LUNES 11 DE DICIEMBRE DE 2000
Ť Casi 77% rechaza su política neoliberal
Considera De la Rúa un éxito su primer año de gobierno
Ť Sólo entre 9 y 12 por ciento de los argentinos aprueba su gestión
Ť Mientras cae la imagen presidencial, sube la de Chacho Alvarez
Stella Calloni, corresponsal, Buenos Aires, 10 de diciembre Ť El presidente Fernando de la Rúa consideró como "un éxito" su primer año de gobierno, aunque re- conoció una "parte negativa", pero varios sondeos de opinión revelaron hoy que apenas entre 9 y 12 por ciento de la población argentina aprueba su gestión, mientras que entre 70 y 77 por ciento desaprueba la política económica neoliberal aplicada por el gobierno de la coalición Alianza, integrada por el socialdemócrata partido Unión Cívica Radical (UCR) y el centroizquierdista Frente País Solidario (Frepaso).
Los aumentos de tarifas, las reducciones de salarios públicos y las medidas de austeridad han contribuido a este bajón de popularidad del mandatario en tan sólo 12 meses de gestión.
Sin embargo, pese al escándalo en el Senado por presuntos sobornos para lograr la aprobación de una polémica ley de reforma laboral, la población estima que en la actual administración existe menos corrupción, aunque lamenta que no se hayan producido cambios en una justicia que quedó bajo sospecha por su dependencia hacia el anterior gobierno del presidente peronista Carlos Saúl Menem y que no hubo los prometidos castigos para los numerosos actos de corrupción de esa gestión.
Pero la desesperanza priva entre los argentinos, principalmente los jóvenes. Si el gobierno, que ha castigado a la ya destruida clase media y a los más necesitados con una batería de impuestos, cumple con la idea de cobrar también un impuesto a los graduados universitarios --ya afectados por el creciente desempleo--, el país podrá registrar una nueva fuga de cerebros como las que originaron las dictaduras militares en tiempos pasados.
Los anuncios presidenciales sobre un "espectacular" crecimiento el próximo año son puestos en duda por muchos economistas, como también la promesa de creación de nuevos puestos de trabajo.
Desde que el peronista Menem anunció en 1995, cuando era presidente de los argentinos, "la pulverización del desempleo", que ese año había trepado al histórico índice de 18 por ciento, y continuó luego en aumento, la población cree poco o nada en estos pronósticos.
La inestabilidad laboral y los abusos patronales, que han llevado a la virtual desaparición del derecho laboral en el país sudamericano, no han amainado durante este gobierno. Es más, la reforma laboral aprobada en abril pasado agravó aún más la situación, mientras el temor al desempleo aumentó en uno o dos puntos.
El sindicalismo considera este miedo al desempleo como "una forma de terror económico" que resulta "un temible disciplinador social, para hacer lo que quieren con los pocos que trabajan".
Sólo 20 por ciento de la población cree que el próximo año traerá mejoras, porque el escepticismo es el signo de estos tiempos de recetas neoliberales, casi todas --o todas-- hasta ahora fracasadas.
La consultora Graciela Romer y Asociados estableció que 62 por ciento evalúa como negativas las medidas para una reactivación de la castigada economía, mientras que 55 por ciento tiene una imagen negativa del presidente.
E incluso, según el diario Página 12, la mayoría de los argentinos creen que De la Rúa no culminará su mandato.
En cambio, la imagen del renunciante vicepresidente Carlos Chacho Alvarez, líder del Frepaso, socio de la centrista UCR en la gobernante Alianza, no se ha deteriorado.
Con 50 por ciento de imagen positiva cuando denunció los presuntos sobornos en el Senado --un tema silenciado por los medios ahora--, porcentaje que se elevó al renunciar a su cargo en octubre pasado, Alvarez cosecha ahora más de 40 por ciento de imagen positiva.
El presidente De la Rúa, según las consultoras Graciela Romer y Hugo Haime, fluctúa entre 9 y 8.5 por ciento.
Pero estos datos no se reflejan en un aumento de popularidad del opositor Partido Justicialista (peronista), que ahora comienza sus jugadas en vista de la campaña electoral para elegir senadores en 2001.
El mayor reclamo de los argentinos, de acuerdo con varios encuestadores, es la falta de conducción en el gobierno.
El analista José María Pasquini Durán señala que la Alianza "termina su primer año de gobierno prestando toda su atención al mandato del Fondo Monetario Internacional (FMI), sin ninguna consideración por ningún otro mandato, ni siquiera por el que recibió de las urnas" en octubre pasado.
Mario Walnfield, analista político de Página 12, sostiene que "nadie esperaba el crecimiento cero. Nadie imaginaba la seguidilla de impuestazos, reforma laboral con apoyo de la Confederación General de Trabajadores oficialista (ligada a Menem, cuando precisamente las otras dos centrales apoyaron electoralmente a la Alianza), el recorte salarial a los empleados estatales, el tarifazo (en el transporte colectivo)".
Así y todo, añade Walnfield, "lo menos imaginable es que el armado político de la Alianza, su sagacidad esencial, la clave de sus triunfos electorales en 1997 y 1999, llegara tan maltrecho a su primer cumpleaño en la Casa Rosada".
Desde la propia UCR, a la que pertenece De la Rúa, se oyen voces que tratan de señalar los errores en la gestión, pero el gobierno sólo parece oír a los duros funcionarios del FMI, que desde la sombra atrasan todo lo que pueden la confirmación de un megapréstamo para constituir un blindaje financiero de la nación frente a los vencimientos de la deuda argentina, y continúan exigiendo aún más recortes.
"En toda la estructura (del gobierno) no hay nadie que piense en una estrategia, una manera de desarrollar una economía que genere trabajo en cantidad y calidad, que se ocupe de algo más promisorio que producir commodities (mercancías y materias primas)", sostiene el analista Julio Nudler.
Y advierte que, "al borde mismo del precipicio", el gobierno emplea sus energías en abrir las puertas a las empresas privadas de salud, afectando así a los servicios de salud manejados por los sindicatos (obras sociales), o en buscar suprimir el régimen jubilatorio estatal y aumentar la edad de retiro de la mujer, algunas de las últimas exigencias del FMI y del Banco Mundial para dar su préstamo.
Para muchos, el gobierno no se atrevió a pararse ante la gente y decirles la verdad de todo lo que estaba mal y de la herencia recibida tras 10 años de menemismo, porque hubiera tenido también que condenar la corrupción sembrada aquí por las empresas privadas nacionales y extranjeras, que ya parecen ser las dueñas de Argentina.