MARTES 19 DE DICIEMBRE DE 2000
Ť José Antonio Reva L. Ť
El agua, la gran ausente en la agenda política
Tal vez más que cualquier otra ciudad del mundo, la capital del país desde siempre ha dependido de una manera vital de su relación con el agua.
Mucho se ha escrito y podemos encontrar en su historia pasajes memorables como la construcción del primer acueducto ordenada por Nezahualcóyotl en 1466, que iba de los manantiales de Chapultepec a la entonces ciudad de México; hasta narraciones trágicas y poco imaginables, como lo fue la construcción ordenada por el virrey Luis de Velasco en 1607, para abrir un socavón que iba de Huehuetoca a Nochistongo, el cual pretendía conducir las aguas de la ciudad al río Tula, para dirigirlas al Golfo de México; al concluir las obras, después de trabajar un ejército de indios las 24 horas del día durante 10 meses seguidos, éstas, en su inauguración se vinieron abajo por falta de revestimiento en paredes y piso. Sin esta obra de desagüe la ciudad se inundó irremediablemente en 1615, 1623, 1627, sucediendo el peor desastre en 1629, cuando la capital permaneció cinco años anegada, muriendo en esos pocos años por diversas enfermedades alrededor de 30 mil personas, las cuales en ese entonces representaban la cuarta parte de su población. Hoy día el problema subsiste y la complejidad para disponer de agua suficiente y sacarla no deja de ser igual de complicada y de requerir obras titánicas.
Nadie discute si la situación es preocupante o no; sin duda lo es, pero hay muchas interrogantes en el aire: ƑSon el control, manejo y distribución del agua las variables que deben definir el futuro de la ciudad, y por ende de quienes vivimos y vivirán en ella? ƑEs con concepciones y políticas "expulsivas" como se logrará direccionar el ineludible crecimiento? o Ƒeste crecimiento se debe enfrentar con el diseño de una política urbana participativa, incluyente y ordenada, que garantice desde hoy la viabilidad de una mejor ciudad en beneficio de sus habitantes?
Afortunada o desafortunadamente, el DF, pero muy especialmente sus municipios aledaños, continuarán creciendo durante los próximos años. La capital del país tenderá a estabilizar su población para el 2010 con 8.8 millones de habitantes; los municipios conurbados crecerán en el mismo periodo a una tasa de 1.8 por ciento en promedio, estabilizando su población 10 años después con alrededor de 17.2 millones. Es decir que para el 2020 la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM) contará con 26 millones de habitantes, mismos que de mantener los niveles de consumo de agua actual promedio de 320 litros al día (consumo más fugas), tendremos para dicho año un requerimiento de 83.2 metros cúbicos por segundo al día, lo que parece verdaderamente aterrador, mucho más si consideramos que hoy en la ZMCM consumimos 65 metros cúbicos por segundo (35 en el DF y 30 en el estado de México) y hay quienes ya sostienen que se ha agotando el acuífero; que la ciudad se hunde por la sobrexplotación de pozos; que ya no hay capacidad de abastecimiento; que tenemos que traer agua del Temascaltepec; que tenemos que construir gigantescas plantas de tratamiento para reingresar el agua del drenaje, etcétera.
Desgraciadamente, ante la falta de un proyecto de ciudad, se ha dejado de actuar en muchos casos. Sólo algunos ejemplos: se han disminuido, detenido, o cancelado obras vitales para la ciudad como la construcción del acuaférico, el entubamiento del gran canal o el saneamiento de cuencas y ríos, aspectos que no sólo afectan el servicio a la población, sino que ponen en riesgo su seguridad, salubridad y estabilidad social; las plantas de tratamiento no han incrementado su capacidad de producción y la red de distribución a nuevos usuarios no se ha ampliado; las obras del drenaje profundo no avanzan al ritmo requerido y obras en túneles, rectificación de cauces, construcción de plantas de bombeo y nuevas lagunas de regulación, aun cuando cuentan con créditos internacionales que nos están costando intereses desde 1997 por no utilizarlos, no se realizan; en materia de potabilización de agua, en los pozos del oriente no se ha avanzado significativamente para reducir la problemática; en matera de drenaje, la situación no es mejor; los equipos de desazolve con que cuenta el GDF apenas alcanzan para atender cada año a una quinta parte de la red.
Tampoco se ha continuado con la campaña de concientización del cuidado del agua, teniendo el DF los más altos consumos per capita del mundo con más de 350 litros diarios/persona; carecemos de una legislación que fomente la construcción de plantas para el tratamiento y reutilización de aguas residuales domésticas y pluviales.
Ante esta realidad, la pregunta es: ƑCómo queremos atender el irremediable crecimiento de los próximos 20 años? ƑPromoviendo la expulsión de la población y sus actividades económicas? o Ƒatendiéndola de manera ordenada, responsable y participativa? Para cualesquiera de las dos posibilidades hay un sinfín de procedimientos y políticas; entonces lo importante es consensuar una propuesta en la que todos participemos.
Es necesario sentar las bases para revertir la tendencia actual y poder ofrecer a las nuevas generaciones un horizonte sustentable, con un mejor balance entre disponibilidad y necesidad de agua, con un proyecto de ciudad.