Lunes en la Ciencia, 18 de diciembre del 2000
La psicología y lo feo
Juan Soto Ramírez
Lo feo es aquello que no tiene la capacidad de producir deleite al espíritu. Y cosas feas en la vida hay muchas, como el abuso, la violación, los celos, la envidia o el poder. Todas ellas matizadas por un mismo color. Baste a cualquiera intentar acercarse a la psicología para darse cuenta de ello. No se requiere ser un erudito en la disciplina para notar que desde hace tiempo, quizá sea inútil decir cuánto, la psicología se ocupa de lo feo: traumas, frustraciones, incapacidades, deficiencias, limitaciones, etcétera. Y parece no bastarles a los psicólogos con la crudeza de la realidad para hacerla más cruda.
Si imagináramos un mundo sin psicología sería más cómodo, menos feo, más artístico. ƑQuién, en estos mo-mentos, estaría luchando contra su neurosis, su incapacidad aprendida o sus adicciones? La respuesta es: nadie. Sin embargo, parece que a los psicólogos les gusta encontrar lo feo del mundo. Como si la psicología se redujera a lo feo. La psicología del arte, por ejemplo, no ha entendido que al autor no puede juzgársele por su obra y que a la obra no se le puede juzgar por el autor. No obstante, existen demasiados psicólogos poco experimentados que insisten en ello. Pero ese no es el problema central. La psicología en general y cualquiera de sus ramificaciones carecen de una condición estética. Para hablar de lo bello necesitan a lo feo.
Como si estudiar psicología fuera sinónimo de explorar la falta, el desapego, las carencias, etcétera. En general, como si fuera un modo de llegar a la cara no iluminada del Ser. Son dos cosas distintas, entender problemáticamente al mundo que pensar que el mundo sea problemático. No obstante, los psicólogos parecen olvidarse de ello. Parecen olvidarse que la vida tiene color, que también sonríe y baila.
No es fortuito que los anaqueles de las universidades se llenen con tesis sobre el aborto, la violación, el consumo de drogas, la prostitución infantil o el aborto (sólo por mencionar algunos temas tan manoseados por los psicólogos inútiles). Baste a cualquier persona con inteligencia dar un paso atrás para darse cuenta que entre la psicología y el amarillismo académico o periodístico existe una distancia muy corta. ƑSerá que los psicólogos, a diferencia de otros profesionales, no podemos mirar la realidad de otra manera? Parece que no. Entristece pues la condición de la psicología, no importa que sea clínica, social, infantil, industrial o del trabajo. De cualquier modo, la psicología se encargará de lo feo. Porque la psicología ha olvidado el estudio del espíritu por estudiar el comportamiento o las actitudes o cualquier otra cosa que pueda parecérsele.
Si redefiniéramos a la psicología como el estudio del espíritu, en el buen sentido de la palabra, muchos psicólogos se quedarían sin trabajo, incluso sin saber por qué. A la psicología le hace falta mirar lo bello, es decir, lo que engalana al espíritu, no lo que le dota de significado sino lo que le permite entrar al plano de lo simbólico. Ser psicólogo no implica moverse en los oscuros terrenos del Ser, quizá implique, oscuramente, entender al Ser. La psicología que co-nocemos no entiende mucho de epistemología compleja, que no es lo mismo que la complejidad epistemológica, porque se ha preocupado por la metodología, pero se ha olvidado que sin una ontología, el mundo psicológico simplemente no es posible. A la psicología le hace falta reconocer lo bello del mundo para en-trar en el mundo de lo bello. No puede atascarse en lo feo co- mo se ha a-tascado los últimos 100 años aproximadamente.
El autor es profesor-investigador de la Universidad Autónoma MetropolitanaųIztapalapa