalmente el territorio huichol. A cada reunión a la que asiste, el pueblo huichol reitera: "respeten nuestras tierras y busquen mecanismos catastrales para que las comunidades huicholas sean las primeras en poder comprar predios".
El proceso de negociación para recuperar sus tierras ha sido tortuoso y largo. A 46 años de exigir respeto legal y reconocimiento al decreto presidencial que los dotó de 240 mil hectáreas, los indígenas sólo han recuperado 2 mil 103 hectáreas de las 68 mil que varios posesionarios les han disputado. Las Tinajas, Amoles y La Laguna, son los predios ya entregados a los huicholes, aunque siguen en un proceso de recuperación 10 mil hectáreas.
Miguel Ramírez Jiménez, comisariado indígena de las comunidades de Jalisco, comenta que 28 mil hectáreas siguen en fuerte disputa: 22 mil hectáreas en Puente Camotlán (en los límites con Nayarit), y 6 mil en Huajimí. "El avance es muy lento, nos dijeron que estaban por entregarnos 3 mil hectáreas, pero no se resuelve el asunto, se está llevando con demasiada calma. Si siguen así pasarán otros 50 años para que resuelvan y esa es nuestra inconformidad".
Al principio de este año el pueblo huichol tenía 176 juicios entablados en los tribunales agrarios para recuperar su territorio. Desde 1999, el gobierno federal y el de los estados de Jalisco y Nayarit se habían comprometido a resolver, a la brevedad, el conflicto mediante un proceso de "conciliación agraria". Una nueva administración inicia y los huicholes aún no tienen "bajo todas las formalidades de la ley, con papeles y ante tribunales", como se los exigen, la tierra que les pertenece. "No queremos la entrega de un solo discurso y aplausos".