MARTES 19 DE DICIEMBRE DE 2000
Ť Marco Rascón Ť
La cruzada del Fox Campeador
La crítica vulgar afirma que "Fox no hará nada" y se equivocan. La cruzada de Fox ha expulsado a los moros del poder, cual santo guerrero de Compostela. En sus circunstancias, Fox no sólo no tiene nada que perder, sino que es el ideólogo y el político conservador más importante de México, desde Iturbide hasta el neoliberalismo, aplastando a los moros liberales. Esto fue posible por el desgaste y la descomposición a la que llevó el PRI al liberalismo mexicano y los errores sistemáticos de las izquierdas socialistas, que le dieron la oportunidad a Vicente Fox para elevarse sobre la decadencia, la prolongada simulación y la inconsecuencia.
Contra lo esperado, ganó un avecindado simple, de espíritu ligero, representativo de los farmers que alguna vez representó Alvaro Obregón y que supo unir lo viejo y lo nuevo de la derecha mexicana, recogiendo a tradicionalistas y neoliberales, regionalistas y globalizadores, sinarquistas y panistas, cristeros y modernizadores. La gran fuerza de Fox es su sentido común, lo cual irrita y desconcierta a la vieja clase política, incluyendo a la del PAN. Fox es casi un emperador, coronado por la República inválida y sumisa.
Fox se ha encumbrado en la realidad nacional, porque ha convocado a la nueva unidad y ha sido rechazado con el discurso y el escudo de los símbolos decimonónicos del liberalismo, puestos en montón para diferenciarse. Se ha encumbrado, porque arrastró a sectores socialdemócratas, priístas, perredistas y aventureros protegidos, como el Partido Verde, asfixiados por los partidos del viejo régimen; atrajo a los separatistas de Nuevo León, Chihuahua, Sonora y Yucatán y convenció a la oligarquía empresarial y financiera que conspiró por el poder, desde la nacionalización de la banca en 1982 y que el PRI, para retenerlos, los fortaleció y les dio todo, en cada crisis.
Fox subió entre los escombros de las políticas de austeridad impuestas por el PRI; emergió de las frustraciones e indecisiones generadas por Carlos Salinas, haciendo la glasnost que no tuvo la perestroika salinista. Fox se eleva gracias al pragmatismo de las trasnacionales y cumple el sueño empresarial de hacer de la entrega eficiente de Coca-Cola y Sabritones a los estanquillos del país, una estructura política con base en pagos por comisión, discursos de superación y estímulos. Una estructura en que el costo de la propaganda y la estrategia de medios cuestan más que el producto en sí, terminó siendo más conviencente que los principios de la patria juarista y el nacionalismo revolucionario abandonados, hasta el 2 de julio.
Fox ganó a las corrientes neoliberales predominantes y, por tanto, portando el estandarte de la Virgen de Guadalupe se convirtió en el defensor de la Doctrina Monroe en estos tiempos en que se perfila la contradicción entre la gobalidad estadunidense contra la europea y asiática.
La genialidad de Fox es que convirtió el potencial de todas las derechas históricas y nacionales anidadas en los pueblitos y arrinconadas en el tradicionalismo religioso y las hizo la base social de su proyecto globalizador y en plena coincidencia con la estadunidense. En ese sentido, si en 1810 en Guanajuato se dio el grito de independencia, ahora desde allí, el Fox Campeador, ha dado el grito de globalización.
Fox construye sus modelos e iconos y uno de ellos es Chiapas. Si para Carlos Salinas Chalco fue su símbolo sexenal, para Fox Chiapas será el ejemplo de que la globalización estadunidense y la nueva democracia son la alternativa. Chiapas será el aparador que legitime al foxismo, pues Fox ya no tendrá que demostrar nada en el resto del país, pues basta con que muestre cambios en Chiapas, para que el mundo apruebe al nuevo régimen, ya que Chiapas es hoy más conocido en el mundo global que el resto del país.
Esta cruzada de Fox tiene como su objetivo el Distrito Federal. La descentralización soñada de las derechas empresariales necesitan una capital achicada, disminuida, controlada y centralizada en un supragabinete (como el de Fox), pero sin un costo político para ellos. La "lucha" por los recursos del ramo 33 que une al PRI y al PRD en un solo aplauso, constituye la entrada pactada de Fox a la capital "para acabar con la pobreza", pues estos recursos llegan etiquetados a los estados como parte de programas federales y no al presupuesto local. Fox será el que atienda a los niños de la calle, indigentes y pobres en el DF, no el gobierno local. La política del gobierno del DF, abrió esa puerta, estableciendo en los hechos una colaboración plena con el programa y los objetivos del foxismo. El gobierno del DF en lo ideológico comulga juarismo con el PRI, pero en lo económico, administrativo y financiero, con el PAN y el foxismo, tratando de convertir su incongruencia, en una identidad de "tercera vía" para consumo de los ingenuos y desapareciendo al PRD.
Frente a un país paralizado por el racionalismo y el gradualismo político, el "hoy" de Fox tiene una gran fuerza, que sólo un pensamiento avanzado y una práctica consecuente puede oponer y ser alternativa nacional con éxito.