LUNES 18 DE DICIEMBRE DE 2000

 

Ť León Bendesky Ť

Crecimiento económico

Parece haber indicios de que la economía estadunidense se está finalmente desacelerando. Este es un resultado que se ha esperado durante ya algún tiempo, después de que se han elevado las tasas de interés 1.25 puntos porcentuales hasta llegar a 6.5 por ciento desde junio de 1999. Ahora se dice incluso que la disminución del crecimiento podría ser mayor a la que originalmente perseguía la Reserva Federal como medio de contener las presiones sobre la inflación. Lo que hoy se discute es si el ajuste de esa economía será compatible con acomodos paulatinos a una menor expansión, o si puede precipitarse un periodo recesivo.

Tan sólo desde 1995, el producto ha crecido en ese país más de 4.5 por ciento en promedio anual y se tendría que ir hasta la década de 1960 para ver registros similares. El desempleo disminuyó de modo notable hasta una tasa de 4 por ciento sobre todo en comparación con las cifras observadas en los años 1970 y, aun con una alta utilización de la capacidad instalada, el ritmo de aumento de los precios ha sido sólo del orden de 3 por ciento anual.

La interpretación convencional de este sobresaliente desempeño de la economía estadunidense se basa principalmente en el aumento de la productividad, es decir, el producto generado en relación con el número de trabajadores ocupados, y que se estima en 3 por ciento por año en el último lustro. Esta mayor productividad de asocia con el rápido ritmo de la innovación tecnológica incorporada de modo especial en las computadoras. Con ellas, se han reducido los costos directos de producción, pero también los costos de transacción o de interacción entre distintos participantes del mercado.

Cuando en una economía se acrecienta la productividad eso equivale a un aumento de la eficiencia general y se expresa, primero, en una mayor oferta de bienes y de servicios, y luego, por el efecto en los ingresos de los trabajadores y de los inversionistas, en una mayor demanda. El caso es que, por diversas razones, una de ellas relacionada con las expectativas favorables de ganancias y de ingresos generada por la misma expansión, la demanda ha ido creciendo por encima de la oferta, creando presiones sobre los precios. Ahí es dónde la Reserva Federal interviene para meter el freno alzando los intereses y haciendo más caro el dinero y el crédito y conteniendo, así, el gasto.

El comportamiento de la economía estadunidense es para México uno de los principales factores que enmarcan las posibilidades de crecimiento de la producción en los próximos años. Después de la crisis de 1995 y en el marco de la operación del TLC, la economía ha estado jalada principalmente por las exportaciones y más de 80 por ciento del total se dirigen a ese mercado, de donde proviene también la mayor parte de las corrientes de inversión asociadas con esos productos. Así, a pesar de los cambios en la estructura productiva, sobre todo en el sector manufacturero, la economía mexicana sigue manteniendo una gran concentración en sus relaciones económicas con Estados Unidos y, como la expansión por más larga que sea no puede mantenerse indefinidamente, con ello se genera un alto grado de vulnerabilidad.

Pero además de esa fuerte dependencia económica, hay un elemento que vale la pena tener en cuenta y es que en el caso de México, el crecimiento reciente no está sustentado en un incremento general de la productividad y la rebaja de la inflación se genera en la contención de la cantidad del dinero y del crédito. En los meses recientes, cuando el nivel del consumo aumentó se puso en claro que no es sostenible una alta tasa de aumento del producto. Con todo, el programa del Banco de México y el presupuesto presentado por Hacienda para 2001 pretenden seguir bajando la inflación hasta un nivel similar al de Estados Unidos. Esto indica una falta de correspondencia con las condiciones que pueden mantener baja la inflación en un entorno de crecimiento y que se refieren a la estructura productiva que eleve la productividad y, para ello, hay sólo una fórmula que es el aumento de la inversión. La política económica de este gobierno no sólo está siguiendo los mismos criterios anteriores, sino incluso con mayor celo y el énfasis en el reducido déficit fiscal y en la contención monetaria siguen operando como una trampa.