MARTES 19 DE DICIEMBRE DE 2000

 

Ť Luis Hernández Navarro Ť

La maestra con botas

Las semejanzas entre el liderazgo de Carlos Jonguitud Barrios y Elba Esther Gordillo en el SNTE son sorprendentes. El primero controló al sindicato durante quince años. La segunda lo ha hecho durante once y se prepara para ejercerlo durante tres más.

Carlos Jonguitud Barrios se hizo con el dominio del gremio magisterial en 1974 mediante un golpe de Estado, que contó con el aval y apoyo del presidente Luis Echeverría; Elba Esther Gordillo llegó a la dirección nacional del sindicato en 1989, traicionando a su antiguo maestro y protector, violando los estatutos, en una acción decidida por el presidente Carlos Salinas de Gortari, en medio de un paro de 150 mil profesores de la CNTE.

Ninguno ha querido reconocer su condición. El potosino afirmaba: "No soy charro"; la chiapaneca dice: "No soy cacique". Necios como son, sus subalternos los han desmentido. En 1980 eligieron al "Profesor y Licenciado" como "líder vitalicio del SNTE"; hace unos días, el nuevo directivo formal del gremio aseguró que la maestra es el "cuadro más valioso que tiene el sindicato (...su) líder nacional".

La profesora Gordillo comenzó su carrera como sindicalista institucional en la sección 36 del SNTE, perteneciente al estado de México. En 1976 encabezó una delegación de ciudad Nezahualcóyotl y en 1977 ganó la dirección de su sección. "Llegué por un pleito entre hombres", ha explicado ella. Efectivamente, los conflictos entre los líderes regionales impidieron que pudieran elegir un nuevo comité. "Tráiganme a esa güereja", dijo Jonguitud, el hombre fuerte del gremio señalando a la maestra. Elba Esther fue designada secretaria general.

Siempre de la mano del "líder vitalicio", su carrera dentro de las filas del grupo Vanguardia Revolucionaria fue meteórica. En 1983 fue nombrada secretaria de Trabajo y Conflictos de Educación Prescolar, y en 1986, de Finanzas en el comité nacional del SNTE. Ha sido diputada por el estado de México y por el Distrito Federal. Senadora de la República y delegada en la Gustavo A. Madero. Con amargura, su mentor aseguraba después del golpe: "Yo la formé".

Curiosamente, Rafael Ochoa, nuevo dirigente nacional del gremio, proviene de la misma sección sindical que la maestra. También de allí era Misael Núñez Acosta, una de las figuras clave del movimiento magisterial democrático asesinado el 30 de enero de 1981. Rufino Vences Peña, Joel Vences Hernández y Jorge Mejía Pizaña lo mataron. Detenidos, confesaron que habían sido contratados para cometer el crimen por Clemente Villegas Villegas, funcionario del SNTE, a cambio de un ofrecimiento de 300 mil pesos. Al poco tiempo de su detención, huyeron.

Rafael Ochoa fue elegido como secretario general del sindicato en un congreso realizado en Chihuahua, en medio de múltiples irregularidades. Su nombramiento se efectuó en la madrugada del 15 de diciembre, cuarenta y ocho horas antes de lo previsto, sin permitir la participación de la disidencia democrática, protegido por la policía y en una sede distinta de la original, a 60 kilómetros.

La historia no es nueva: refrenda la "traición" del jaripeo. Así se ha gobernado tradicionalmente el gremio. Los congresos nacionales se efectúan en localidades alejadas del centro del país como Cozumel, La Paz o Chihuahua, para controlar a los delegados y evitar el acceso de opositores. La dirección nacional del sindicato tiene control absoluto de las asambleas y congresos para nombrar a los representantes. Se trata de un filtro discrecional e infranqueable para quien no tenga la absoluta mayoría y esté dispuesto a negociar su inclusión en los eventos.

Cuando en 1989 Elba Esther Gordillo llegó a la conducción nacional del sindicato ofreció que las cosas serían distintas. Se comprometió a favorecer la democratización, el pluralismo y a distanciar al gremio del PRI. No cumplió. Celebró costosos eventos internacionales, cultivó relaciones con periodistas e intelectuales y cambió los estatutos, pero las reformas fueron cosméticas. Consistieron en cooptar a algunos cuadros disidentes y en incorporar al gobierno sindical a unos pocos dirigentes opositores sin darles juego. Formalmente el SNTE dejó de ser parte del PRI pero, en los hechos, el maridaje se mantuvo. Aunque de acuerdo con los estatutos Tomás Vázquez, el secretario general saliente, estaba inhabilitado para ser senador, mantuvo su puesto hasta el final de su gestión.

El cambio del 2 de julio llegó al SNTE, pero no como democracia ni alternancia. A su interior se vive el mismo clima de intolerancia, continuidad en la dirección sindical y falta de respeto a la voluntad de los maestros que han privado en los últimos once años. Lo nuevo es que, ahora sí, el alejamiento del organismo gremial del PRI parece ser una realidad. Se ha concretado una alianza del liderazgo moral con Vicente Fox. La maestra se ha puesto las botas.